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Evangelio, economía y propósito.-
En Efesios, capitulo tres, versículos ocho y nueve, nos dice así Pablo:
"A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cual sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas".
En este pasaje, el apóstol Pablo se presenta como el más pequeño, y ese es un buen marco para la grande y gloriosa gracia del Señor. Y dice Pablo que a él, el más pequeño de todos los santos, le fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio; y él no dice solamente aquí “el evangelio” y punto. Quizás algunos de nosotros diríamos: sí, yo también anuncio el evangelio; no lo vamos a discutir; pero Pablo no puso el punto final allí en la palabra evangelio, como si fuera una cosa muy simple, muy superficial; Pablo dijo: “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”. Y usa la palabra inescrutable, mostrando que las riquezas de Cristo son tan profundas que no se pueden escrutar, que no se pueden escudriñar, que uno sigue penetrando en ellas y uno sigue encontrando el fluir de la gracia y del Espíritu de Dios.
Pablo, pues, fue constituido para anunciar el evangelio; no simplemente el evangelio como algo así muy superficial, sino el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.
Quizá nosotros, al haber conocido un poco más al Señor y al evangelio, hubiéramos puesto el punto final entonces aquí; quizá no lo pondríamos en evangelio; quizá no diríamos: sí, yo anuncio el evangelio, punto. Quizá podríamos decir: sí, anunciamos el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, punto. Pero tampoco Pablo puso el punto final aquí. Él dice que le fue dada la gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, "y…"; esta palabra "y", es una conjunción; hay algo más que Pablo tenía en su corazón: "…y de aclarar a todos cual sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios que creó todas las cosas".
Es importante notar allí que el apóstol no solamente anunciaba el evangelio de salvación; ¿por qué? porque la salvación es para recuperar a los redimidos para el propósito de Dios; lo que Pablo llama allí: "el misterio escondido desde los siglos en Dios". Dios no creó al hombre para que cayera y entonces salvarlo y poner punto. No, la intención de Dios no era que el hombre simplemente cayera y salvarlo. No, cuando Dios planeó las cosas desde la eternidad, le dio un lugar especial al hombre; pero como la caída habría de venir, entonces Dios remedió el accidente de la caída por medio del plan de salvación. El plan de salvación es, pues, para recuperar al hombre de ese accidente que sufrió.
Pero recuperarlo ¿para qué? para volverlo a colocar en el centro de la mira Suya, en el centro de Su propósito, para concretar con el hombre, ahora recuperado, el propósito que Él tiene desde antes de la fundación del mundo.
Por eso Pablo no solamente anunciaba el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, que son aquellas que nos salvan, que nos dan el perdón, la reconciliación, la renovación, la regeneración, la justificación, la santificación, y cuantas cosas más. Todas estas riquezas de Cristo y de la gloria del Señor para recuperar al hombre, son para volvernos a poner en la línea del cumplimiento del propósito Divino.
Por eso Pablo anunciaba el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y también aclaraba a todos cual es la economía divina, la “oikonomía”, la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios.
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