Puntos cruciales de la Antropología Bíblica

   
 


 

 

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PUNTOS CRUCIALES DE LA
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA[1]
 
Definición y preliminares

La Antropología es un capítulo de la Teología Sistemática. La palabra antropología se deriva de dos raíces griegas: Antropos, hombre, y logos, tratado. Cuando se dice antros, se refiere al varón; pero si se dice antropos, se refiere directamente al ser humano, sea hombre o mujer. De donde Antropología es el tratado acerca del hombre. Existe una antropología secular; es decir, que los seres humanos que no creen en la revelación divina, o que algunos no han tenido la oportunidad de conocerla, tienen sus propias ideas acerca del origen del hombre, de la condición del hombre, de la función y sentido del hombre. La Biblia revela lo que Dios dice acerca del hombre. Entonces aquí no vemos una Antropología secular sino la Antropología bíblica primeramente, fundamental­mente; es decir, que primero hay que hacer la exégesis de los pasajes que hablan del hombre, y luego sintetizar todas las verdades que aparecen esparcidas en esos versos de los cuales se ha hecho exégesis, y tener el dogma, la verdad y el sistema bíblico acerca del hombre; y luego, al tener la exégesis, el dogma y su ubicación sistemática, entonces sí se enfrenta con la Antropolo­gía secular de una manera apologética. Es cuando vienen todos los combates contra las teorías evolucionistas, contra las teorías monistas. Evolucionistas en el sentido de que dicen que el hombre evolucionó del animal, del mono, por ejemplo; y monismo en el sentido de que el hombre no es sino solamente materia; no tiene espíritu, alma y cuerpo, o que no hay diferencia entre una cosa y la otra. Monismo viene de la raíz griega monos, que significa uno, solo, único; ejemplo, monoteísmo, creencia en un solo Dios. El monismo es una filosofía donde se trata de presentar al hombre compuesto de una sola sustancia, sin diferencia entre el alma y el cuerpo, entre el espíritu y el alma. Y aun dentro de la misma teología, incluso cristiana, también hay diferencias entre los dicotómicos y los tricotómicos; es decir, los que dicen que el ser humano sólo tiene espíritu y alma y los que decimos que el hombre tiene espíritu, alma y cuerpo, y que hay distinción entre lo que es espíritu y lo que es el alma.
 
Principales subdivisiones

Las principales subdivisiones de la Antropología bíblica son las siguientes: Aunque son distintas las partes de la antropología, sin embargo están íntimamente relacionadas. Entonces no las debemos tener excesivamente separadas, y racionalmente para entenderlas hacemos estas subdivisiones.
1. El origen del hombre. Esta parte responde a la pregunta de dónde viene el hombre, cómo lo hizo Dios.

2. La misión del hombre; o sea, para qué hizo Dios al hombre y cómo lo hizo, y eso responde a la pregunta de para qué vino el hombre.

3. Constitución del hombre; es decir, que Dios creó al hombre con un propósito, pero para cumplir ese propósito lo hizo de una cierta manera. Este capítulo es el que trata de cómo está hecho el hombre en su constitución humana, cómo es la naturaleza humana, qué partes tiene el hombre, qué funciones tiene cada parte, cómo se relacionan entre sí esas partes dentro de una sola naturaleza humana.

4. Las condiciones del hombre. La cual a su vez se subdivide en:

a) La condición antes de la caída, y

b) La condición después de la caída, es decir, el hombre es de una cierta manera, pero antes de caer estaba en una cierta condición, y después que cayó, esa condición fue afectada.

c) La condición futura del hombre. También está la condición futura del hombre, lo que llegará a ser; lo cual también hay que subdividirlo porque algunos estarán condenados eternamente y otros serán salvos, y sus condiciones serán diferentes.
aa) Perdidos, y bb) Salvados.

5. La restauración del hombre, que se relaciona con la soteriología, materia que trata la doctrina de la salvación.


Estos son los puntos cruciales, fundamentales o básicos; no es lo único. Cuando se mira la Antropología secular, en la parte de los orígenes trata del evolucionismo, y habla del hombre de Neanderthal, del de Cromagnon, y un montón de interpretaciones humanas de ciertos fósiles, y también trata el aspecto de la cultura, el origen de la cultura, el aspecto de la familia, de la sociedad; y ciertamente eso pertenece a la Antropología. En la Biblia sí existen consideraciones acerca de esos aspectos de la Antropología. Los primeros mencionados son los esenciales, los relacionados con la naturaleza del hombre; pero también hay que agregar un capítulo que podríamos llamar la cultura del hombre, que empata más con la Antropología secular, con la sociología, incluso con la economía, la política, el arte, el comercio; porque todas esas cosas son propias de la cultura humana; y la Biblia también trata acerca de la economía en cierta medida; trata de la familia, de la relación del hombre con la tierra, con la producción, con la educación, con todas estas cosas como el comercio, el arte, la política etc. Esos son aspectos de la cultura, y la Biblia no es un libro de Antropología en ese sentido, pero sí reúne lo fundamental. Esta primera parte es un acercamiento para perfilar los temas claves, pues no estamos entrando a fondo en la materia, sino a modo de una visión sinóptica de los puntos cruciales. Cada una de esas áreas tiene sus consideraciones propias.

 
El origen del hombre

La creación del hombre se encuentra preferencialmente en Génesis; pero hay otros versículos que hablan acerca de la creación del hombre, que hablan cuestiones relativas al origen. Por ejemplo, en Hechos 17, cuando Pablo está hablando a los atenienses en el Areópago, les dice esta frase: “Y de una sangre (Dios) ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hechos 17:26). Ese versículo trata acerca de los orígenes. También dice Pablo en Romanos 5:18: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”, remontándo­se a los orígenes y al cambio y condiciones en la naturaleza humana; a los problemas de los orígenes del hombre. Pero el texto clave lo constituye los dos primeros capítulos de Génesis, que tratan en este aspecto el origen y la condición del hombre antes de la caída. En el capítulo 1 de Génesis registra la Palabra de Dios un relato general, no especial, de la creación del hombre; y el capítulo 2 nos muestra el relato especial. Es importante tener en cuenta que el Nuevo Testamento declara que Moisés escribió los libros de la ley. El Señor Jesucristo en los evangelios y otros pasajes tanto del Nuevo Testamento como del Antiguo, atribuyen a Moisés la escritura del Pentateuco. ¿Por qué aclaro esto? Porque algunas hipótesis racionalistas pretenden decir que el capítulo 1 de Génesis era un documento elohista (llaman ellos), y que el capítulo 2 era otro documento yahvista o jehovista, que estaban en contradicción; como si hubiera habido dos “mitologías” distintas acerca de la creación del mundo, y luego hubiesen sido entremezcladas por algunos sacerdotes. Esos racionalistas pretenden encontrar contradicciones entre ambos documentos; pero realmente estos capítulos de Génesis no son dos documentos; se trata de un mismo documento. Solamente que tiene dos partes y dos funciones diferentes. El capítulo 1, lo que se ha dado en llamar el primer documento, el poema de la creación inspirado por Dios, nos relata la creación especial del hombre sin entrar en los detalles; no es que el capítulo 2 contradiga al capítulo 1, sino que lo explica, lo hace más explícito, lo aclara.
27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gén. 1:27-28).


Ese es un relato general de la creación del hombre; pero en el capítulo 2 entra en detalle; ya cuenta que primero hizo al varón, que lo hizo del polvo de la tierra, de cierta manera; que tomó la costilla e hizo a Eva, luego la trajo, y así empieza a narrar detalles; es decir, entra en un relato especial, más detallado. El propósito del capítulo 1 es ubicar en una forma general la creación del hombre dentro del contexto de toda la formación de la tierra y de la naturaleza, del universo, etcétera.


Es como cuando en una película te presentan una panorámica, y de esa panorámica tú ves en general todo el pueblito, las montañas y su contorno. Pero ahora, el segundo capítulo, la segunda escena se divide del resto del paisaje y se concentra en el pueblito. La cámara se va acercando y te muestra el pueblito, y luego se va metiendo por una calle del pueblito hasta que va llegando a una determinada casa, y luego se mete por la ventana de la casa, se mete a una pieza y allí hay una persona completa; pero la cámara sigue enfocando hasta verse sólo del tronco para arriba, luego la cara y por último sólo se ven los ojos. De lo general se pasó a lo especial. Asimismo en el capítulo 1 de Génesis se narra en forma general para qué fue creado el hombre, cómo fue creado el hombre, y en el capítulo 2 se entra en los detalles. Al hacer la exégesis inicialmente de estos dos primeros capítulos de Génesis, lo que ellos nos dicen del origen del hombre, vamos a descubrir también la relación que tienen estos capítulos de la Antropología, tanto el origen como la constitución y la misión del hombre, y estos tres aspectos están relacionados. ¿Por qué? Porque para cumplir una misión, el hombre tiene una constitución; y para que el hombre cumpla esa misión con esa constitución, fue creado de una cierta manera. Entonces el origen, la misión y la constitución del hombre, tienen relación entre sí. Vamos a hacer la exégesis de los capítulos 1 y 2 de Génesis en lo relativo al hombre, sacando lo que corresponde al origen, lo que corresponde a la constitución y lo que corresponde a la misión del hombre.
26Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuz­gadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto” (Génesis 1:26-31).


Vamos a sacar verdades acerca del origen, verdades acerca de la misión y verdades acerca de la constitución. Fundamentalmente lo de la constitución se ve mejor en el capítulo 2, pero algo se empieza a notar y se relaciona desde el capítulo 1. La palabra entonces en el hebreo es solamente la letra vau, la cual siempre no se escribe separada, sino unida al resto de la palabra, como si fuera la letra inicial de una palabra. Sin embargo esa sola letrica que pasa tan desapercibida, y que está inclusive metida en una palabra, tiene un profundo significado. Aquí se traduce con la palabra entonces. Pero, ¿saben cuál es el amor que cuesta esta palabra? Dios estaba esperando algo para poder decir eso. La palabra entonces nos muestra la preparación de Dios, como si el hombre fuera el objetivo final del resto de lo que había hecho antes; es decir, que todo lo que había hecho anteriormente, tenía que ser coronado por el hombre. A veces nos dejamos llevar por las interpretaciones de los escépticos. Ellos también miran el universo, pero lo hacen con un corazón desolado, agnóstico, ateo, e interpretan el universo que descubren a través de sus telescopios y demás instrumentos, de una manera conforme a su testimonio espiritual. Dicen, ¿pero qué es la tierra? Si ahora que hemos puesto a funcionar estos telescopios electrónicos, y hemos estado recibiendo información con estos radares supersensibles, emisiones desde las estrellas y desde los quasares más lejanos, descubrimos que la tierra no es sino un puntico, y que nosotros no somos nada; que Dios tiene un visión muy distorsionada. Pero la Biblia dice que a las estrellas, “las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra” (v.17). Note para qué las puso Dios. El escéptico dice, no, el universo es tan grande que nosotros no somos nada; pero en cambio Dios, que fue el que hizo todo, le da al hombre una visión distinta, y nos muestra lo importante que es este puntico llamado tierra.


Cuando he dedicado tiempo a leer astronomía, a pesar de que se trata de autores no creyentes, inclusivo agnósticos, que pretendían algunos ridiculizar a los creyentes, sin embargo aun así en sus declaraciones me he quedado maravillado del amor de Dios, diciéndome: Señor, ¿cómo estos hombres pueden hablar así con ese cinismo, con esa ceguera, si ellos saben todo esto? ¿Cómo es que no ven lo que yo mismo estoy viendo a través de ellos? Esto se los explico resumiendo, solamente para reconocerle el peso a esta parte de alumbrar sobre la tierra, para que tenga más peso todavía el “entonces dijo Dios hagamos al hombre”. Descubrí de todo el sistema solar, y de eso no voy a hablar sino sólo del sistema solar; pero acuérdense que el solar no es un sistema solitario, sino que funciona como lo hace, por causa de estar colocado en el brazo estirado correspondiente, de la galaxia correspondiente; es decir, que es la ubicación en la galaxia lo que hace funcionar como funciona el sistema solar. Porque el sistema solar no es una isla en la galaxia, sino que el funcionamiento del sistema solar depende de su ubicación en la galaxia de la vía láctea. Ahora olvidémonos de la galaxia y de los millones de galaxias y de las relaciones de las galaxias entre sí, y concentrémonos sólo en el sistema solar.


El sistema solar es un mecanismo que concentra todo su beneficio en la tierra. Si fuera diferente, los otros no ganarían ni perderían nada, pero la tierra sí perdería. Todo el beneficio de la ubicación, del equilibrio de fuerzas de gravedad, de velocidades, de calor, de luz, de frío en el sistema solar, es en función de la tierra. Yo había leído esa frasecita tan chiquita, que Dios puso el sol, la luna y las estrellas para alumbrar sobre la tierra; es decir, que el objetivo de Dios con los astros es centrado en la tierra. El agnóstico dice, pero si la tierra es un puntico; sí, pero no es cualquier puntico. Usted puede tener por ejemplo una circunferencia, en la cual hay muchos puntos, pero el centro de la circunferencia no es cualquier puntico, y no puede cambiar con otro. Vemos pues que la tierra es especial. El tamaño de Júpiter y de Saturno tienen que ver con la órbita de la tierra, como tienen que ver con la velocidad de traslación de la tierra, y tienen que ver con la inclinación del eje; y así los demás planetas del sistema solar. ¿Sabes cómo fue que descubrieron a Neptuno? Para explicar un poco la sincronización de esto, y resaltar esta palabra y de cómo Dios ha preparado las cosas. Resulta que empezaron a observar que la órbita de Urano es la siguiente, su inclinación es la siguiente, su composición es la siguiente, su distancia del sol y demás planetas conocidos es la siguiente, por lo tanto su conducta debería ser la siguiente; pero resulta que hay alguna irregularidad en su conducta; seguramente es que debe haber otro planeta que ejerce una fuerza de gravedad que hace que la órbita de Urano sea afectada. Así fue como descubrieron un planeta que no se puede ver a simple vista, porque está oscuro, tan lejos del sol que no se vé, pero lo descubrieron y se llamó Neptuno[2]. Así también descubrieron a Plutón, y a Caronte, que gira alrededor de Plutón, de donde ya no es un solo planeta sino dos, uno grande que es Plutón, y el otro más pequeño, Caronte, y giran juntos dado que el período de revolución de Plutón sobre su eje tiene el mismo valor del de Caronte, entonces éste debe permanecer fijo sobre un mismo punto de la superficie de Plutón.


De manera que todo se fue descubriendo por la órbita de los otros. ¿Por qué? Porque la distancia puede disminuir la gravedad, y ser aumentada al acortar la distancia. ¿Por qué Mercurio no gira sobre sí mismo, sino que siempre le está dando la misma cara al sol? Porque está tan cerca del sol que no puede rotar. Todo esto nos muestra un detalle: que todo el sistema solar está combinando sus fuerzas para que la órbita de la tierra sea exactamente la que tiene que ser. Si la órbita de la tierra estuviera mas cerca del sol, nos quemaríamos; si estuviera más lejos del sol nos congelaríamos; si la velocidad de traslación fuera mayor, la órbita se agrandaría y perderíamos la posición exacta del equilibrio necesario para la vida; si la velocidad fuera más despacio, la órbita también sería menor, caso que se daría de no haber el contrapeso de las demás órbitas de los planetas restantes, en relación con la del sol, entonces caeríamos hacia el sol.


Si la inclinación no fuera la que es, entonces no habría las cuatro estaciones. Si nosotros giramos como gira Urano, como una pelota que va rodando, no para adelante sino para atrás, con la consecuencia de que siempre hay una cara que le da al sol y la otra que nunca le da el sol; si la tierra tuviera ese problema, la tierra en un polo sería sal y en el otro sería hielo y no habría vida. ¿Por qué? Porque en un lado el calor sería constante y se evaporaría el agua, y por el otro, en cambio, todo el tiempo habría inmensidades de hielo, entonces no habría vida. Debido a eso la inclinación de la tierra es exacta a la que tiene que ser; el tamaño es exacto al que tiene que ser; asimismo la atmósfera está relacionada con el tamaño y con la composición de la tierra, y con todo. ¿No es esto una maravilla? La tierra y todo lo que tiene que ver con su composición está ubicada milimétricamente. Por eso Dios le preguntaba a Job: “¿Quién ordenó (de la tierra) sus medidas, si lo sabes?” (Job 38:5). Dios lo sabe; era como despertar la chispa en Job. Porque la pregunta encierra algo así como, ¿quién hizo ese reloj tan milimétrico? ¿Cómo fue que puso exactamente ese planeta tan grande para que beneficiara a la tierra? No es que la tierra sea el centro en el sentido de que el sol gira alrededor de la tierra como creían los antiguos, no; pero sí en el sentido del beneficio. Lo principal no es lo grande. Uno puede pensar que porque el sol es muy grande, sea lo principal; pero lo grande es para el servicio de lo pequeño. La tierra está entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño; en la órbita exacta, con la inclinación exacta. Si la luna estuviera un poquitito más cerca de la tierra, las mareas serían tan grandes que barrerían con la tierra constantemente; no habría ciudades. Y si estuviera un poquito más lejos, no existirían los continentes, pues todo sería sólo agua; pero está en el punto exacto para que haya los continentes y para que la marea sea en la medida exacta.
14Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sean por señales y para las estaciones, para días y años. 17Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra” (Génesis 1:14,17).


Eso nos muestra la importancia del hombre. Note cómo se presentan las credenciales de Dios. En Zacarías 12:1 se hace patente lo relacionado con esta panorámica. “Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él”. Ahí encontramos una de las presentaciones de Dios; es decir, Dios se presenta con sus credenciales. Aquí es Dios mismo hablando en primera persona. Primero Dios se presenta extendiendo los cielos, pues El no se olvidó del resto de los cielos; luego viene un puntico, funda la tierra, donde se concentra el beneficio. Todas las fuerzas se equilibran para que en ese puntico haya vida, para que aparezca el hombre; porque Dios dijo que la tierra es el estrado de sus pies[3]; es decir, que Dios se para en la tierra, o sea que la tierra sí es un centro, no en el sentido geográfico y cosmológico, pero sí en el sentido de la concentración del beneficio. Parecería como si la capital de los cielos fuese la tierra, pues después de extender los cielos, funda la tierra como algo especial; pero luego, de todas las criaturas que hay en la tierra, se concentra en el hombre; y luego, de todas las partes del hombre, se concentra en el espíritu del hombre, porque ese es el Lugar Santísimo, la casa de Dios. Maravilloso cómo se presenta: el Dios que extiende los cielos, funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él. Ese es el orden de importancia. Dios en el espíritu del hombre para que éste sea realizado y realice la tierra para la gloria de Dios.


Vemos, pues, que esa letrica que se traduce entonces, es grande; ahora cobra significado; no antes ni después, sino en el momento exacto. Todo lo demás era en función de que se pudiera dar ese entonces. 26Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26-27). Respecto del origen, aquí dice simplemente que fueron creados después que Dios había preparado las cosas, y en el sexto de estos días de la creación, el hombre fue puesto en esa condición.
 
Función y constitución del hombre

Respecto a la función y a la constitución del hombre, dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” y eso tiene que ver con la constitución del hombre, con su naturaleza y también con su función. Son tres cosas fundamentales que aparecen aquí en relación con el hombre; tres palabras claves: imagen, semejanza y señorío. Cada una de ellas es sumamente profunda.


Imagen.. Hay que entender lo que quiere decir con imagen. ¿Qué es una imagen? Es una impronta, un carácter, una representación, como si fuera una reproducción de algo. Entre todas las demás criaturas, la que Dios quiso que lo representara, fue el hombre. En Angelología veíamos que los querubines que rodean a Dios tenían caras de águila, de becerro, de león y también de hombre; pero hay algo curioso, que los querubines que rodean a Dios aparecen allí con caras de animales; en cambio el hombre aparece a la imagen de Dios; es como si los animales hubiesen sido creados a imagen de los querubines; porque antes que los animales fuesen, ya existían los querubines. Cuando apareció la serpiente en el Edén, ya existía la criatura rebelde. Pero notemos cuál es la semejanza que tienen los querubines, pues tenían semejanza de animales, antes que éstos fuesen creados en la tierra. Y así como los animales están al servicio de los hombres, también los querubines están al servicio de Dios; pero el hombre es el que tiene la imagen y semejanza de Dios.


Semejanza
. Tiene que ver con la afinidad. Algo semejante es algo que se relaciona, que tiene afinidad. Dios creó al hombre para que éste pueda tener relación con El, y por eso lo hizo a Su semejanza; eso también para que el hombre pueda expresarlo a El, y para que en esa relación el hombre le sirviera, como un mayordomo, representante de Dios en la tierra, porque le dio el señorío.

Señorío.
El señorío fue diseñado para contener a Dios, expresarlo y señorear en nombre de Dios. Esto es muy importante; y lo puso con los pies en la tierra, pues la misión del hombre es en la tierra. Cuando dice “señoree...”, le dio también una jurisdicción. “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (v.28). Esa es la jurisdicción donde Dios quiere que el hombre señoree; el hombre que está en continua comunión con Él, que lo representa, que porta Su imagen, debe señorear en una jurisdicción donde la Biblia dice que señorea el diablo. Por ejemplo, en los peces del mar, y la Biblia dice que el príncipe del abismo es Apolión, quien se movía en los mares, en los abismos, pues la Biblia relaciona los abismos con los mares.
2Y (Jonás) dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste. 3Me echaste a lo profun­do, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. 4Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo templo. 5Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza” (Jonás 2:2-5).

Jonás, por el Espíritu Santo, asocia el abismo con las aguas, con los mares. La Biblia dice que “en el principio... las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”, y luego dice que “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”[4]; o sea que hay una relación sincrónica de lo que es el abismo y las aguas de los mares. Cuando Israel pasó por en medio del Mar Rojo, dicen los cantores, salmistas y proverbistas, que pasó por los abismos; y Apocalipsis dice que hay un rey del abismo, que es Apolión, el destructor; sin embargo Dios quiere que sea el hombre el que señoree en esa jurisdicción. Desde el principio Dios coloca al hombre con la función de señorear en un lugar donde existe resistencia a Dios. Dios quiere que el hombre señoree en las aves de los cielos; pero, ¿sabes quién es el príncipe de la potestad del aire? El diablo[5]. Pero quien Dios quiere que señoree en esa jurisdicción es el hombre. Es como los gigantes que moraban en Canaán. Ellos estaban ahí, pero quien Dios quiere que señoree es Israel. El trabajo de Israel es, entonces, entrar y señorear, desalojar a los que estaban allí. Esto del señorío en esa jurisdicción, nos explica un poco mejor la función del hombre, su misión; y para esa misión, la constitución del hombre.


Sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra. ¿De quién se trata? De la serpiente. Dios quiere que el hombre señoree donde otro está en rebeldía; Dios quiere que el hombre sea el canal de Su señorío, el que lo contiene y el que lo expresa, el que ejecuta autoridad delegada de parte de Dios; es decir, el que extiende el reino de Dios donde no está, donde hay rebelión, en los peces del mar, en el abismo, donde está Apolión, allí debe señorear el hombre. En las aves de los cielos, en los seres que se mueven en los aires, donde está el príncipe de la potestad del aire, ahí quien debe señorear es el hombre. En la tierra, por donde se arrastra la serpiente, ahí quien debe señorear es el hombre. ¿Sabes quién dice que estaba en el Edén primero? El diablo. Ezequiel 28 dice: “en Edén... estuviste”; pero, ¿a quién puso Dios en Edén? Al hombre; pero el diablo también merodeaba por ahí; por eso dice que puso al hombre para guardar el Edén. ¿De qué lo iba a guardar? ¿De los espinos y abrojos? En ese tiempo no había espinos ni abrojos, porque la tierra no había sido maldecida. La creación todavía no estaba sujeta a vanidad, porque fue después de la caída del hombre que Dios maldijo la tierra por causa del hombre. Entonces el hombre tenía que guardar la tierra. ¿De quién? Del diablo. Todo esto nos ayuda a entender no sólo el origen, sino lo que está íntimamente relacionado, el para qué de la creación del hombre. Es necesario que a cada uno de estos aspectos se le dedique un estudio detenido y detallado. El señorío, señorear en el mar, señorear en los cielos; la imagen, la semejanza, el árbol de vida, el árbol de la ciencia del bien y del mal. Ahora estamos solamente resumiendo los puntos cruciales, pero lógicamente que esto nos despierta el apetito de escudriñar la Palabra del Señor. Seguimos viendo algunos detalles más en el capítulo 2 de Génesis. En Génesis 1:28 está mejor explicado lo relativo a sojuzgar, llenar la tierra, señorear, y lo relacionado con guardar y cultivar lo encontramos en Génesis 2:15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. Pero ahora vamos a ver un poco más el origen del hombre y su constitución, es decir, las partes constitutivas del hombre.
 
Las tres partes el hombre

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”
(Génesis 2:7).


Ahí aparecen las tres partes del hombre. Aparece lo que es el cuerpo, la carne física, que es lo que en hebreo se llama bazar. La palabra española bazar viene del hebreo, nombre que se les da a ciertos carnavales, y carnaval significa festival de la carne. Carne en griego es sómatos, de donde se deriva la palabra psicosomático. Una enfermedad psicosomática es en la que se relaciona la psiquis con el cuerpo, el sómatos. Luego tenemos el alma, que en hebreo es nefesh, y en griego, psiqué. La tercera parte es el espíritu, que en hebreo es rujá, y en griego pneuma. En el verso 7 vemos las partes constitutivas del hombre: Rujá (espíritu), nefesh (alma) y bazar (cuerpo). Otro verso donde se muestra la constitución del hombre es 1 Tesalonicenses 5:23: Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.


Eso nos confirma que el ser completo del hombre es integrado por esas tres partes: Espíritu, alma y cuerpo. Note que entre espíritu y alma hay una “coma”, no hay una “o”. Algunos dicen que el espíritu y el alma es lo mismo; pero el espíritu es una parte, el alma es otra, y el cuerpo es otra. Son tres palabras distintas: pneuma (espíritu), psiqué (alma) y sómatos (cuerpo). En español no se ve tan claro a como se ve en el idioma hebreo. Cuando dice que “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra”, se está refiriendo a la formación del cuerpo; la parte corporal del hombre, bazar, sómatos, que fue hecha del polvo de la tierra. “Y sopló en su nariz aliento de vida”, pero la palabra aliento, viento, espíritu en hebreo es rujá; luego “aliento de vida” es rujá-jayim. Ese aliento no es solamente aire, sino espíritu. Dice Santiago: “El cuerpo sin espíritu está muerto” (San. 2:26). Cuando el espíritu entró en el cuerpo, el hombre llegó a ser “un ser viviente”, un hayah nefesh. Hayah es la palabra usada en hebreo para significar viviente o ser; y nefesh significa viviente en el sentido de vida psíquica o almática; luego nefesh significa alma. Luego el hombre vino a ser un alma viviente. O sea que la palabra alma y vida del alma es la misma tanto en hebreo (nefesh) como en el griego (psiqué). Si tú vas a decir alma en el griego, es psiqué; y si vas a decir vida, pero la vida del alma, de la psiquis, del pensamiento, de la emoción, de la voluntad, también usas la palabra psiqué. Nosotros decimos alma y vida, pero en griego se dice psiqué para ambos, pero si esa vida se refiere a la vida del alma, la vida psicológica. Cuando dice: “y fue el hombre un ser viviente”, dice hayah nefesh; es decir, que aparece el cuerpo hecho del polvo, aparece el rujá-jayim, espíritu de vidas, en plural, porque el hebreo lo dice en plural, ya que jay es vida, pero el plural hebreo se hace con la terminación im, de donde jayim es vidas. ¿Por qué el hebreo utiliza el plural en vez del singular? Porque cuando el espíritu entra al cuerpo se formó el alma del hombre, y el cuerpo también llegó a estar vivo; o sea que hay una vida plural en el hombre; en el hombre hay no sólo uno sino varios tipos de vida. De hecho en español tenemos una sola palabra para vida; pero el griego tiene tres palabras para vida:


1. Bios, de donde viene la palabra biología; es la vida biológica de los cuerpos humanos, animal y vegetal.


2. Psiqué, es la vida psicológica, de la siquis, de la mente, de la voluntad y las emociones, de las decisiones.

3. Zoé, es la vida divina, la de Dios. Cuando dice que Dios puso al hombre delante del árbol de la vida, que al que venciere le dará a comer del árbol de la vida, esa vida no es la vida biológica, no es de manzana, de albaricoque, de durazno, no es tampoco psiqué, de vida síquica; es zoé, la vida divina, la vida de Dios, la vida eterna. Todo ser humano tiene espíritu, pero el espíritu no regenerado está muer­to y no está unido a la vida divina. El brujo tiene espíritu, pero su espíritu está muerto; está espiritualmente muerto porque no tiene vida de Dios. Cuan­do la persona recibe al Señor, El le da vida eterna, y esa vida divina la recibe el hombre en su espíritu humano. Son tres palabras diferentes. El hombre en su cuerpo tiene vida bios, en su alma tiene vida psíquica, y si es un regenerado, en su espíritu tiene vida zoé; y si no es regenerado está muerto en delitos y pecados, porque no tiene la vida. Tiene la bios y la psiqué, pero no la zoé. Son varios tipos de vida, y esa es la razón por la cual, cuando el hombre fue creado, el Espíritu Santo usó el plural en el hebreo: rujá-jayim, espíritu de vidas. En nuestra versión bíblica en español aparece vida en singular, pero en realidad es plural, vidas, porque le dio vida al cuerpo, le dio vida al alma, y él mismo va a tener vida si come del árbol de vida, de lo contrario no. La Biblia dice que El nos dio vida cuando estábamos muertos, o sea que la vida divina no está en el espíritu de un no regenerado; quiere decir que esa vida no estaba en su espíritu, no que no respiraba en su cuerpo, no que no sienta en sus emocio­nes; su cuerpo está vivo, lo mismo que su alma, pero su espíritu no tiene la vida divina; es una persona que solamente tiene vida humana, vida creada, no la vida eterna, la de Dios. Si la persona recibe a Dios, el Espíritu de Dios se hace un solo espíritu con el espíritu del hombre y llega a ser un nuevo espíritu con vida divina, con vida zoé. Entonces ahí aparecen las tres partes del hombre:
Cuerpo                                                                alma                       espíritu
Hebreo                                                                             bazar                   nefesh                    rujá
Griego                                                                              sómatos                              psiqué                   pneu­maEsto constituye lo inicial de la constitución del hombre. En el esquema de los tres círculos concéntricos podemos entendernos a nosotros mismos y para el crecimiento espiritual. Si esto no se entiende bien, ni nos entendemos como somos, ni lo que nos pasa, las experiencias personales, ni cómo andar en el espíritu, porque confundimos el espíritu con las imaginaciones, o con las emociones, o con cualquier cosa. Pero cuando entendemos que las emociones pertenecen al alma, en cambio el espíritu es diferente, más íntimo, más profundo, entonces las cosas, los resultados son distintos. El cuerpo, el alma y el espíritu son las partes fundamentales; pero hay que entrar a estudiar cada una de estas partes, tratar sus subdivisiones. El espíritu corresponde al Lugar Santísimo, el alma corresponde al lugar santo y el cuerpo corresponde al atrio.


Partes y funciones del cuerpo

Con el cuerpo, que es el atrio del templo, tenemos contacto con el mundo material exterior, intercambio sensitivo y motor; sensitivo para captar, motor para reacc­ionar, para movernos; el cuerpo es el asiento de los sentidos y de los aparatos. Los sentidos: la vista, el oído, el gusto, el olfato, el tacto, el sentido vestibular, el equilibrio, el sentido cenestésico, o sea del cansancio o del dolor, son sentidos con los que cap­tamos el mundo exterior. Los aparatos: El aparato óseo (huesos), el muscular (músculos), el circulatorio (sangre), el respiratorio, el nervioso, el reproductor, el endocrino. Eso es la com­posición de la naturaleza humana en el cuerpo para tener contacto con el mundo exterior.
 
Funciones del alma

El hombre tam­bién tiene al­ma, el lugar santo del tem­plo, y con el alma el hombre tiene conciencia de sí mismo, de su yo, de su pro­pia personalidad, de sus pensamientos, de sus sentimientos, de sus intencio­nes, de sus deci­siones. El alma es el yo del hombre, es la personali­dad; es aquella parte de la naturaleza humana con la que el hom­bre es consciente de sí mismo. Las funciones del alma son: La mente (pen­samiento), emociones (sentimientos), voluntad (intenciones, decisiones, resoluciones); ese es el yo, lo que yo pienso, lo que yo siento, lo que yo quiero; esa es mi alma.

Si ando según lo que yo pienso, según lo que yo siento y según lo que yo quiero, ando en mi yo y no en mi espíritu. Y si eso que yo pienso y que yo siento y que yo quiero me lo dicta el pecado que mora en mis miem­bros, en la carne, entonces yo soy carnal, vendido al pecado, y no espiritual. El alma, que es donde está la voluntad, es la que decide si andar en el espíritu o en la carne; según la guianza interior o según la guianza exterior de la con­cupiscencia. Son partes distintas del hombre con funciones diferentes.
 

Funciones del espíritu


El espíritu es la parte más íntima en el hombre; es el Lugar Santísimo del templo; y así como con el cuerpo tenemos conciencia del mundo exterior, físico, material y con el alma tenemos conciencia de nosotros mismos, con el espíritu tenemos conciencia de Dios. El espíritu es el radar que capta la presencia o la ausencia de Dios; la aprobación o la reprobación de Dios, el silencio de Dios, la alegría de Dios, el permiso de Dios, la prohibición de Dios; la comunión con Dios es por el espíritu del hombre, porque Dios es Espíritu. Por eso las funciones del espíritu son diferentes, son: la conciencia, de ahí que diga la Palabra “un espíritu recto dentro de mí”, o sea que la rectitud corresponde a la conciencia. La intuición, que es esa percepción espiritual distinta de una decisión mental, sino una captación de Dios, una función del espíritu. Jesús percibió en su espíritu que querían preguntarle. A veces tú percibes que está merodeando un diablillo que está queriendo acarrear problemas; tú no lo ves con tus ojos físicos, pero en tu espíritu lo sabes. O cuando un hermano está triste, cansado, lo percibes con tu espíritu; y hay comunión de vida con tu hermano, tú percibes ese confortar. En la Palabra de Dios Pablo dice que “cuando vino Tito confortó mi espíritu”, pues esa es una comunión de espíritu, que es la función de la intuición y de la comunión con el espíritu. Conciencia, comunión e intuición, son las funciones el espíritu.
 
El amor en el hombre

En el idioma español tenemos una sola palabra para designar el amor, pero en los idiomas bíblicos, como el griego, encontramos tres palabras. En el idioma griego, el amor del espíritu regenerado es amor agape, y que en español decimos ágape. Es el amor del espíritu verdaderamente regenerado. Así como el espíritu humano que no tiene a Dios está muerto, pero si lo tiene la vida divina, zoé, así también el amor, si es regenerado, es agape, y si no, no tiene el amor de Dios. El amor del alma es el amor filial, de phileo, philia, es el afecto natural; corresponde al amor de los esposos, de los padres, de los hijos, de los amigos entre sí; es el afecto humanitario, incluso ese cariño por los animales, es amor psíquico. En griego el amor del cuerpo es eros, amor erótico, el amor sexual. Entonces tenemos tres clases de amor, así:
Espíritu                                                                         alma                       cuerpo
agape                                                                            phileo                    eros
divino                                                             psíquico                erótico.
 
Recuperación del hombre


La mente. En el espíritu del hombre hay mente espiritual; en el alma, mente natural, y en el cuerpo, cerebro. Cuando la mente natural es vivificada por el espíritu, entonces llega a transmitir la mente de Cristo, la mente espiritual. Son aspectos diferentes. Si la mente está basada en su poder almático, psíquico, es mente natural, pero si el espíritu llega a ser el espíritu de la mente, como dice Efesios, es decir, la vida del espíritu llega a inundarla, a saturarla, le trasmite la vida divina; porque el plan de Dios es que la vida divina pase del espíritu al alma y del alma al cuerpo, y es cuando la persona llega a tener una mente espiritual.

Vida eterna. El trabajo de Dios con el espíritu es regeneración; cuando la vida divina entra al espíritu humano lo regenera. Cuando la vida divina recibida en el espíritu humano pasa al alma humana, empieza a convertirla, a ganarla, a renovarla, y es lo que se llama la renovación; y cuando la vida divina pasa al cuerpo del hombre, ocurre la adopción. Por eso la Biblia habla en Romanos 8 de que “esperamos la adopción de nuestros cuerpos”; es decir, cuan

 
 

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