Puntos cruciales de la Divina Teleología

   
 


 

 

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PUNTOS CRUCIALES DE LA
 
DIVINA TELEOLOGÍA[1]
 
Una materia controversial

Después de haber tratado acerca de Dios, y antes de hacerlo acerca de la creación en sí misma, existe esta materia, que se ocupa en lo relativo al propósito de Dios, al conocimiento de los planes de Dios respecto de la creación, a los objetivos que Dios tiene en su corazón; porque Dios no los ha callado. No se ocupa de las cosas creadas todavía en forma directa, sino con aquello que acontecía en Dios para con la creación, pero antes de crearla. Todo lo relativo al conocimiento anticipado de Dios, al consejo determinado de Dios, y a palabras tan controversiales como la predestina­ción, la voluntad de Dios, el plan de Dios; todo eso pertenece a la Teleología Divina. Es una materia difícil, pero hay que estudiarla, así no se llegue a una conclusión, así se mantenga en suspenso, y se considere todavía un tema de estudio y de oración y de investigación sincera. Teleología es una palabra que viene de la raíz griega telos (
theloς), que significa fin (no en el sentido de terminación sino en el de propósito), el fin, el propósito, el objetivo o la meta. Todo aquello que tiene que ver con lo que Dios planeó, y con el conocimiento anticipado de Dios; de cuál sería el fin de todas las cosas. Nosotros sólo podemos conocer anticipadamente los sucesos del futuro que Dios nos ha revelado en la Palabra, porque Dios sí conoce todo el futuro. Las profecías son anticipaciones de Dios del futuro. Dios puede anticiparse al futuro porque una de sus características propias es que El es omnisciente, que lo sabe todo, y por lo tanto El no tiene que aprender nada. En el supuesto caso que haya todavía algo que algún día llegue a aprender, eso significaría que hubo un tiempo en que no lo sabía, y por lo tanto no hubiera sido Dios. Es un absurdo pensar que Dios no sabe todas las cosas desde la eternidad hasta la eternidad. Pero El lo sabe todo. Dios desafía a los otros dioses delante del pueblo de Israel, y le dice a Su pueblo: “Que te digan los otros dioses qué es lo que va a venir en el futuro”. ¿Y qué pueden decir? Pero Dios sí dice: “Yo les anuncio lo que ha de venir”. Y cuando se ha cumplido esas cosas primeras, les anuncia cosas nuevas, porque Dios conoce todas las etapas hasta el fin.

Vemos, pues, que existe toda una área de investigación bíblica y de materia de oración en la Palabra de Dios acerca de estos temas. Dentro de la Teleología Divina existen varios conceptos para profundizarlos. En Efesios capítulo 1 encontramos algunas expresiones a las cuales hay que dejarles decir lo que dicen, pero procurar no malentenderlas.


1. El Benepl
ácito de Dios

Dios ha revelado su propio beneplácito; qué es lo que le ha placido; qué es lo que le gusta y también lo que le disgusta. La palabra beneplácito viene del buen placer, lo que a Dios le agrada. Como Dios es soberano, dueño absoluto de todo; todo es de El y todo es para El; en ese Dios soberano existe lo que la Biblia llama un beneplácito. Como se ha dicho, que Dios sea soberano no significa que sea malo, no; Él es bueno. Pero este Dios único y verdadero tiene un beneplácito. En Efesios 1:9 dice: “...dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo...”. Ahí encontramos varios conceptos importantes que vamos a incluirlos en las consideraciones de la Divina Teleología. Nosotros los seres humanos somos muy falibles, muy indecisos; a veces no sabemos lo que queremos; a veces lo que pedimos a Dios, se lo pedimos en determinado momento cuando sentimos algo, pero de pronto nos olvidamos de lo que le habíamos pedido, pero a lo mejor ahora queremos otra cosa. Dios sí sabe lo que quiere y lo que le place, lo que le agrada, y eso es lo que se llama el beneplácito de Dios.
 
2. La Voluntad de Dios

La voluntad es la capacidad de elegir, determinar, resolver, decidir Dios lo que quiera. Dios no solamente tiene un beneplácito, un buen placer, sino que se propuso con su voluntad realizar ese beneplácito. En Efesios 1:9 la Palabra nos habla de la voluntad de Dios. Leemos también en Efesios 1:5: “...en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”.
 
3. El Designio de la Voluntad de Dios

Lo que a Dios le place, El lo hace objeto del designio. La Biblia habla del designio de la voluntad de Dios. En Efesios 1:11 leemos: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su volun­tad...”. Son conceptos profundos que tienen que ver con Dios, con su interior, en relación a la creación, pero que todavía no es la creación. Dios es un Dios que puede decidir lo que a El le place. El designio de la voluntad de Dios es lo que El decidió, el acto de la voluntad en escoger, decidir.
 
4. El Propósito Eterno de Dios

Si a Dios le place algo, y El quiere decidir que eso debe suceder, El se lo propone; por eso dice el versículo 9: “...dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo”, o sea que Dios se propuso su beneplácito con su voluntad. Existe la voluntad de Dios, existe el propósito de Dios y existe el designio de su voluntad, que es ese propósito. Leemos en Efesios 3:11: “...conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”. También el propósito de Dios lo encontramos en Romanos 8:28: “Y sabenos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Y en Romanos 9:11 también leemos: “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)”. La Palabra de Dios también nos enseña sobre el propósito de Dios en 2 Timoteo 1:9, cuando dice: “...quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.

 
5. La Presciencia de Dios

Para Dios organizar un propósito también se nos revela que tiene la presciencia divina o conocimiento anticipado de Dios acerca de las cosas, acerca del futuro. Nosotros los seres humanos, que somos finitos, no sabemos sino lo que Dios nos muestra. A veces queremos proyectar sobre el Señor nuestras propias limitaciones, y pensamos que como nosotros no sabemos sobre el mañana, ni qué será, si alguien se salvará o no se salvará, si perseverará o no, si se va para el cielo o para el infierno, nosotros estamos dudando si será o no será, de qué dependerá, pero Dios no. Dios no tiene que esperar como nosotros a que sucedan las cosas para conocer­las, sino que El es un Dios que conoce anticipadamente el futuro. De pronto alguien pensará, ¿será que Dios sí sabía que ese querubín (Lucero) se le iba a volver diablo? Pero Dios sí lo sabía, y también sabía que iba a hacer todo ese mal que hizo, y sabía que muchas de las criaturas que El creara iban a ser engañadas por ese diablo y se iban a ir al infierno por su propio pecado, el de las criaturas, por la responsabilidad de las criaturas. Y de todas maneras las creó. Son pensamientos difíciles de digerir, pero son bíblicos. Son motivos de revelación a los hombres de parte de Dios en la Biblia. Tenemos que encarar una gran realidad, que es la presciencia divina o conocimiento anticipado de Dios.

Leemos en 1 Pedro 1:2: “..elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo...”. También leemos en Romanos 8:29: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Dios conoce anticipadamente, como también lo podemos ver en Hechos 2:23: “...a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios...”. Asimismo en 2 Timoteo 2:19 vemos cómo Dios conoce desde la eternidad, cuando dice: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”.

 
6. El Consejo Determinado de Dios

Junto con la presciencia divina tenemos que colocar el consejo de Dios, que es lo que Dios juzgó antes de la fundación del mundo que sería lo correcto permitir, lo correcto hacer. En Hechos 4:28 leemos: “...para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. Son frases muy profundas. Nada sucedería si Dios no diera permiso, y a veces no sólo permiso sino una orden. Son cosas cruciales de la Teleología Divina, en que la Iglesia se ha tenido que enfrentar en su historia, a aceptarlas, a aprenderlas de la Palabra y a saberlas manejar, sin negar lo que está escrito, pero tampoco decir algo equivocado; tratando de entenderle bien a Dios lo que El quiso revelarnos con estas frases en la Biblia.

Dios realiza todas las cosas según su determinado consejo; eso significa que hay un arreglo, un plan en Dios que El se propuso realizar, y Dios continuamente interviene para llevar adelante su consejo. También existe como un desarrollo de este consejo y de esta providencia, lo que en la Biblia se llama la ordenación, que estaremos tratando más adelante.
 
7. La Elección Divina

La Santa Palabra de Dios, en muchas partes habla de que Dios elige, que Dios escoge. Muchas veces pensamos que nosotros sí tenemos derecho de escoger, pero Dios no. Si nosotros tenemos derecho de escoger, que somos criaturas, que no éramos nada, cuánto más derecho de escoger y de elegir tendrá Dios, quien nos creo. De hecho , leímos en 1 Pedro 1:2, fuimos elegidos según la presciencia de Dios, antes de la fundación del mundo. La elección descansa en la presciencia y en el propósito de Dios. Hay una relación entre el conocimiento anticipado de Dios y la elección que El hace. “A los que antes conoció, a éstos los predestinó”, pero entre el conocimiento y la predestinación existe la elección.

Leemos en Efesios 1:4: “...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Dios ha hecho una elección de personas para cumplir este propósito que a El le plugo. También en Romanos 9:11: “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)”. Vemos aquí que el concepto de elección se relaciona estrecha­mente con el del propósito. El Dios soberano tiene un beneplácito, y ese beneplácito se relaciona con su voluntad, y el designio de su voluntad se lo propone; pero para lograr ese propósito, que es el que a El le place, El elige. El Señor en Juan 15:16 nos dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros...”. No podemos nosotros disminuir estas palmarias declaraciones de Dios y del Señor Jesús, de que El elige. No podemos decir que El no elige, porque El dice: “os elegí”. Existe la elección divina. Y dice más, que nos eligió antes de la fundación del mundo; y dice más, que Esaú y Jacob aún no habían hecho ni bien ni mal para que el propósito de Dios conforme a la elección, permaneciese. Es una cosa profunda, pero la dice Dios mismo, y no podemos rebelarnos contra estas decisiones de Dios. Tenemos que acatarlas con adoración.

Parece ser que el pueblo de Israel tenía esas confusiones y altercaba con Dios como lo vemos en Malaquías 1:2-3a: “Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí...”. Eso significa que el amor de Dios es un amor de elección. Respecto de eso, también en Romanos 9:10-13 lo confirma: “Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”. Notamos que existe un conocimiento anticipado de Dios, y que según la presciencia de Dios, haya también una elección de Dios, porque todos estos conceptos son una cadena de eslabones que están todos interrelacionados. En 2 Pedro 1:10 leemos: “por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas, no caeréis jamas”. Muchos son los llamados y pocos los escogidos;[2]¿escogidos por quién? Por Dios, conforme a su soberanía, conforme a su carácter, conforme a su justicia, conforme a su amor, a su misericordia, conforme a su libertad, conforme a su señorío, pero de todas maneras, elegidos por Dios. Existe la elección divina. Y tenemos que decir a Dios: Señor, reconocemos que Tú tienes todo derecho a elegir. Porque si yo como ser humano pretendo elegir, ¿cómo le voy a negar ese derecho a Dios? Claro que El es justo porque El ha declarado ser justo, pero el que está en el banquillo de los acusados no es Dios, es el hombre. La gente se pregunta: ¿Por qué Dios esto, por qué Dios aquello? Y vemos la respuesta en el libro de Job 33:13 cuando dice: “¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones”. Dios no tiene que dar explicaciones a nadie. ¿Quién le dio a Dios primero para que Dios tenga que recompensarle en algo? ¿Acaso no merecíamos todos irnos al infierno por nuestros pecados? Si alguno no se va al infierno es porque Dios tiene misericordia; porque lo compró, lo rescató, lo redimió, lo limpió con Su sangre, lo eligió por Su pura misericordia. Dios tiene derecho a elegir porque es Dios.

Las siguientes citas bíblicas también nos hablan de la elección divina. 1 Tesalonicenses 1:4: “Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección”. 2 Pedro 2:9: “...sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”.
 
8. La Predestinación

Es un concepto que ha causado muchas polémicas en la historia de la Iglesia, pero que está en la Biblia; y muchas personas piensan que lo mejor sería no meterse con eso; pero San Pablo escribió las cartas donde aparecen esos conceptos, a hermanos como nosotros, a la Iglesia, a los santos que están en Roma, a los que están en Filipos, a la iglesia de los tesalonicenses; a ellos les habló de elección; y si habló de elección a ellos, también habló de predestinación, que es un concepto muy serio, y está en la Biblia. No son inventos de Calvino, sino conceptos emanados del Espíritu Santo a través de los apóstoles. Claro que Calvino tuvo la entereza de ocuparse profundamente de este tema; Agustín de Hipona también lo hizo antes de Calvino, y otros. Unos la entienden de una forma y otros de otra. No es nuestro propósito imponer conceptos de nadie sino para encarar lo que la Biblia dice, y saber que en esas diferentes escuelas de pensamiento cada uno ve cómo lo entiende mejor. Pero es aconsejable no quitarle a la Biblia lo que ella dice, y dejarle decir todo lo que dice; no hacerle decir lo que no dice.

Recurrimos a la fuente bíblica en Romanos 8:29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Vemos que son conceptos bíblicos que hay que saberlos encarar y digerir y dejarles decir lo que dicen. No podemos permanecer niños toda la vida. Allí claramente dice que los escogidos de Dios son predestinados, o sea que se les da un destino por anticipado. Y ese destino es configurar­nos a la imagen de Su Hijo Jesucristo. Esos verbos están utilizados en el pasado; quizá nosotros utilizaríamos el futuro. Sí, nos va a glorificar, pero a los ojos de Dios ya es un decreto, porque Dios no tiene que esperar a ver qué pasa con cada persona. Nosotros no sabemos, pero Dios sí sabe. El dice: “los glorificó”, en pasado. Porque Dios glorificó a la humanidad en la persona de Cristo, y ahora nos dio a Cristo como alimento para hacernos partícipes de Cristo, para que en Cristo, en su resurrección, nosotros seamos también glorificados. Nuestra glorificación se cumplió en la persona de Cristo y ahora se va desarrollando y aplicando a nosotros. Pero como Dios ya conoce el fin desde el principio, El puede decir: “los glorificó”, porque El está viéndolo todo previamente. Allí aparece esa misteriosa palabra predestinar, o sea, dar el destino por anticipado.


Leemos en Efesios 1:4-5: “...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”. También en el versículo 11 del mismo capítulo: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. Allí encontramos de nuevo ese concepto de predestinación íntimamente relacionado con el concepto del propósito de Dios.
 
9. La Ordenación de parte de Dios

Dios ordenó, decretó. Predestinar es dar un destino por anticipado, pero ordenar es mandar que ese destino se consiga. Ese es nuestro Dios; un Dios que sabe, que elige, que predestina y que ordena; porque es soberano, y hace lo que le place, según el designio de su voluntad. Ese es el Dios de la Biblia. Leemos en Hechos 13:48: “Los gentiles, oyendo esto, se regocija­ban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”. Existe la ordenación para vida eterna. ¿Quiénes? Los que el Señor conoció que habrían de recibir a Cristo. Dios no tiene que esperar para saberlo. También lo leemos en Hechos 2:47 cuando dice: “...alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Porque habían de ser salvos, el Señor los va añadiendo a la Iglesia. Dice la Palabra de Dios que el anticristo engañaría de tal manera a los escogidos, que si no fuera porque son escogidos, serían engañados.[3] El engaño es tan engañoso, que solamente por causa de que esas personas son escogidas, Dios interviene en gracia y en misericordia para que no sean engañados.

Esta palabra también se emplea en otro sentido. Por ejemplo en Hechos 4:27-28: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. Son determinaciones de acontecimientos por parte de Dios. Dios había determinado antes que sucediera; ya estaba profetizado. El consejo de Dios vio que eso sería lo mejor, y la mano de Dios providenció que esa determinación se cumpliera. Pueden alegar sobre qué culpa tengan las personas en ese caso; pero que Dios determine algo no significa que Dios no cuente con la responsabilidad humana que El otorgó a cada criatura. El ha hecho a las criaturas responsables, pero El sabe lo que van a hacer, y en qué tiempo las pone, y en qué circunstancias, y qué les permite y qué no. Y la criatura actúa por su propia responsabilidad; y si alguien se va para el infierno, va a estar allá por su propia culpa y todos tendrán conciencia de su propia culpa y no de Dios. Pero Dios sabía todo eso. En los versículos bíblicos que estamos analizando, la Palabra está citando ese consejo que ya estaba anunciado de antemano en el Salmo 2:1-3: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas?”


Micaías una vez profetizó de Acab, rey de Israel, que iba a caer en Ramot de Galaad. Sucedió que estaba el Señor en el cielo y varios espíritus delante de Dios, ángeles y demonios. Dios preguntaba qué hacer para que se cumpliera la palabra que había anunciado Micaías; y dándole libertad de opinar a los espíritus, unos decían una cosa, otros decían otra. Entonces salió un demonio, se presentó ante el Señor y dijo: Señor, yo voy a ser espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas (los de Acab), y él les va a creer y va a ir a Ramot y se cumplirá la palabra profetizada por Micaías. ¿Qué dijo Dios?: “Tú lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así”[4]. Dios le dio permiso. Note que quien propuso el engaño y lo hizo fue el demonio, pero no lo hubiera podido llevar a cabo si Dios no le dice: “Ve, pues, y hazlo así”.

A Pedro le dijo el Señor: “Simón, Simón, he aquí Satanás te ha pedido para zarandearte como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:31-32). Satanás pidió permiso para probar a Pedro. Si Dios no le da permiso, Satanás no hubiera podido tentar a Pedro. Igualmente tenemos el caso de Job, en el cual Satanás pidió permiso a Dios para probarle, y Dios le dio permiso para tocarle hasta cierto punto[5].

Ahora fijamos nuestra atención en Lamentaciones 3:37 cuando dice: “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?”. Cuando estamos hablando de la ordenación de Dios, notemos que habla de personas ordenadas por Dios para cierto fin, y también habla de eventos determinados de antemano por Dios. Poncio Pilato, Herodes, los gentiles y el pueblo de Israel hicieron por sí mismo y bajo su responsabilidad las cosas, pero Dios utilizó sus propias decisiones responsables para hacer que Su consejo se cumpliera. ¿Quién determinó que esas cosas sucedieran? La mano y el consejo de Dios.


Analicemos 1 Pedro 2:6-8: 6Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en ella, no será avergonzado. 7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados”. La última parte del verso 8 lo continúa Pedro ya no citando a Isaías 8:14, sino por la inspiración del Espíritu Santo. Quizá nosotros hubiéramos puesto el punto final ahí, pero el Espíritu Santo no se lo permitió todavía, porque es el Espíritu de Dios que todo lo sabe, y que ordena todas las cosas a un fin. ¿Significa esto que esas personas, aunque no quisieran, tenían que desobedecer? No. Lo que sucede es que Dios sabía que ellos querrían desobedecer. Dios sabía que eso era lo que ellos por su propia responsabili­dad harían, pero como El ya sabía que si El los creaba, eso irían a hacer, El pudo pesar las razones y decir: “¿Qué hago, las creo o no las creo? Los que van a ser desastres y se van al infierno, ¿los creo o no los creo? ¿Qué es más conveniente, crearlos o no?” Y Dios que es más sabio que nosotros, más justo que nosotros, más bueno que nosotros, más perfecto que nosotros, decidió crearlos sabiendo que ese iba a ser su final. Aunque ese final de ellos, es por la culpa de ellos, sin embargo quien los creó, sabiendo que iban a parar allá, fue Dios. “...a lo cual fueron también destinados”; o sea, al crearlos, ellos por su propia culpa van a conseguir ese destino. Y Dios lo permitió. Permitió al diablo, permitió a la tercera parte de los ángeles que cayeron y a millones de almas. Dios no manda a nadie al infierno. Para eso El envió a Su propio Hijo, pero los hombres lo han rechazado. Si alguien está en el infierno es por su propia culpa. Pero dice que fueron destinados porque Dios ya sabía que ese sería el destino final en que pararían, y los creó.

En proverbios 16:4, leemos: “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun al impío para el día malo”. Dios no lo hizo impío; el impío se hizo solo, pero Dios lo creó porque dice en Romanos 9:22-23: 22¿y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destruc­ción, 23y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria”. Si no hubiera habido un diablo que se rebelara, ángeles que se le plegaran y hombres que le siguieran la corriente, no se conocería el juicio de Dios; no se conocería la santidad de Dios como se puede conocer ahora; no se conocería la gracia de Dios, el perdón de Dios, la misericordia de Dios, la reacción de Dios; el carácter de Dios no se conocería si no hubiera habido diablo. ¿Cómo conoceríamos la misericordia de Dios si no hubiera a quién salvar y a quién perdonar del juicio que merece? ¿Y cómo conoceríamos los juicios que se merecen los que ofenden a Dios? No los conoceríamos si Dios no hubiera permitido que ese querubín perfecto, protector, ese sello de hermosura de que habla Ezequiel, se rebelara, y le siguieran la corriente muchos ángeles y muchos seres humanos. Pero si Dios lo permitió es para un bien mayor, el cual aparece aquí en Romanos 9:22-23. Dios no se alegra de lo que ellos hacen, pero los creó y los dejó libres, y los soporta porque sabe que va a mostrar algo en esas personas a quienes dejó en libertad para hacer todas esas barbaridades, y se las permitió hacer, con el propósito de manifestar Su justicia, su ira, su poder.


¿Acaso cuando nosotros vemos que están cometiendo alguna injusticia, no nos enojamos? Dios quería también mostrar su ira, que es santa y justa, perfecta; porque todo lo hizo para El mismo, para revelarse El. ¿Cómo íbamos a conocer la ira de Dios, el poder de Dios, la justicia de Dios, la gracia de Dios, si no hubiera libre albedrío para las criaturas, si no hay responsabilidad para los hombres? Y en esa responsabilidad, los ángeles y los hombres hacen barbaridades. Por un tiempo Dios permite, pero eso no es para siempre. De ahí que la frase seria es: “...preparados para destrucción”, y eso no es forzado por Dios, sino que los mismos hombres se dedican a hacer lo que quieren, y asimismo se hacen justamente dignos de castigo.
 
10. La Preparación de Antemano

También hay una preparación de antemano para gloria. A la palabra ordenar le añadimos la palabra preparar. Preparar es organizar las circunstancias desde antes para que después resulten como debe resultar. Es la preparación de antemano. Aun las buenas obras de los hijos de Dios están preparadas de antemano. En Efesios 2:10 leemos: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Hay una preparación de antemano de personas, y hay una preparación de antemano de obras de esas personas de parte de Dios, por la determinación del consejo y la mano de Dios.

Leemos en Judas 4: “Porque algunos hombres han entrado encubierta­mente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”. Por eso el Señor podía decir de antemano: 24El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (se puede leer toda la parábola en Mateo 13: 24-30).


Cuando más tarde el Señor explica la parábola, dice que el trigo son los hijos del reino y la cizaña son los hijos del malo; y note que el Señor ya, antes que sucediera la historia de la Iglesia, El estaba diciendo cómo es el reino de los cielos y cómo sería el asunto: que El sembraría los hijos del reino, pero que el diablo sembraría los hijos del malo, la cizaña. El Señor ya sabía que iban a haber personas que irían a ser cizaña, y las creó sabiendo que lo iban a ser, y las dejó en libertad de hacer lo que quisiesen, por su propia responsabilidad; y ellos por su propia responsabilidad y por instigación del diablo, se metieron dentro del campo donde estaban sembrados los hijos del reino y empezaron a hacer desastres y son los hombres que han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación. Tanto sabía Dios todo esto, que creó las plantas de trigo para simbolizar a unos y las plantas de cizaña para simbolizar a los otros.

Otro ejemplo también de la destinación anticipada de Dios, está referida al mismo Jesucristo en 1 Pedro 1:18-20: “18...sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. El Señor fue destinado desde antes de la fundación del mundo como Cordero. Antes que hubiera mundo no había hombres, y antes que hubiera hombres no había pecados humanos, y sin embargo Dios ya sabía que habría hombres y que habría pecado, y preparó de antemano el Cordero.
 
11. El don de la gracia de Dios antes de los tiempos de los siglos

La Biblia también enseña que la gracia es dada a los escogidos antes de la fundación del mundo. El don de la gracia es una determinación pretérita de Dios. En 2 Timoteo 1:9-10, leemos: “...quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”. La Divina Teleología se ocupa de esas decisiones de Dios para con la creación, antes de la creación misma ser hecha, antes de que se haga bien o mal en la creación; hay un conocimien­to anticipado de Dios, hay una elección de Dios conforme a su preconoci­miento, hay una predestinación a los conocidos por Dios, hay una ordenación para salvación, también eventos son ordenados por Dios; también el Cordero es destinado para salvar esos escogidos y la gracia les es dada a esos escogidos antes de la fundación del mundo, antes de los tiempos de los siglos.

Muchas veces pensamos que la gracia apenas nos la dio el Señor el día que recibimos a Cristo; pero la realidad es que desde ese día la empezamos a disfrutar; pero como Dios ya conocía los pecados que íbamos a cometer antes, entonces El preparó el Cordero para perdonar nuestros pecados, y porque nos escogió, vino y nos buscó y nos hizo conocer el evangelio y por el Espíritu Santo nos convenció de pecado, de justicia y de juicio y nos concedió la fe y nos concedió el arrepentimiento, y nos salvó no por obras de justicia que hubiéramos hecho, sino por la gracia de Dios. Es maravillo­so: el consejo de Dios, la determinación de Dios, la mano de Dios.
 
12. La mano de Dios
Hemos estado mencionando la mano de Dios. Eso tiene que ver con la intervención providencial, según el plan de Dios. Veámoslo de nuevo en Hechos 4:28: “...para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. El consejo tiene que ver con el conocimiento anticipado de Dios, Sus decisiones, con Su manejo soberano de las circunstancias, de manera que las cosas sean como El ha determinado.


1)Enseñanza dada en la localidad Rafael Uribe Uribe, Santafé de Bogotá, D.C., Colombia, el 1 de Junio de 1991
2)Mateo 20:16
[3]Paráfrasis de Mateo 24:24
[4]2 Crónicas 18:13-21
[5] Ver Job 1:8-12

 
 

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