|
(18)
Acuérdate.-
No puede dejar de enfatizarse demasiado la importancia que tiene para la Iglesia el retornar siempre a su fuente primitiva de donde obtuvo sus orígenes, su vida y su desarrollo legítimo.
Recordamos los encargos de Pablo de guardar el buen depósito de Dios, los encargos del apóstol Juan de retener lo que siempre se había recibido en el principio, sin ir más allá; ahora, en el Apocalipsis, también por mano de Juan, Jesucristo es el que hace este encargo a la iglesia de cada población.
En el capítulo tres del Apocalipsis leemos también en el verso tres, que el Señor le dice a la iglesia en Sardis: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré a ti como ladrón, y no, sabrás a qué hora vendré sobre ti”.
Es importante que el Señor aquí habla de que algo ha recibido la iglesia, que algo ha oído y ha recibido, y que debe guardarlo; que debe arrepentirse de no mantenerse en lo que ha recibido. Lo que oímos, y hemos recibido desde el principio, según el Nuevo Testamento, nos coloca en el Hijo y en el Padre; por lo tanto, debemos guardarlo y arrepentirnos de todo desvío. Debemos velar; es decir, hay un enemigo que quiere apartarnos de lo que hemos oído del Señor y de lo que hemos recibido.
Es importante que en el estudio profético, porque estos mensajes a las iglesias son profecía, además de ser un mensaje histórico a aquella iglesia histórica, sirven como proyección profética. Y Sardis, que significa “los escapados”, representa a la iglesia de la reforma; representa, no necesariamente la línea del catolicismo, sino más principalmente la línea del protestantismo; y el Señor le encarga a la misma línea de los escapados, a Sardis, que se acuerde de lo que ha recibido y oído. Y esto no se refiere, lógicamente, solamente al tiempo de la reforma, al tiempo de Lutero, de Calvino, de Zwinglio, de Melanthon, etc.; se refiere al principio de la Iglesia, el cual está registrado en el Nuevo Testamento.
El primer mensaje a las siete iglesias fue a Éfeso, que nos representa aquella iglesia del principio. Cuando leemos la carta a los Efesios de Pablo, nos damos cuenta de una profundidad tremenda en esta carta; pero cuando vemos la carta del Señor también a la iglesia en Éfeso en Apocalipsis, vemos que algo ha sucedido a la iglesia; entre esas dos cartas está la primera carta a Timoteo, que fue dejado en Éfeso para que él corrigiera aquellas cosas que estaban comenzando a suceder en Éfeso, pues se estaban apartando de la edificación de Dios, y enredándose en fábulas, en genealogías, en cosas profanas, en pláticas, en cosas innecesarias, con las cuales Satanás les distraía y desviaba.
Por eso es que el Señor le vuelve a decir a los Efesios en el capítulo dos, el versículo cinco: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.
|
|