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CONTENIDOS PAULINOS DE LA
ESCUELA DE LA OBRA CRISTIANA[1]
 
La obra neotestamentaria
Dios por Su Espíritu, ha realizado a lo largo de la historia un trabajo en continuidad. Esa es una de las razones por las cuales, cuando se encuen­tran ciertas expresiones en el Nuevo Testamento, vemos que ya habían sido usadas por Dios en forma preparatoria en el Antiguo Testamento. Dios está trabajando, pues, en continuidad. Así acontece con el concepto revelado de la obra del ministerio de la casa de Dios. En el Antiguo Testamento se habla de la obra; en el Nuevo Testamento se sigue hablando también, en continuidad, de la obra.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se nos dice en el capítulo 13, verso 2b: ... dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Y en el capítulo 14, verso 26: De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían partido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. Entre estos dos versos, a lo largo de los capítulos 13 y 14, podemos ver en qué consiste la obra a que fueron llamados los apóstoles, y qué fue lo que ellos cumplieron. Y en el Antiguo Testamento vemos la preparación tipológica en la obra del ministerio de la casa de Dios. Todos estos y otros pasajes, nos permiten hacer un estudio en el Nuevo Testamento, sustentado por el Antiguo, acerca de aquello en que consiste la obra.


Ahora, en el Nuevo Testamento, la obra es el antitipo espiritual de lo que fue la obra en la tipología veterotestamentaria. La obra en el Nuevo Testamento es el cumplimiento en continuidad de lo que fue la obra en el tipo previsto. Lo que Bernabé y Saulo realizaron durante los capítulos 13 y 14 de Hechos, es la obra del ministerio de la casa de Dios, la edificación del Tabernáculo, del Cuerpo de Cristo. Ellos salieron enviados por el Espíritu Santo y en comunión espiritual y práctica con el ministerio del Cuerpo, y evangelizaron, discipularon, fundaron iglesias con los discípulos que habían evangelizado y edificado, enseñaron a esas iglesias, y las instruyeron, poniendo las cosas en orden; establecieron presbiterios en las iglesias que ellos fundaron, e incluso, si era necesario, escuchar las acusaciones contra los ancianos por ellos establecidos, lo hacían y ejercían disciplina en caso de ser necesario. Pero no solamente los capítulos 13 y 14 hablan de la obra. También en Filipenses 1:22 y en 1 Corintios 16:10, Pablo nos sigue hablando de la obra como algo que tuvo continuidad después de los mencionados capítulos de Hechos. ... el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra... (Fil. 1:22a). Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo (1 Co. 16:10). En el plano de la nueva creación se realiza en el Nuevo Testamento lo que en el Antiguo Testamento era tipología.

 
Encargo apostólico
Ahora bien, entre todos esos trabajos de la obra, hay uno que se menciona en Hechos 19:9b-10: 9... y separó(Pablo) a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. 10Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. Entre todas las ocupaciones de la obra, una es, pues, enseñar el consejo de Dios como lo hizo Pablo en la escuela. Pero, además, Pablo enseñaba lo mismo en todas partes. En 1 Corintios 4:17 Pablo dice: Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. La obra, pues, de Pablo es continuada en todas partes y todas las iglesias.


Puede notarse que Pablo no sólo daba mensajitos sueltos aquí y allá, los cuales también tienen su lugar, sino que en todas partes enseñaba con coherencia el consejo de Dios. La administración de la Palabra cual logos, el kerigma y la didaké, es trabajo de los apóstoles; así como los profetas administran la palabra rema; lo cual también pueden hacer los apóstoles. El rema es para la ocasión coyuntural; pero además de eso, es necesario tratar de todo el depósito de Dios. Toda variedad de mensajes sueltos tienen lugar y corresponden al servicio de los profetas. Los profetas tienen el rema de Dios para la ocasión, pero debe además administrarse a las iglesias todo el consejo de Dios con coherencia. Por eso Pablo le escribía a Timoteo: Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Ti. 2:2). En este caso, a algunos podría parecerles que Pablo no lucía tan carismático. Pablo no le está diciendo a Timoteo aquí que se quede tranquilo, esperando a ver si en el espíritu recibe algún rema para compartir, aunque Pablo sabía que eso también sería de esa manera; Pablo más bien da a entender aquí que las verdades claramente ya reveladas por Dios, deben ser proclamadas y enseñadas, y que debe proveerse para su circulación. Así Pablo enseñaba en todas partes y en todas las iglesias. Y también dice a Timoteo: ... esto encarga. Los hombres fieles debían ser idóneos para enseñar también a otros. El contenido de la enseñanza apostólica debía ser encargado a un grupo de hombres que la transmitieran con fidelidad. Aquellos hombres debían ser preparados para que la enseñanza tuviera continuidad; la misma enseñanza apostólica, la misma fe una vez dada a los santos por el colegio apostólico es la enseñanza apostólica que constituye el contenido inmutable del encargo.

Algunos, pues, deben recibir ese encargo apostólico y velar que permanentemente, en una forma didáctica, sea transmitido, sin perjuicio alguno, por otra parte, de la espontaneidad espiritual del rema profético. La Biblia enseña que hay diversidad de ministerios, aunque el Señor es el mismo. Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de operaciones, pero Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo, pues multiforme es Su gracia y multiforme Su sabiduría. Nosotros no debemos encasillar al Señor en nuestra estrechez ni en una sola forma. A veces pretendemos encasillarlo diciendo que solamente nuestra forma es la correcta, pero que aquella otra forma no. Pero cuando miramos atentamente en el Nuevo Testamento, vemos su diversidad de operaciones. Debemos de dejar de ser estrechos y forzadamente uniformes en lo periférico, y debemos acoger todas las formas de Su operatividad diversificada. No siempre vemos en el Nuevo Testamento que todos practicaban siempre todo en una sola forma en lo relativo a lo coyuntural. No se trata, sin embargo, aquí de la fe inmutable. En la obra del Señor, no obstante, se ve la multioperacionalidad de Dios. Pero al mismo tiempo se ve la perennidad de los principios de fondo.
Respecto, pues, de la continuidad de la Palabra apostólica tenemos también que nos dice el Libro de los Hechos 28:30: "Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. Aquí vemos el kerigma del reino y la didaké cristiana. El kerigma es la proclamación y predicación apostólica; de tipo profético. La didaké es la ense­ñanza didáctica, coherente y ordenada. Predicando, pues, y enseñando acerca del Señor Jesucristo. El tema central del kerigma y de la didaké apostólica es el Señor Jesucristo; como está escrito en He­chos 5:42: "Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesa­ban de enseñar y predicar a Jesucristo". Claro está que hay también otros temas colaterales que acompañan el central, pero es el central el que le da su sentido a los demás. El tema central es el Señor Jesucristo.
 


La escuela de la obra

Teniendo, pues, en cuenta lo precedente, retornemos al capítulo 19 de Hechos, donde en este contexto debemos retomar el concepto de "escuela". La "escuela" de la obra realizada por Pablo en Efeso es una modalidad operacional escogida según la providencia y la conveniencia que siempre están de acuerdo en los arreglos de Dios. También nosotros podemos escoger en el permiso de Dios, la modalidad operacional de tipo escuela para procurar considerar de la manera más completa posible.
Sigamos, pues, de cerca ciertos indicios del capítulo 19 de Hechos para observar qué pistas nos da Lucas en este segundo Tratado acerca de los contenidos paulinos de su kerigma y didaké, y especialmente en el contexto de la escuela que Tiranno cedió a Pablo en la obra.
Desde los versículos 1-7 se nos describe lo que podríamos llamar el comienzo de la iglesia en Efeso. Eran por todo unos doce hombres. Pablo entró por tres meses en la sinagoga. El Señor Jesús había ordenado a Sus apóstoles que fuesen primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Por eso Pablo quería honrarlos, pues a ellos habían sido hechas primeramente las promesas, y a ellos debe primero honrárseles con el anuncio. Dios se había comprometido con el pueblo de Israel, y por eso a ellos va primero. Por eso la mujer sirofenicia debía comprender que no estada bien tomar el pan de los hijos para dárselo a los perrillos. Dios pensaba hacer Su obra con todos, pero debía comenzar por quienes había escogido. Si está el presidente presente, no podemos deshonrarlo dejándolo de lado para ir a saludar primero al guardaespaldas o al sirviente. No se puede deshonrar al general honrando primero al soldado. Una nota diplomática debe llegar primero a la cancillería antes que a los medios de comunicación. Así también Pablo debía ir primero a la sinagoga para honrar al pueblo del pacto, que esperaba el cumplimiento de la promesa. Ya habría tiempo después para los demás menesteres. Debemos, pues, guardar el orden de Dios. Él había estado haciendo un trabajo con Israel, y le había hecho promesas, y por tanto consideró correcto llegar primero a ese pueblo para honrar Su Palabra. La mujer sirofenicia se quiso adelantar un poco y el Señor hubo de reprenderla con mucha paciencia, incluso concediéndole lo que en su impertinencia se adelantaba a tomar sin dar tiempo a que los hijos, con quienes había un compromiso previo, recibiesen su porción. Ahora bien, una vez que los hijos estuviesen saciados, o si Israel desechaba la visitación, entonces sí sería el tiempo de volverse a los gentiles. Gracias a Dios, que cuando Jesús explicó a la sirofenicia que no estaba bien quitar el pan de la boca de los hijos para tirarlo a los perrillos, ella acató el orden de Dios, y puesto que también es verdad que de la mesa de los hijos caen migajas a tierra, el Señor le abrió un paréntesis, pero sin ser desleal a su pueblo Israel.


Pero también preparó el Señor con fidelidad a Israel respecto de los demás: También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor[2]. Dios había preparado mediante Su Palabra a Israel para el momento de los gentiles. Israel era quien tenía primero las promesas. De ellos habían sido los profetas. Por eso también Pablo fue primero a ellos, pero también les dijo:A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí nos volvemos a los gentiles"[3]. Pero Dios fue leal, el Señor Jesús fue leal, y el apóstol Pablo lo hizo así también por el Espíritu Santo. Así que Pablo en Éfeso habló con denuedo en la sinagoga por espacio de tres meses. Por tres meses Pablo estuvo cumpliendo la cortesía debida al pueblo escogido. Allí estuvo persuadiéndoles acerca del Reino de Dios. El Reino de Dios era su tema. Algo relacionado con toda la economía de Dios. Fue solamente después de que se endurecieron y maldijeron el Camino, que Pablo se apartó de ellos, y separó a los discípulos y comenzó a enseñarles en la escuela. Esto, porque varios de los judíos se definieron en contra.


Comienza entonces Pablo a discutir cada día en la escuela. Un discípulo llamado Tiranno tenía una escuela. La palabra escuela proviene del griego y les significaba inicialmente ocio, pues allí se reunían jonios a filosofar. Muchos filósofos enseñaban en escuelas. Era la costumbre cultural. Y Pablo adoptó esa modalidad. En aquellas escuelas se estudia­ban varias materias, como filosofía, y hasta geometría. Posiblemente Tiranno había sido un filósofo que había abierto su propia escuela conforme la costumbre de la época. No sabemos si hasta incluso enseñaba gramática o matemática. Pablo, pues, continuó en la escuela el trabajo que había iniciado en la sinagoga. Las sinagogas también eran casas donde se enseñaba la Torah. Al llegar Pablo a la escuela de Tiranno se cambió obviamente el pensum. Ahora debían considerarse otras importantísimas cosas; y justamente esas cosas son las que nos interesan especialmente en nuestro contexto. Debemos seguir atentamente, pues, los contenidos paulinos de la escuela, ahora no de Tiranno, sino de la obra que el Señor envió a hacer a Pablo. La escuela había sido de Tiranno, pero el Señor por Pablo se la tomó y llegó a ser entonces una escuela de la obra cristiana, como la de Orígenes en Cesarea, y Luciano en Antioquía, y Cirilo en Jerusalén, y Agustín en Hipona, y Calvino en Ginebra, y Watchman Nee en el Monte Kuling. Estas escuelas han sido muy utilizadas por el Señor y Su pueblo en la historia de la Iglesia, como lo fueron también en los tiempos rabínicos intertestamentarios, como las escuelas de Hilel, Shamay, Gamaliel, Ismael, Akiva, etcétera. La escuela es, pues, una modalidad entre muchas para cumplir el ministerio de la obra. Una modalidad operacional entre varias opcionales. Y nosotros también la hemos escogido entre otras cosas.

Aquellos, pues, que eran de un mismo sentir con Pablo, se apartaron de la sinagoga y se acomodaron en las instalaciones de Tiranno. Y en vez de enseñar oratoria, o filosofía, o geometría, etcétera, se abrieron las puertas al Evangelio de Dios. Por espacio de dos años, todos los días Pablo estaba dedicado al ministerio de la enseñanza. Algunas variantes de algu­nos pocos manuscritos antiguos del pasaje de Hechos 19 incluso nos dan las horas diarias del trabajo de Pablo en la escuela. Tal trabajo tuvo repercusiones en toda Asia. No se limitó tan sólo a Éfeso. Probablemente personas de los alrededores asistían allí y luego llevaban la enseñanza a sus respectivas localidades. Cerca de Éfeso estaban Colosas, Laodicea, Hierápolis. Epafrodito era el contacto de Pablo en Colosas. Por la epístola de Pablo a los colosenses 2:1 y 4:13 sabemos que aunque Pablo no era conocido de rostro en aquellas localidades, su ministerio sí lo era gracias a la fidelidad de Epafrodito, o de Filemón, o de Arquipo, o de Onésimo, o de Ninfas. Éfeso llegó a ser, pues, un centro de la obra en Asia, en el cual después de Pablo quedó Timoteo, luego al apóstol Juan; tal como centros de la obra fueron también Jerusalén y Antioquía. Notamos así la continui­dad del trabajo de Dios con sus siervos. El resultado de los dos años de enseñanza continua de Pablo en la escuela de la obra en Éfeso repercutió favorablemente en toda la provincia de Asia.
 
Pablo enseñaba la Palabra de Jesús
Un verso clave en el capítulo 19 es el 10, donde se nos dice: ...oyeron la palabra del Señor Jesús. Lo que se enseñaba, pues, a partir de aquella escuela era la palabra del Señor Jesús. Lo que el Señor Jesús enseñó era el contenido de aquella escuela. La palabra del Señor a partir de aquella escuela en Éfeso pasó a toda la provincia de Asia, tanto a judíos como a griegos. También Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, confirmando la palabra. Aparece aquí el resto del ministerio paulino además del didáctico. Una escuela de la obra, como la de nosotros aquí, debe conocer, pues, su fundamentación.


Por las palabras del platero de Artemisa, Demetrio de Éfeso, registradas por Lucas, tenemos otros importantes indicios, como también de las palabras de los hijos de Esceva exorcistas ambulantes, que decían: Jesús el que predica Pablo. Pablo, pues, predicaba a Jesús. Ese era su centro. Demetrio el adorador de Artemisa decía: "...pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos (19:26). Pablo enfatizaba, pues, el monoteísmo, el contenido fundamental de la Teología Propia.

Pablo encaró el ambiente pagano con la Revelación Especial Divina. La Revelación Divina enfrentándose a la cultura pagana. Eran derribadas las argumentaciones filosóficas del paganismo, y derribados los agarrade­ros de la idolatría. No había en Pablo ninguna contemporización, ni colocaba al cristianismo en plano de igualdad con las religiones compara­das. Pablo no estaba haciendo componendas, sino que enfrentaba la mentira, pues tenía verdadera fe en la revelación cristiana. Lo que él enseñaba era Revelación de Dios, pero lo que la cultura enseñaba eran cosas de los hombres y de los demonios. Pablo tenía mucha claridad. Solamente quien no está claro está dispuesto a hacer componendas con la cultura pagana. Es necesario enfrentar la cultura secular con la Revelación Divina acerca de todos los items, de los que Dios ha hablado. Satanás no podía quedar indiferente con la presencia de Pablo allí, y levantó un alboroto mediante los plateros. Pablo tuvo que despedirse, pero después de recorrer otras regiones, pasa por Mileto y manda a llamar a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Había iglesia y presbiterio ahora en Éfeso. En Mileto encontramos expresiones claves. Así que por las propias palabras de Lucas, y las de los hijos de Esceva, y las de Demetrio de Artemisa y aquellas paulinas al presbiterio de Éfeso en Mileto, encontramos los contenidos paulinos de la escuela de la obra.
 
Metanoia y pistis
En Hechos 20:17-35 está el discurso de despedida de Pablo en Mileto. En los versos 20 y 21 hallamos el anuncio público y doméstico; la enseñanza pública y doméstica de todo lo útil, el testimonio acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en Dios, a judíos y gentiles. Anuncio, enseñanza y testimonio. Metanoia y fe en relación a Dios. La misma palabra para judíos y gentiles. Debajo de la palabra “útil o provechoso del verso 20, se esconde mucho contenido. "Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros. Otra vez aquí kerigma y didaké. La enseñanza pública seguramente en la sinagoga y en la escuela. Por las casas en consejería y reuniones domésticas.


El testimonio acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo, coincide con la evangelización del Señor mismo, según lo registran Mateo y Marcos en sus evangelios, cuando re­corría Galilea predicando el arrepentimiento, la fe en Dios, en el evangelio, la llegada del tiempo y del reino. Es decir, perfectamente correspondiente con la doctrina fundamental descrita en Hebreos 6:1-2. Vemos, pues, aquí el lugar de los fundamentos, los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo, en el contenido paulino de la escuela de la obra y demás. Los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo es enseñanza apostólica fundamental.

El asunto de los rudimentos y fundamentos no puede faltar como contenido en un plan orgánico en la escuela de la obra. Metanoia y Pistis, arrepentimiento y fe, son la materias pre­liminares a este respecto. Lo cual es seguido por lo relativo al reino, lo cual incluye la doctrina de bautismos, resurrección de muertos y juicio eterno. Hebreos 6:1-2 desglosa ese fundamento. Mateo y Marcos lo confirman. Eso fue lo que también el Señor Jesús mandó que enseñasen sus discípulos. Y fue lo que sus apóstoles enseñaron.
Después sigue Pablo diciéndoles en Mileto que él, ligado en espíritu, sube a Jerusalén, y añade: 24...con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. 25Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. 26Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; 27porque no he rehuido anuncia­ros todo el consejo de Dios" (Hch. 20:24b-27). Vemos aquí en este cor­to pasaje algunos indicios claves de los contenidos paulinos de la escuela de la obra en Éfeso: la carrera, el ministerio, el testimonio del evangelio de la gracia de Dios, la predicación del reino de Dios, la protesta del atalaya, el anuncio de todo el consejo de Dios.
Alrededor del concepto de "testimonio, por ejemplo, Pablo en esta despedida lo refiere inicialmente a tres aspectos prioritarios y preliminares:
1. Testimonio acerca del arrepentimiento para con Dios, dado a judíos y a gentiles ( v.21);
2. Testimonio acerca de la fe en nuestro Señor Jesucristo (v.21);
3. Testimonio del evangelio de la gracia de Dios (v.24).
Así, pues, que todo lo relativo a este testimonio, al fundamento de los primeros rudimentos de la doctrina de Cristo, y todo lo relativo al evangelio de la gracia de Dios y la predicación del reino, es contenido paulino de la escuela de la obra. Es decir, los fundamentos, como también toda "la palabra del Señor Jesús" (Hechos.19:10), "todo el consejo de Dios" (20:27).
 
La enseñanza paulina<
 

 
 

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