Un ¡alto! puede salvarle la vida.
Dios desea comunicarle algo, antes de que usted siga de largo, y se pierda definitivamente.
No está en sus manos su futuro. Un minuto para atender a Dios, aquí y ahora, puede significar su salvación eterna.
Dios sí sabe de qué necesita usted ser salvo, aunque usted por ahora no lo sepa.
Dios lo hizo a usted con un propósito, y ahora interviene en su vida para hablarle.
El Dios de la gloria, Creador único de todas las cosas, se ha revelado a los hombres mediante Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es el eje y la explicación de todas las cosas. Él es la Luz, la única que puede alumbrarle realmente.
Dios le ama y le comprende. Porque lo ha pensado a usted desde antes, fue porqué lo creó. Y ahora mismo le ha encontrado para hablarle, pues le ha estado buscando, aunque usted no se ha dado cuenta.
Él quiere decirle que está dispuesto a perdonarle todo pecado, y justificarle, con base en los méritos de Su Hijo Jesucristo en Su sacrificio en la Cruz.
El Hijo de Dios, que llegó a ser un hombre verdadero, y el Mesías profetizado de la historia, ha pagado en la Cruz el precio de todos los pecados de usted.
Al tercer día resucitó y se presentó vivo ante muchos testigos, pues Dios lo levantó de entre los muertos para mostrar que Él es Su Hijo y que ha recibido Su sacrificio en expiación por los pecados de todos los hombres, para que quien le creyere y le recibiere sea eternamente salvo por la fe en Sus méritos y en Su nombre.
Si usted cree y por Su gracia lo decide, puede invocar ahora mismo a Dios en el nombre de Jesucristo, y decirle de todo corazón que usted reconoce que ha pecado mucho, pero que por Su gracia se arrepiente de todos sus pecados, y que usted lo recibe a Él como su Salvador y Señor, como el Hijo de Dios completamente resucitado de entre los muertos y sentado a la diestra del Padre, aceptando con toda fe el sacrificio que Él hizo por usted en la Cruz, de manera que Su sangre le limpia de todos los pecados por la fe.
Jesús dijo en Su Palabra:
"Ninguno que a Mi viene Yo lo hecho fuera",
"Venid a Mi todos los que estáis cargados, trabajados y cansados, y Yo os haré descansar",
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; Nadie viene al Padre sino por Mi".
Jesucristo ha resucitado de entre los muertos ante testigos, y ante quienes mostró Su gloria; y ¡está vivo!; ¡está ascendido a la diestra del Padre! y conoce todos los secretos de su corazón, pero le ama y desea salvarlo.
Dios desea que usted mismo se pronuncie definitivamente por Su gracia.
Hable con Él en el nombre de Su Hijo Jesucristo, recíbalo por la fe de todo corazón, y encomiéndele en Sus manos todo su ser, su pasado, su presente y su futuro eterno. Si usted lo toma en serio, Él también lo tomará a usted en serio y le será fiel a usted y a su fe. Él es la misma Fidelidad Divina encarnada, el Testigo Fiel y Verdadero.
Reconcíliese ahora mismo con Dios por medio de la fe en Jesucristo; arrepiéntase, pídale perdón y crea. No permita que su orgullo y necedad le arrebaten la salvación eterna prometida por Dios a los que creen en Su Hijo. Pídale perdón y misericordia. Él será justo en perdonarle, pues Jesucristo ya pagó el precio de sus pecados y usted cree y lo recibe de parte de Dios, de todo corazón.
No se haga el inocente, ni sea descuidado, porque entonces sus males le alcanzarán.
La manifestación del reino de los cielos profetizada, está más cerca que nunca. Jesucristo regresará pronto, vendrá por segunda vez como lo prometió, y hará juicio. Los acontecimientos de este siglo, cada vez más dolorosos, son las señales profetizadas por Él que anuncian Su cercanía.
Él ha dicho que si alguno no está con Él, entonces está contra Él. ¿De parte de quién está usted?
No sea tibio. Comprométase en serio con Jesucristo, pues Él mismo le ayudará a hacerlo. Hable con Dios ahora mismo desde lo más profundo de su corazón y reciba Su ayuda. Confíe en Él, pues nunca ha defraudado a nadie que en verdad le busque y le reciba. No depende de nuestros métodos , sino de Su misericordia, gracia y justicia. Justicia por que yá pagó por usted con Su propia muerte y usted le ha creído.
La manifestación, pues, del reino de Dios está cerca, y el sistema actual de esta mundo se acaba. No se obstine en seguir sus propios caminos hasta el infierno. ¡El infierno sí existe! ¡Muchos lo conocen y no es ninguna broma!
Vuélvase a Dios por Su gracia ahora mismo. El temor reverente de Dios es la sabiduría.
No confíe en sus propias promesas. Confíe en la ayuda que Dios da a los débiles. Confíe en Su misericordia, gracia y justicia, sin falsedades ni posturas. Exprésese tal como ustted mismo es. Dios, que lo creó, le entenderá mejor que usted a sí mismo.
¡Escúchele ahora! El mañana no es suyo, y la eternidad es irrevocable. No arriesgue su futuro eterno en su insensatez. Sea sabio. Atienda la Palabra de Dios que está en la Biblia, Las Sagradas Escrituras, que por inspiración divina escribieron los profetas y apóstoles del Señor.
Lea atentamente la Sagrada Escritura, pidiéndole a Dios que por Su Santo Espíriru le ayude a entender. Considere a Jesucristo muy atentamente.
No se engañe a usted mismo, porque la muerte le espera seguramente cuando y donde usted menos lo espera y ni se lo imagina.
No se deje engañar por los hombres, ni por su propia torpeza. Sólo Dios te puede dar vida eterna, por medio de Su Hijo y Su Santo Espíritu. Busque directamente a Dios, a quien hallará en Su hijo Jesucristo, comforme a las Sagradas Escrituras. Sea honesto y Él será fiel con usted.
Él le está ofreciendo el perdón de sus pecados, para limpiarlo mediante la fe con la sangre de Su Hijo Jesucristo. También ha prometido venir entonces a morar en su espíritu, por medio del Espíritu Santo, para regenerarle, renovar su alma, vivificarle en las debilidades, inspirarle, enseñarle, comunicarle todo lo que Él es y ha hecho por usted; también para corregirle y fortalecerle interiormente para el supremo bien.
Usted mismo sería culpable, si rechaza o rehúsa esta bendición. El remordimiento le perseguirá siempre.
Dígale, pues, a Jesucristo, que usted cree en Él, por Su gracia, y le recibe, y de todo el corazón le entrega su vida. Pídale también con confianza que le guíe a usted y a los suyos. No espere a los demás. Recíbale usted primero, para que los suyos lo reciban más fácil.
Sea bautizado en Cristo. Sea un verdadero cristiano. Forme parte de la familia de Dios, que es una sola, formada por todos sus verdaderos hijos, aquellos que le creen y han sido perdonados de sus pecados, al ser comprados eternamente por la sangre de Cristo, y regenerados para siempre por Su Espíritu.
Reúnase con cristianos genuinos para agradecer y adorar a Dios, y aprender considerando Su Palabra, Las Sagradas Escrituras, y para animarse para hacer el Bien con la ayuda de Dios. Prepárese para la manifestación del reino de Dios que está cerca.
No se deje distraer, ni arrastrar por el diablo. Enfóquese de lleno en Jesucristo, y conocerá de verdad a Dios, Su amor, Su plan y Su propósito.
Dios quiere que usted le conozca verdaderamente como a Padre, y se goce con Él, y con lo que Él ha hecho, y con lo que se ha propuesto hacer con los que le aman y reciben con confianza.
Jesucristo interviene. Su Espíritu se está moviendo y actuando.
No todo será siempre guerras, masacres, alborotos, terremotos, hambres, desastres, enfermedades, injusticias, violencia y maldad. Estos son los estertores finales de este sistema del mundo, los dolores de parto cada vez más frecuentes e intensos por la maldad en la tierra. Alboreará, y pronto se verá la manifestación del reino de los cielos con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Espérelo. Viene pronto.
Encare la vida con la ayuda del Divino Espíritu. Mejórela desde ya con Jesucristo. Su confianza en Él le permite salvarle. Su incredulidad y rebelión le deshonran y harán que permanezca sobre usted la condenación eterna.
Usted no está sólo. Dios está con usted y por usted; pero usted debe recibirlo por Su gracia. Nosotros, los cristianos, también estamos por usted. Decídase.
Este mensaje delante de usted, significa que usted ya ha sido llamado. No tenemos excusa.
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Gino Iafrancesco V., Facatativá, Cundinamarca, Colombia, 1985.
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