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El espíritu y el alma humanos tras la caída.-
En el numeral anterior habíamos comenzado a considerar la caída del hombre, lo que aconteció al ser tripartito del hombre con la caída, con el pecado que se suele llamar original, o sea el primer pecado del hombre; no nos referimos aquí al pecado que tuvo comienzo en el cielo con Satanás; ahora estaremos hablando del pecado del hombre.
El espíritu del hombre se separó de Dios, murió; por eso la sensibilidad del espíritu humano quedó amortecida para distinguir el movimiento del Espíritu de Dios. Con el pecado, entonces, sucedió la muerte del espíritu humano, la separación del espíritu del hombre de la vida de Dios; quedó, entonces, el hombre muerto.
Recordemos que hay tres palabras para vida en el Nuevo Testamento: una, bios, que se refiere a la vida biológica del cuerpo; otra, psiqué, que se refiere a la vida psíquica del alma; y la vida zoé, que se refiere a la vida divina, la vida del árbol de vida; es árbol de zoé, la vida de Dios; el hombre quedó excluido de la vida de Dios por el pecado.
Ahora bien, si eso le sucedió al espíritu del hombre, y si el hombre había sido diseñado para tener comunión con Dios, y guiarse por Dios desde el espíritu, entonces ¿qué le sucedió al alma del hombre, ya no al espíritu, el lugar santísimo de este templo, sino al alma, el lugar santo? Pues bien, como el espíritu quedó separado de Dios, entonces el alma tomó por sí sola la dirección del hombre; el alma llegó a establecer su propio gobierno; el hombre comenzó a auto-gobernarse separado de Dios; es decir, el alma se convirtió en el yo auto-centrado, se convirtió en el ego; ahora el alma no se sujetaba a la dirección del Espíritu de Dios, sino que el alma se gobernaba por sus propios pensamientos, por sus propios sentimientos, por su propia obstinación; empezó a desarrollar el ego, a hacer lo que se le da la gana; eso es lo que comenzó a suceder en el alma del hombre después de la caída.
Es curiosa la pregunta que le hace el Señor a Adán en el momento de la caída; en Génesis, capítulo tres, le pregunta el Señor: ¿dónde estás tú? verso 10; y él respondió: oí Tu voz en el huerto y tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí. Y Dios le dijo: ¿quién (que pregunta tan sabia de Dios), quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mande, no comieses? Vemos que, con la pregunta de Dios, el alma del hombre queda expuesta. Cuando el Señor le dice: ¿quién te enseñó? También el enemigo es expuesto; nos damos cuenta de que el hombre había empezado a actuar en independencia de Dios; no era el plan de Dios que el hombre actuara independientemente de Él; cuando Dios le pegunta: ¿quién te enseñó?, Dios está haciéndole discernir al hombre la fuente de su conocimiento; si su conocimiento venía de Dios, de una comunión con Dios, del Espíritu de Dios, o si había sido simplemente de otra fuente.
El hombre comenzó a hincharse a sí mismo, a desarrollar su propio ego rebelde; y por eso el Señor le dijo: ¿comiste del árbol que yo te mandé no comieses? También la voluntad del hombre comenzó a desarrollarse en una dirección contraria a la voluntad de Dios; la voluntad le fue dada al alma del hombre, para estar en un acuerdo libre con Dios; pero desde la caída el hombre se volvió egoísta.
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