EVOLUCIÓN DE LA EXPRESIÓN DOGMÁTICA (2)

   
 


 

 

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ANTICIPACION PROFETICA MESIANICA

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B. ESCRITORES Y CONTROVERSIAS SIGUIENTES

JUSTINO MÁRTIR. Muerto en 165, escribía por el año 150:

"Nosotros adoramos y amamos, después de Dios, el Verbo, que procede del mismo Dios ingénito e inefable; pues Él, por amor nuestro, se hizo hombre para ser participante de nuestros sufrimientos y curarlos" (2a. Apología 13:4‑6).

MELITÓN DE SARDIS. Escribía por entre los años 160‑170 una homilía sobre la Pascua, donde se expresaba en estos términos acerca de Cristo:

"...Nacido como Hijo, conducido como cordero, sacrificado como una oveja, enterrado como un hombre, resucitó de los muertos como Dios, siendo por naturaleza Dios y Hombre. Él es todo: por cuanto juzga, es Ley; en cuanto enseña, Verbo; en cuanto salva, Gracia; en cuanto que engendra, Padre; en cuanto que es engendrado, Hijo; en cuanto que sufre, oveja sacrificial; en cuanto que es sepultado, HOMBRE; en cuanto que resucita, Dios. Este es Jesucristo, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos" (8‑10).

ATENÁGORAS DE ATENAS. Muerto en el año 180, se expresa en estos términos:

"El Hijo de Dios es Verbo del Padre en idea y en poder. Todo fue hecho por medio de Él, siendo uno el Padre y el Hijo; el Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo..."; "El Hijo es el primer brote del Padre, no como hecho, puesto que desde el principio Dios, que es inteligencia eterna, tenía en Sí mismo al Verbo, siendo eternamente racional..."; "...admitimos a un solo Dios... ¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten a un Dios Padre, y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran Su potencia en la unidad y Su distinción en el orden?"


Del Espíritu Santo dice Atenágoras ser una emanación de Dios que “brota y regresa como un rayo de sol"; y se expresa también así:

"Nos conmovemos por llegar a conocer al verdadero Dios y al Verbo que está en Él, cual es la comunión que hay entre el Padre y el Hijo, lo que sea el Espíritu, cual sea la unidad de tan grandes realidades y la distinción entre los así unidos, el Espíritu, el Hijo y el Padre".

TEÓFILO DE ANTIOQUÍA. En el año 181 moría el obispo Teófilo de Antioquía, quien un poco antes escribía a su amigo Autólico, tres libros apologéticos. Es este Teófilo el primero en que se encuentra la expresión traducida TRINIDAD aplicada a Dios; la palabra griega que usó es Τριας (Triada). He aquí la cita en que aparece por primera vez esta palabra a fines del siglo II:

"Los tres días que preceden a la aparición de las lumbreras, son tipos de la Trinidad (Τριας): de Dios, de Su Verbo y de Su sabiduría".

También Teófilo de Antioquía es el primero en el registro histórico en que aparece en su expresión una diferenciación entre el Verbo como inmanente en Dios, y el Verbo proferido.


IRENEO DE LYON. Contemporáneo a Teófilo de Antioquía fue Ireneo de Lyon (140-202), discípulo en su juventud de Policarpo de Esmirna. Fue uno de los más sobresalientes defensores de la fe ortodoxa contra las herejías que comenzaban a infestar por todas partes el siglo II. Ireneo combatió eficazmente el gnosticismo, al que el apóstol Pablo combatía ya en su carta a los Colosenses. El gnosticismo pre-cristiano se vistió de terminología cristiana a partir del discípulo gnóstico de Dositeo, Simón Mago; éste a su vez tuvo dos importantes discípulos: MENANDRO y GEMELO, del cual surgieron los gemelitas y apoctatitas. A Menandro le sucedió SATORNIL, y así se extendió la falsa gnosis, tomando diferentes matices, entre los cuales figuran como los principales tipos de gnosticismo el de BASÍLIDES, discípulo de SATORNIL, y también las líneas de CARPÓCRATES y VALENTÍN. A éste último le sucedieron Herácteron, Ptolomeo y Florino, contemporáneo y antiguo amigo de Ireneo. A Basilides le sucedió Isidoro, y a Carpócrates, Epifanes. Entre los valentinianos sobresalieron Bardesano y luego Armonio. Fueron gnósticos también Teodoto y Marco, al que alude Ireneo en sus escritos. Taciano fundó la secta de los encratitas, siendo Julio Casiano uno de sus principales herede­ros. Descolló, además, el hereje Marción, a quien sucedió Apeles con un tipo extraño de gnosticismo. Todos estos herejes, sostenían extrañas revelaciones adaptando para sí evangelios apócrifos espúreos, lo mismo que otros escritos, pretendiendo ser poseedores de una tradición secreta de Cristo. Contra tales se levantó Ireneo, haciéndose campeón de la ortodoxia. En contra de las descabelladas interpretaciones gnósticas, Ireneo sostuvo la fe original heredada del apóstol Juan por Policarpo, y refrendada por las Escrituras y la tradición de las iglesias apostólicas. Ireneo sostenía: "Dios se ha manifestado por el Hijo, que está en el Padre y tiene en Sí al Padre" (Contra las Herejías 2,28.6).

Los gnósticos, y en especial Marción, decían ser uno el Padre de Cristo, y otro el Dios de Israel, quién, según ellos, apenas era una potestad inferior. Otros gnósticos eran tan extremadamente dualistas, que separaban al logos del hombre Jesús. Ireneo respondía:

"Juan no conoce sino un único y mismo Jesucristo para quien las puertas del cielo se abrieron en Su ascensión en carne, y que igualmente, volverá en esa misma carne en la cual padeció para revelarnos la gloria del Padre" (L. III. 16:8)

Aunque Ireneo era contemporáneo de Teófilo de Antioquía, no usa nunca el término Trinidad. Acerca de Dios decía Ireneo:

"Él poseía un ministerio de inefable riqueza, siendo asistido en todas sus obras, por aquellos que son a una vez su primogeni­tura y sus manos, a saber, el Hijo y el Espíritu, el Verbo y la Sabiduría, a quienes a su vez ministran sumisos todos los ángeles".


A fines del siglo II y a comienzos del III, se acentuaba la controver­sia sabelianista. Bajo el peso del judaísmo, muchos se negaron a aceptar ningún tipo de distinción en Dios, diciendo que Padre, Hijo y Espíritu Santo eran meramente máscaras, negando así la subsisten­cia real y eterna del Hijo que es el Verbo con Dios. Uno de los principales defensores de tal corriente fue Sabelio; también lo fueron Noeto, Teodoto, Cleómenes, Epígonos y Pråxeas, los principales exponentes del modalismo, adopcionismo, monarquismo y patripa­sionismo. Modalismo en el sentido de que Padre, Hijo y Espíritu Santo eran simples modos o maneras temporales de mostrarse Dios. Adopcionismo en el sentido de que el Hijo sería un mero hombre donde moraba el Espíritu, el cual divinizó o adoptó al tal hombre. Patripasionismo, en el sentido de que fue el Padre quien supuesta­mente sufrió la pasión.

Durante la reforma protestante, Miguel Servet sostuvo tales ideas. En este siglo XX lo opinan los unitarios y los "Sólo Jesús". No obstante, el tercer siglo y los siguientes demostraron la herejía de tal concepción.

TERTULIANO DE CARTAGO. Contra el presbítero Práxeas de Roma escribió Tertuliano de Cartago (155‑220); en su obra "Contra Práxeas" emplea por primera vez en latín la palabra TRINI­DAD. Teófilo en griego había usado Τριας; Tertuliano en latín introduce técnica y definitivamente el vocablo TRINIDAD. Para expresar el dogma, Tertuliano es también el primero en emplear la fórmula: "una substancia y tres personas en Dios". Escribe Tertuliano así:

"Son tres, pero no por la cualidad, sino por el orden; no por la substancia, sino por la forma; no por el poder sino por el aspecto; pues los tres tienen una sola substancia, una sola naturaleza, un solo poder, porque no hay más que un solo Dios. Mas por razón de su rango, de su forma y de su aspecto, se les designa con nombres, Padre, Hijo y Espíritu Santo".

HIPÓLITO DE ROMA. Discípulo de Ireneo fue Hipólito de Roma (160‑235), quien combatió el modalismo patripasionista en Roma contra el bando de Calixto papa, por lo cual fue llamado el primer antipapa. Papa llamábase en la antigüedad a todos los obispos prominentes de cualquier parte del Imperio; no obstante Calixto era obispo de Roma, a quien Hipólito combatía por su sabelianismo. He aquí la doxología de Hipólito:

"...por tu Hijo Jesucristo, por quien sea a ti la gloria, el poder y el honor, al Padre y a1 Hijo con el Espíritu Santo (en tu gloria) ahora y por los siglos de los siglos, amén".


NOVACIANO, quien murió en 257, y que también residió en Roma, resume la teología que se encuentra en Ireneo, Hipólito y Tertuliano. No usó el término TRINIDAD; refutó el docetismo, el ebionismo, el adopcionismo, modalismo, patripasionismo. Abun­dantes son sus citas de las Escrituras. Puesto que fue el primero en Roma en escribir en latín, capacitó a Occidente para competir con el oriente. Novaciano amplió el significado de la terminología de Tertuliano. Introduce la expresión: VERBO ENCARNADO. Del Hijo escribe:

"Dios, con toda certeza, procedente de Dios, constituyendo la segunda Persona después del Padre, por ser el Hijo, sin desposeer por eso al Padre, de la unidad de la Divinidad".

Novaciano, de la misma manera como Tertuliano e Hipólito, presenta a1 Hijo, el Verbo, como subordinado al Padre.

ORÍGENES (184‑254). Usa desinhibidamente el vocablo TRINIDAD; introduce además el uso de la palabra griega HO­MOOUSIOS, es decir, consubstancial, de la misma esencia, el cual fue usado en el Concilio de Nicea (325). Es también Orígenes el primero en usar el vocablo griego TEOANTROPOS, es decir, Dios‑hombre, referido a Jesucristo. Empleó en sus definiciones términos como OUSIA, esencia, y PHYSIS, naturaleza. Dice Orígenes:

"La Sabiduría, por proceder de Dios, es engendrada también de la misma substancia Divina. Bajo la figura de una emanación corporal, se le llama así: «Emanación pura de la gloria del Dios Omnipotente»" (Sab. 7:35). “Estas dos comparaciones manifies­tan claramente la comunidad de substancia entre el Padre y el Hijo. En efecto, toda emanación debe ser HOMOOUSIOS, o sea de una misma substancia con el cuerpo del cual emana o procede" (In. Hebr. 24357).

En Arabia, en el año 245, Orígenes y Heráclides llegan a un acuerdo concluyendo así un prolongado diálogo en presencia de muchos obispos:

"‑Orígenes: ¿El Padre es Dios?

‑Heráclides: Si.

‑O.: ¿El Hijo es diferente del Padre?

‑H.: ¿Cómo podría ser simultáneamente Hijo y Padre?

‑O.: El Hijo, que es distinto del Padre, ¿es también Dios?

‑H.: También Él es Dios.

‑O.: ¿De esta manera los dos Dioses forman uno solo?


‑H.: Sí.

‑O.: Por consiguiente ¿afirmamos que hay dos Dioses?

‑H.: Sí, pero el poder es UNO".

GREGORIO TAUMATURGO (213‑273), se expresa así en su exposición de la fe:

"Hay un solo Dios, Padre del Verbo viviente, de la Sabiduría subsistente, del Poder y de la imagen eterna; Engendrador perfecto del Perfecto Engendrado, Padre del Hijo Unigénito. Hay un solo Señor, Único del Único, Dios de Dios, figura (carácter) e imagen de la Divinidad, Verbo eficiente, Sabiduría que abraza todo el Universo, y poder que crea al mundo entero, Hijo verdadero del verdadero Padre, Invisible del Invisible, Incorrupti­ble del Incorruptible, Inmortal del Inmortal, Eterno del Eterno. Y hay un solo Espíritu Santo, que tiene su subsistencia de Dios y fue manifestado a los hombres por el Hijo: Imagen del Hijo, Imagen perfecta del Perfecto, Vida, causa de los vivientes, Manantial Sagrado, Santidad que comunica la santificación, en quien se manifiestan Dios Padre, que está por encima de todos y en todos, y Dios Hijo, que está a través de todos. Hay una Trinidad perfecta, en gloria y eternidad, que no está dividida ni separada. No hay por consiguiente, nada creado ni esclavo en la Trinidad, ni tampoco nada sobreañadido, como si no hubiera existido en un período anterior y hubiera sido introducido más tarde. Y así ni al Padre le faltó nunca el Hijo, ni el Espíritu Santo al Hijo, sino que, sin variación ni mudanza, la misma Trinidad ha existido siempre".


MALQUIÓN DE ANTIOQUIA. En el año 268 se reunió el tercer sínodo  de Antioquía, donde fue anatematizado Pablo de Samosata por la discernidora intervención de Malquión de Antioquía. Pablo de Samosata se había levantado contra el sabelianismo diciendo que el Hijo era una virtud de Dios subordina­do a Él y de la misma substancia (homoousios), pero posterior y parcial. En ese sentido, entonces el Sínodo de Antioquía condenó la palabra homoousios (consubstancial) como inapropiada para expresar la relación entre Padre e Hijo. Leoncio dice que Pablo de Samosata aceptaba una TRINIDAD nominal donde sólo el Padre era Dios, el Hijo meramente humano, el mayor Profeta, y el Espíritu Santo, la Gracia que residía en los apóstoles. La palabra homoou­sios en el sentido de Pablo de Samosata fue rechazada por el Sínodo. A Pablo de Samosata le sucedió Luciano de Antioquía, maestro de Arrío, los cuales, basándose en el rechazo de la expresión homoousios, dijeron que el Padre y el Hijo eran de diferente substancia, y que el Verbo era un ser creado; así que derivando poco a poco de Ebión, Artemas, Pablo de Samosata y Luciano de Antioquia se llegó a Arrio. El arrianismo, que negaba la divinidad del Hijo, sacudió a la Iglesia en el siglo IV. Contra el arrianismo se levantaron Alejandro de Alejandría y principalmente Atanasio. Arrio (256‑336) usaba el término TRINIDAD, pero con el siguiente trasfondo. Decía él:

"Hay, pues, una Trinidad, pero no con glorias iguales; sus subsistencias no se entremezclan; una es infinitamente más gloriosa que la otra. El Padre, por no tener origen, es, en cuanto a esencia, ajeno al Hijo. Comprende que la mónada existía; en cambio la díada no existía antes de que empezara a existir. Ahora bien, aun no existiendo el Hijo, el Padre es Dios. Por consiguiente, no existiendo el Hijo, ‑ pues empezó a existir por voluntad del Padre‑, es Dios Unigénito y ajenos los dos".

ALEJANDRO DE ALEJANDRÍA, hecho obispo en el año 312 y muerto en 328 fue el primer antiarriano que se levantó inclusive antes del Concilio de Nicea; sin embargo, no emplea la expresión homoousios (consubstancial) que adoptará luego el Concilio en 325. d.C. Alejandro combate a Arrio diciendo:

"Cómo no va a ser una impiedad el decir que la Sabiduría de Dios no existió durante algún tiempo, cuando ella dice de sí mismo: «Estaba yo con Él como Arquitecto de todo, siendo siempre su delicia»; pues quien afirma que el resplandor de la gloria no existía, elimina también la luz original, cuyo resplandor es. Y si la imagen de Dios no existía siempre, es evidente que tampoco existía siempre Aquel cuya Imagen es. Además, al decir que no existía el carácter de la subsistencia de Dios, se elimina también a Aquel que se expresa perfectamente en dicha imagen".

Alejandro preguntaba:


"¿Cómo puede ser Él distinto de la substancia del Padre, el que es la Imagen perfecta y el resplandor del Padre?... Y si el Hijo es el Verbo y la Sabiduría y la Razón de Dios, ¿cómo hubo un tiempo en que no era? Es como si dijeran que hubo un tiempo en que Dios estaba sin razón y sin sabiduría".

ATANASIO. Diácono de Alejandro fue Atanasio (295‑373), campeón contra el arrianismo y defensor de la fe nicena. No obstante, años antes que él, Pedro de Alejandría, quien murió en el 311, había claramente sostenido en su obra "sobre la divinidad": "El Verbo se hizo carne y fue hallado semejante a un hombre, pero sin haber abandonado su Divinidad". Su obra se usó más tarde, en 431, en el Concilio de Efeso.

En el año 325, el emperador Constantino, usurpando una autoridad que no le correspondía sobre la Iglesia, convocó el famosísimo CONCILIO DE NICEA. El primero en hablar fue Eustasio de Antioquía, que moriría más tarde en el 337. Este es el primero en enfatizar una cristología Logos‑antropos en vez de la más corriente Logos‑sarx, es decir, más exactamente: el Verbo Hombre que el Verbo‑carne. En el Concilio de Nicea se discutió entre otras cosas, la Controversia Arriana. Representaba el arrianismo Eusebio de Nicomedia, cuya doctrina fue anatematizada. He aquí la conclusión a que llegó el Concilio expresada en el Credo de Nicea:

"Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios: luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial (homoou­sios) al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo. A quienes digan, pues. qué hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue formado de otra substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la Iglesia Católica".


Como habíamos dicho, fue Atanasio el gran defensor de la fe nicena en la Divinidad del Verbo. Insistió en la expresión homoou­sios, consubstancial, aplicada en relación al Padre y al Hijo, después también al Espíritu Santo. Serapión de Thmuis, quien murió después del 362, representaba a los que sostenían el homoiusios, es decir, no consubstancial, sino de semejante substancia. Un diptongo representaba la controversia entre "de la misma substancia" homousios, y "de semejante substancia", homoiusios. Serapión, amigo de Atanasio era homoiano, es decir, tan sólo aplicaba al Hijo una semejanza de substancia. Éstos temían que a1 decirse consubs­tancial, homousios, en vez de homoiusios, de semejante substan­cia, desaparecía toda distinción entre el Padre y el Hijo. Atanasio, no obstante, buscó la aceptación de la consubstancialidad. En su primera carta a Serapión escribía Atanasio:

"Existe, pues, una Trinidad santa y completa, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tienen mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y otro que es creado, sino que toda ella es creadora; es consistente e indivisible por naturaleza, y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas por el Verbo en el Espíritu Santo".

Y en relación a la diferencia de los homoianos escribe Atanasio:

"El decir solamente «semejante según la esencia», de ningún modo significa «de la esencia», con cuya expresión, como dicen ellos mismos, se quiere significar la legitimidad del Hijo respecto al Padre. Así el estaño es sólo semejante a la plata, el lobo es semejante al perro, y el cobre dorado es semejante al oro auténtico; pero el estaño no proviene de la plata, ni el lobo puede considerarse descendencia del perro. Pero cuando dicen que Él es «de la esencia» y «semejante en esencia», ¿qué quieren significar con esto sino «consubstancial»? porque, mientras el decir solamente «semejante en esencia», no implica necesaria­mente «de la esencia», por el contrario, decir «consubstancial» es afirmar el significado de ambos términos: «semejante en esen­cia» y «de la esencia»".

HILARIO DE POITIERS. A la par que Atanasio combatía en Oriente, el Atanasio de occidente fue Hilario de Poitiers (316 ‑ 367), quien organizó la resistencia contra el arrianismo en las Galias representado en Saturnino de Arles. En su tratado sobre la fe refuta los argumentos arrianos que pretendían una mera unión moral entre el Padre y el Hijo.


DÍDIMO EL CIEGO. Por la misma época, Dídimo el Ciego (313‑398) defendió la consubstancialidad de las tres Personas en tratados sobre la Trinidad y el Espíritu Santo. A éste Dídimo se le conoce como teólogo de la Trinidad. En su discurso contra Arrio y Sabelio utiliza por primera vez la fórmula que Atanasio no se atrevió a usar, es decir, μια o_σ_α τρεις _πόστασις, una esencia, tres hipóstasis. Atanasio en su tomo a los Antioqueños pidió que no se usara la expresión "tres hipóstasis" para no confundir. Aunque sin hacer una mención específica, Dídimo el Ciego avanzó en el reconocimiento de dos naturalezas en la unidad personal de Cristo. Dídimo, es también, por excelencia, teólogo del Espíritu Santo; la procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo es claramente formulada por éste. Dice además:

"El Espíritu Santo es la plenitud de todos los dones de Dios, y que nada de lo que comunica Dios se da sin Él, porque todos los beneficios que se reciben por gracia de los dones de Dios, emanan de este manantial".

Escribió Dídimo:

"El Salvador, por ser Dios, fue ungido por el Espíritu Santísi­mo e increado como Él... Si el Espíritu Santo fuera una criatura, el que es increado no hubiera sido ungido por Él".

A partir del año 353, el Emperador Constancio impuso el arrianismo hasta su muerte, forzándolo sobre los obispos e impo­niéndolo en los sínodos, de manera que aun el papa Liberio de Roma, y Osio de Córdoba claudicaron; en el Concilio de Sirmio se rechazó abiertamente la fe nicena.

Durante la controversia Trinitaria surgió una nueva, la Cristológi­ca, relacionada a la forma cómo la Divinidad y la Humanidad estaban juntas en Cristo.

APOLINAR DE LAODICEA (310‑390), comenzó a enseñar la herejía de que en Cristo el Logos divino tomó el lugar del alma humana, negando así la completa humanidad de Cristo. Entonces, en el Primer Concilio de Constantinopla, en el año 381, fue anatematizado el Apolinarismo, y se estableció la fe en la verdadera y plena humanidad de Jesucristo. Jugaron, en este siglo IV, un papel importantísimo en la definición dogmática, los TRES CAPADO­CIOS: Basilio Magno, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Niza.


BASILIO EL GRANDE (329‑379), de Cesarea, Capadocia, fijó la diferencia de significado en forma definitiva entre ousia, esencia, e hipóstasis, subsistencia, ambas usadas anteriormente con ambigüedad, significando "substancia".

Es también Basilio Magno Capadocio, quien defendió e impulsó el cambio de doxología. Anteriormente la doxología era: "Gloria al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo". Desde Basilio Magno se impone la siguiente doxología: "Gloria al Padre con el Hijo con el Espíritu Santo". De esta manera, dedicando a Anfiloquio de Iconio su tratado sobre el Espíritu Santo, intenta con su doxología combatir al arrianismo y al sabelianismo. Es interesante notar también la siguiente declaración de Basilio el Grande:

"No podemos añadir nada al Credo de Nicea, ni siquiera la cosa más leve, fuera de la glorificación del Espíritu Santo, y esto porque nuestros padres mencionaron este tema incidentalmen­te" (Ep. 258,2).

Sin embargo, no le llama "Dios" al Espíritu Santo en su obra acerca de Él. De tal tratado se sirvió AMBROSIO DE MILÁN, quien fue obispo desde 373 a 397, por medio de quien las ideas de Basilio Magno pasaron al Occidente. Escribió Basilio (Ep. 210,5):

"No basta enumerar las diferencias de persona (πρόσωπov); hay que confesar que cada persona (πρόσωπov) existe en una substancia verdadera, en una hipóstasis real. Ahora bien, ni siquiera Sabelio rechaza esa ficción carente de hipóstasis de Personas. Decía él que el mismo Dios, siendo uno en substancia, se mudó en la medida en que le exigían las necesidades del momento, y unas veces se expresó como Padre, otras veces como Hijo y otras como Espíritu Santo. Los inventores de esta herejía anónima están renovando un viejo error que hace tiempo se extinguió; me refiero a los que repudian las hipóstasis y rechazan el nombre del Hijo de Dios”.

El Concilio de Constantinopla (381) adoptó la expresión: Tres hipóstasis, o personas subsistentes.


GREGORIO DE NACIANZO (330‑390), hace explícita la doctrina de las relaciones en la Trinidad, haciendo así que la futura escolástica, como se expresará en 1441 en el Concilio de Florencia, se remonte a este Capodocio quien expresó que hay completa identidad entre las tres Personas Divinas fuera de las relaciones de origen. Aunque Basilio apenas trató de las características de relación del Hijo, su discípulo, el Nacianceno Gregorio, las entiende también como propiedad del Espíritu Santo. Gregorio Nacianceno expresa clara y abiertamente la Divinidad del Espíritu Santo, y es el primero en definir el carácter definitivo de las tres Personas. Dice él:

"El Padre es Padre sin principio, porque no procede de nadie. El Hijo es Hijo y no es sin principio, porque procede del Padre. Pero si hablas de principio en el tiempo. Él es el Hacedor del tiempo y no está sometido al tiempo. El espíritu Santo es Espíritu de verdad, que procede del Padre, pero no a manera de filiación, porque no procede por generación, sino por procesión" (Or. 39,12).

Es también Gregorio de Nacianzo quien por primera vez usa en la fórmula cristológica la terminología Trinitaria. Escribe él:

"Las dos naturalezas son una sola por la mixtión, habiéndose hecho Dios hombre, y el hombre Dios... y digo elementos diferentes, porque es el reverso de lo que ocurre en la Trinidad; porque allí reconocemos personas distintas para no confundir las hipóstasis, pero no elementos distintos, porque los tres son uno mismo en la Divinidad" (Ep: 101).

En el siguiente siglo se adoptó la fórmula de una sola hipóstasis en Cristo. Gregorio había declarado de las dos naturalezas estar unidas en esencia.

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