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Ekklessía.-
Hemos venido considerando las provisiones de Dios para nosotros en Cristo Jesús, en Su crucifixión y en Su resurrección; y hemos visto un aspecto principalmente: el aspecto de estas provisiones en relación al individuo creyente; sin embargo, debemos también tener en cuenta que las provisiones de Dios en su Hijo Jesucristo para nosotros, en Su crucifixión, en Su resurrección, en Su ascensión, y en el envío de su Espíritu, y en su mediación, no son solamente para el individuo, sino también para el cuerpo de Cristo. Sí, la provisión de Dios en Cristo no es sólo para el individuo, sino también para el cuerpo de Cristo, la Iglesia, en su sentido más universal.
La resurrección del Señor Jesús dio origen, no solamente a la regeneración de los hijos de Dios, sino a la formación del cuerpo de Cristo, un solo y nuevo hombre. Aquí se nos abre la puerta de un nuevo tema, de un nuevo capítulo importantísimo dentro del plan de Dios: el capítulo de la eclesiología, de la raíz “Ekklesía”, que quiere decir: Iglesia; o sea, la asamblea llamada a salir fuera del mundo para el Señor; eclesiología es el tratado acerca de la Iglesia, la naturaleza de la Iglesia, el propósito eterno de Dios en relación a la Iglesia, su aspecto universal, su aspecto local, su administración, etc.
Todas estas cosas corresponden al capítulo de la eclesiología; así que la eclesiología es necesariamente una consecuencia de la soteriología, o sea, de la salvación. El individuo no solamente es salvado en su vida individual, sino que es salvado de su individualismo, y de su egoísmo, paulatinamente; y es introducido en una comunión espiritual; por eso se habla también de la unidad del Espíritu, y más adelante, de la unanimidad, que ya no es sólo unidad en Espíritu, sino unanimidad en el plano de nuestras almas, de nuestras mentes, de nuestros entendimientos, de nuestro sentir, de nuestro hablar, de nuestro pensar.
Son cosas que, Dios mediante, deben considerarse más adelante. Pero debemos tener presente, por lo menos en este numeral, que la resurrección de Cristo no solamente nos da provisiones para la salvación individual. Nunca ha sido el plan de Dios que la salvación culmine solamente en el individuo; la salvación del individuo es su reclutamiento para una edificación de Dios; esa edificación es el cuerpo de Cristo, es la casa de Dios; y también en la crucifixión, y en la resurrección de Jesucristo, y en Su ascensión, y en el envío de Su Espíritu, y en Su mediación, está el propósito de Dios de edificar Su casa.
Claro está que tiene que haber primeramente un proceso en el individuo; y ese proceso en el individuo lo va acomodando armónicamente en la comunión del cuerpo de Cristo, en la medida en que el individuo vea lo que le ha sido provisto en el Espíritu, lo viva en espíritu, y lo aplique a su alma; entonces comienzan a renovarse la relaciones interpersonales de los regenerados, de los hijos de Dios, y comienza a formarse el ambiente normal de la Iglesia.
Hay, pues, provisión de Dios para el individuo y para el cuerpo de Cristo.
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