|
DE LA TRANSICIÓN DE
LA REVELACIÓN GENERAL
El arado de Dios
Continuaremos con lo que la vez pasada estábamos compartiendo. Estábamos viendo que hay distintas maneras de aproximarnos a la consideración del depósito de Dios, digamos, lo que se llama la encomienda de la fe o encargo de la fe que una vez, una vez fue dada a los santos. Nuestro interés aquí es, esa fe que una vez, para siempre, fue dada a los santos. Estamos inicialmente viendo cómo acercarnos a ella. La vez pasada estuvimos viendo lo relativo a lo que se ha dado en llamar en la historia de la Iglesia y de la filosofía, Teología Natural, que es todo aquello que Dios ha revelado en forma general a todos los hombres a partir de la creación, sin contar, digamos, con la Revelación Especial, con esa intervención, por decirlo así, en la historia de los hombres, como la historia de Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, el pueblo de Israel, los profetas, el Señor Jesús y sus apóstoles, y lo cual ha conformado el canon de las Sagradas Escrituras, el registro de la Revelación Especial con una intención. Dios hizo una Revelación Especial a Su pueblo. Comenzó con un hombre, con Abraham, aparte, y le reveló algunas cosas más de lo que ha revelado en forma general.
Entonces, hoy vamos a hacer la transición de lo que es la consideración de la Revelación General dada a todos los hombres, que es materia de la Teología Natural, lo que es la Revelación Especial. Amén.
Sí es verdad que la Biblia misma le da lugar a la Teología Natural; por eso todos los hombres de la tierra pueden tener testimonio de Dios, pero solamente en parte, porque hay otras cosas que requerían una intervención especial de revelación. Vamos a ver algunos pasajes donde se nos muestra también esta otra cara, una intervención especial. Especialmente Pablo habla de esto. Podemos mirar, por ejemplo, en Hechos de los Apóstoles, capítulo 17; luego vamos a 1 Corintios. No sé si también a ustedes les llama la atención que justamente siendo Pablo judío, fue el plan de Dios enviarlo hacia Europa. Él fue formado dentro del judaísmo, pero no del judaísmo que podríamos catalogar como cerrado, sino de un judaísmo, aunque fariseo, sin embargo más abierto a la comunicación con el resto de la cultura humana. Él era un judío, pero a la vez un ciudadano romano, de la provincia de Cilicia, de la ciudad de Tarso. Justamente, si ustedes conocen en un mapa la ubicación de Tarso y de la provincia de Cilicia, se darán cuenta de que es prácticamente cerca del límite de oriente y occidente, donde confluían, digamos, las distintas filosofías e interpretaciones del mundo y de la realidad, y el judaísmo no estaba aislado en Tarso. En Jerusalén el judaísmo estaba un poco más cerrado, pero no en Tarso. En Tarso el judaísmo tenía que vivir con la cultura griega, la cultura romana, la cultura persa, la oriental; así que estaba bien que Pedro fuera formado en Galilea, pero Dios tenía un trabajo para Pablo y formó a Pablo en Tarso. Dios providenció que Pablo escuchara el mensaje de Esteban, y está registrada esa apología, esa defensa de Esteban; y muchas de las semillas de lo que después se desarrolla en Pablo aparecen allí, en esa apología de Esteban.
Cuando leemos detenidamente el mensaje de Esteban, vemos que Pablo desarrolló esas semillas después en su ministerio. La formación de Esteban también era judío-helenista; es decir, preparado para entrar en contacto con otras culturas, pero no para ser vencido por esas culturas, sino para aplicar la revelación de Dios a todo tipo de cultura; o sea, la intervención especial de Dios; solamente que, primeramente fue con un pueblo, el judío; parecía un poco cerrada, pero luego Dios mismo providenció que la cultura judía estuviera entrando en contacto principalmente con la cultura griega.
Corinto era una importante ciudad griega, donde estaba la cultura griega. La cultura griega fue la que manifestó una especie de interés por conocer acerca de Dios. La filosofía misma nació en Grecia, tanto en la escuela de los jonios como en otras escuelas. ¿Y qué era lo que trataba de responder la filosofía? Trataba de responder qué era el ser, qué era la realidad, qué había más allá; todo el auge de la ontología y de la metafísica, sobre el ser; trataba de responder por el conocimiento; si era posible el conocimiento y si era verdadero el conocimiento, si el conocimiento era innato o era adquirido, o en parte innato o adquirido. De eso trataba la epistemología, la gnoseología. También trataba de responder por la conducta, cuáles eran las conductas, digamos, aprobadas, y cuál sería la base para una ética; y también acerca de la belleza, la estética; hasta de Dios se trataba en la filosofía. Antes que Tomás de Aquino, Aristóteles fue el que habló del primer motor. En ese ambiente fue que Pablo habló lo que vamos a leer aquí. Todo esto es como un preámbulo para colocarnos en el ambiente en que Pablo hablaba, para entender un poco más a Pablo y también para entender un poco más la historia de la humanidad y la providencia de Dios en la historia de la humanidad. Digamos así, la humanidad fue primeramente servida por Dios a través de una revelación general; pero luego, eso fue preparando a la humanidad para recibir una revelación especial. Entonces Pablo se movió justamente en esa cultura; en una cultura, la griega, que llegó a ser la base de la llamada cultura occidental. Esas respuestas del hombre por el ser, por la verdad, por la moral, por la belleza, trata de responderlas con la filosofía, pero las responde y sobrepasa la revelación; o sea que Dios da respuestas a la filosofía del hombre. Existen filosofías humanas porque los hombres se preguntan cosas; entonces a Pablo le tocó moverse en medio de un ambiente que preguntaba por la sabiduría; por eso él habla a los corintios y a los atenienses. Atenas era la capital de la cultura de la época, y justamente ese discurso que vamos a leer en Hechos 17, es ahí en Atenas, y 1 Corintios a los griegos de Corinto. Corinto es otra gran ciudad de la misma civilización; digamos, la gran ciudad de Acaya era Corinto. Al leer un poquito en ese contexto, vemos cómo Pablo introduce aquí, el puente entre la revelación especial y la general; es decir, desde la general a la especial.
Pablo entiende que toda la historia fue una preparación de Dios, fue como un arar de Dios para una semilla que en el cumplimiento de los tiempos vendría de parte de Dios, una revelación. Entonces, como nosotros vamos a hacer esa transición de la consideración del testimonio de Dios a través de la creación (ya lo hicimos a grandes rasgos en la Teología Natural), ahora vamos a considerar el testimonio especial de Dios. Estamos haciendo la transición. Hechos 17:16: "Mientras Pablo los esperaba en Atenas (a sus compañeros Silvano y a Timoteo, pues por causa de los problemas que Satanás levantó en Tesalónica e incluso en Berea, se tuvo que adelantar a Atenas), su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”. Nada menos que en la gran capital de la cultura humana estaba la ciudad entregada a la idolatría, y el Espíritu del Señor comienza a moverse en el espíritu de Pablo para enfrentar esa condición. ¡Ah! eso es una cosa seria, porque él estaba en la capital de la civilización. Ya Aristóteles había escrito su física, su metafísica, su lógica y su ética. Mucho antes que él, Platón ya había escrito los Diálogos y había registrado los de Sócrates; ya habían pasado los grandes historiadores. Herodoto, Tucídides y Jenofonte ya habían escrito; ya incluso las escuelas posteriores a la Peripatética de Aristóteles, escuela de los sofistas, de los cínicos, de esas filosofías, y la de los estoicos, de los epicúreos, ya estaban en la cumbre, y más bien estaban en decadencia. El hombre palpando había hecho lo posible para llegar a algo y Pablo veía que a lo que habían llegado era a idolatrar la naturaleza; todo su palpar los había conducido solamente a la idolatría; realmente no habían captado a Dios a través de Su revelación general, a través del testimonio mediante la creación y la conciencia.
Y ese tiempo, que Pablo entendió que Dios le dio a los hombres para tratar de encontrarle por sus propias luces y métodos, Pablo entendió que había llegado a su fin y que ahora era tiempo de que dejaran de hablar los hombres sus opiniones; ya habían opinado mucho; sobre todo en Atenas se concentraron toda clase de escuelas, toda clase de opiniones. Eso era el trabajo de los atenienses, ver qué cosa nueva ahora se decía; y justamente ahí es cuando Dios viene a hablar Sus palabras. Como en el libro de Job, primero Dios deja hablar a los hombres acerca de Él y de las cosas, y pasan casi 37 capítulos donde están los hombres discutiendo acerca de Dios; opinando, discutiendo, pero Dios todavía no dice nada y por eso Job podía seguir hablando; solamente cuando Dios habló se calló Job y se callaron también los amigos de Job. Ellos hasta ahí habían hablado de Dios y tenían las ideas típicas de la cultura que se reflejan en esos capítulos de Job; pero Dios mismo no había hablado. Los hombres habían hablado, pero Dios no había hablado. Y lo mismo sucede en Atenas. “16Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”. No le pertenecía al Dios verdadero en forma propia; claro que en un sentido sí, pero en otro no; no en el que Dios quiere, no. “17Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían”. Pablo era fiel al mandamiento del Señor Jesús: id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel; pero no solamente a ellos; también tengo otras ovejas, dice el Señor, que no son de este redil, a éstas también debo traer. Pablo discutía en la sinagoga y en la plaza. Especialmente en Atenas era en la plaza donde se discutía.
“18Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos (dos escuelas contrarias) disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el Evangelio de Jesús, y de la resurrección”. Frente a la filosofía de los epicúreos, el evangelio de Jesús; frente a la filosofía de los estoicos, el evangelio de Jesús. Podríamos seguir: los peripatéticos, los sofistas, los cínicos, los escépticos, etcétera. “19Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? 20Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto”. Observe la actitud de los atenienses.
Por eso Pablo dice: “Los griegos buscan sabiduría”; ellos querían saber; los judíos querían ver señales y los griegos querían saber qué significaban las cosas. “21(Porque todos los atenienses (y esto lo dice Lucas, que era médico, un hombre culto y un hombre que se movía en ese medio) y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo". ¡Ah, Señor Jesús!, algo nuevo. Claro que Pablo iba a traer algo nuevo, pero algo que viene de la eternidad y que ya no habrá cosas más nuevas. Esa es la fe de los apóstoles que aparece en el Nuevo Testamento; y los que somos cristianos neotestamentarios participamos de esa fe; claro que no la imponemos a nadie, pero los cristianos creemos en el Nuevo Testamento.
Puente entre las dos revelaciones
"22Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos". Ahí Pablo se encuentra con la práctica del instinto religioso de que hablamos la vez pasada, el testimonio general de Dios desde la creación, incluido el hombre; su conciencia y sus instintos religiosos manifiestan que es necesario adorar, atribuir a alguien la dirección de los acontecimientos, la creación del universo; eso por instinto la naturaleza humana lo reconoce y Pablo empieza por ahí, y me interesa mucho que aunque hablaba con epicúreos y con estoicos, se fue al lado de la religión: "sois muy religiosos". Con ello entró, puso el pie en el terreno de la religión; no fue en el de la filosofía sino en el de la religión. Es que la filosofía es solamente un ejercicio intelectual, en cambio la religión es un ejercicio espiritual. Entonces la táctica de Pablo fue no solamente apelar a la razón de ellos, sino a sus instintos y experiencias religiosas. “23Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: Al Dios no conocido". Note el instinto religioso; no querían que algún dios quedara olvidado y de pronto se enojara con ellos; entonces, por si acaso hay otro dios distinto de todo este montón que ya tenemos, bueno, le dedicamos este altar. Y esto fue una buena intención de los atenienses que Dios la valoró; Dios valoró eso, porque por ahí fue que entró Dios; por ahí fue que Dios le mostró a Pablo dónde estaba una puertecita para él poder decir sus palabras en medio de la maraña de tantas otras palabras de otros. Porque ellos aceptaron: Bueno, puede haber un dios que no conocemos, y Dios dice: Ese soy yo, el verdadero Dios; entonces, Pablo, vas a entrar por aquí. “Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”. Pablo sí lo conocía. “24El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas”. Ahí comienza presentando al gran motor, primer motor del universo, al gran Creador, siendo Señor, claro. Si Él es el Creador, entonces es el Señor del cielo y de la tierra, "no habita en templos hechos por manos humanas, 25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”. Está presentando una imagen de Dios, de un solo Dios supremo, diferente a la multitud de dioses humanos, o casi humanos que tenían los griegos. "26Y de una sangre (aquí se ve la antropología de Pablo; primero, una primera semilla de Teología Propia y ahora una primera semilla de antropología) ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”. Ahora, fíjense, para qué. Aquí Pablo comienza a poner los mojones para el puente, para pasar de la revelación general de Dios a todos los hombres (parcial), a través de las obras creadas. Ahora comienza a poner las bases para sobre eso establecer la revelación especial, la intervención de Dios hablando. Hasta aquí Dios dio señas para ver si lo buscaban, para ver si lo entendían, pero todavía no habló todo; lo que habló fue verdad, lo que se puede conocer de Dios es verdadero, es llamado verdad en Romanos. En Romanos se dice: “Lo que de Dios se conoce es claramente visible porque Dios lo manifestó”. Pero ahora va a haber una intervención directa de Dios; primero era como si estuviera dejando pistas, pero ahora va a hablar, porque no fueron suficientes las pistas; esa es la doctrina paulina; del Espíritu Santo a través de Pablo. “Para que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación”. ¡Qué interesante!
Aquí pone Pablo a Dios como Dios de todas las naciones, ya no sólo como Dios de la nación de Israel, sino el Dios que prefija los límites de la habitación y los tiempos de las naciones; así como Dios mismo, por ejemplo en Amós, Él dice: ¿Acaso yo no traje también a los moabitas de tal ciudad a tal ciudad, y acaso Dios no se atribuye que Él fue quien trajo a los filisteos de la isla de Caftor, lo que hoy es Creta? Y los llevó de la famosa civilización Micénica y Minoica, y dice que fue Dios. Dios dice por medio de Amós que É
|
|