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Co-existencia del Verbo Divino con Dios.-
Leemos en el evangelio de Juan, en el capítulo primero, un pasaje sumamente importante; leemos allí que nos dice la palabra del Señor así: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por El fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho fue hecho".
Vemos aquí declaraciones importantes; vemos que en el principio era el Verbo; no dice que el Verbo comenzó con el principio, sino que en el principio era el Verbo; aquí se nos está mostrando la preexistencia del Verbo de Dios, en relación a todas las cosas, y en relación al mismo principio de las cosas.
Y dice: y el Verbo era con Dios; aquí ya no solamente se nos muestra la preexistencia del Verbo, sino que se nos muestra la coexistencia del Verbo con Dios; el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios; aquí se nos muestra la divinidad del Verbo; y vuelve a repetir otra vez: Este era en el principio con Dios, volviendo a remarcar, a subrayar, la coexistencia simultánea del Verbo con Dios, del Hijo con el Padre.
Es importante ver esa declaración aquí; no solamente dice que el Verbo era Dios; tampoco dice solamente que el Verbo era con Dios; sino que dice las dos cosas; si dijera solamente que el Verbo era Dios, no captaríamos ninguna distinción personal entre el Padre y el Hijo; si dijera solamente que el Verbo era con Dios, pues alguno podría decir de que el Verbo era una creatura como el arcángel Miguel, o cualquier otro por allí, pero aquí nos declara las dos cosas juntas, y tenemos que ser muy equilibrados para no tomar una sola sin la otra: el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios; Éste era en el principio con Dios.
Vemos, pues, que el Verbo co-existe con el Padre desde la eternidad. El Señor Jesús dijo estando aquí en la tierra: "Padre, glorifica a tu Hijo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese". Aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. Allí estamos viendo que antes que el mundo fuese, el Hijo compartía con el Padre la gloria; el Verbo era con Dios; el Verbo y el Padre son co-existentes; y a la misma vez, el Verbo es Dios; la divinidad es propia del Verbo, porque el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, es el resplandor de la gloria de Dios, es la expresión de Dios; por lo tanto, contiene la gloria y es la misma gloria expresada de Dios; por lo tanto, la naturaleza divina es participada por el Verbo; el Verbo participa de la naturaleza divina, siendo Dios y estando con Dios.
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