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Dispensarse del mismo Dios Trino.-
En la economía Divina, administrada por el Señor Jesús, el Cristo, el Ungido de Dios, para desarrollar y llevar a concreción el programa de Dios con la creación y con los hombres, vemos también que el Administrador ha enviado al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo es el que viene en el nombre de Jesucristo.
Así como el Hijo vino en el nombre del Padre, así el Espíritu Santo viene en el nombre del Hijo. Y no solamente que el Hijo vino en el nombre del Padre, sino que también el Padre vino en el Hijo; "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo"; Jesús dijo: "no me ha dejado solo el Padre, el que me envió, conmigo está". De la misma manera, el Espíritu Santo no viene solo, sino que El toma lo que es del Padre y lo que es del Hijo. Eso nos lo registra, en las palabras de Jesús, el apóstol Juan; Jesús dijo: "el Espíritu tomará de lo mío y os lo hará saber; y todo lo que tiene el Padre, dice el Señor Jesús, es mío"; por lo tanto, "el Espíritu tomará de lo mío y os lo hará saber".
Así que por medio del Espíritu Santo, Cristo viene a nosotros; y el que recibe a Cristo, recibe también al Padre; de manera que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, morando en la Iglesia, van desarrollando el programa Divino.
Dios dispensándose, según un arreglo administrativo, al hombre corporativo que llega a ser la Iglesia, para establecer Su reino, y tratar con Su enemigo; ésta es la edificación que Dios está haciendo.
Esta edificación, entonces la realiza hoy en la Iglesia el Espíritu Santo. En la Escritura se dice también: "el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros"; lo dijo Jesús. También en Gálatas está la expresión: "por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo"; así que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desarrollan la economía, o la administración divina, en la tierra, a través del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, expresada en los candeleros locales, la iglesia en cada localidad.
Es importante comprender que, aparte del Espíritu Santo, aparte de la corriente de vida divina, no se puede llevar adelante la obra de Dios. La obra de Dios, es de Dios, es Divina, y es fundamental que el mismo Dios esté interviniendo en ella; tiene que ser de Él, tiene que ser por El, y tiene que ser para El. Si no es de El, es obra humana, o terrenal, o de otra fuente. Pero no solamente tiene que ser de El; tiene que ser también por El; o sea que la presencia del Espíritu tiene que estar viviente y gobernando la obra de Dios, el desarrollo de Su administración y de Su programa. Y tercero, debe ser para El. Debe ser según los propósitos y motivos de Dios. No deben usarse las cosas de Dios para justificar otros intereses y otros motivos.
El Espíritu de Dios, la vida Divina, son los únicos que pueden adelantar el programa de Dios.
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