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La Cruz entre el mundo y nosotros.-
En los últimos numerales de esta serie que estamos trayendo, hemos estado considerando las provisiones de la cruz, lo que el Señor ha hecho en la cruz para nosotros. Hoy estaremos considerando otra cosa que Dios hizo en la cruz; estamos viendo estas cosas sólo panorámicamente, muy por encima; cada uno de estas cosas es riquísima, y requiere no solamente un mensaje de cinco minutos; requiere mucha profundización y disfrute; sin embargo, hay que mencionarlas, considerarlas, y tenerlas presentes para escudriñarlas y para disfrutarlas.
Leemos hoy de otro aspecto; en Gálatas, capítulo seis, nos dice así la palabra del Señor en el versículo catorce: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mi, y yo al mundo”.
Notamos aquí también esta visión y experiencia de Pablo, de lo conseguido también en la cruz de Cristo para nosotros; dice Pablo que en la cruz de Jesucristo el mundo nos ha sido crucificado a nosotros, y nosotros le hemos sido crucificados al mundo; el mundo ha sido tratado en la cruz del Señor Jesús; el Señor Jesús dijo: “Yo he vencido al mundo”; el Señor Jesucristo vino al mundo, el Señor Jesucristo fue tentado en el mundo, el Señor Jesucristo batalló contra el príncipe de este mundo, y el Señor Jesucristo juzgó al príncipe de este mundo y al mundo. Cuando el Señor Jesucristo murió, El estuvo llevando a la muerte el mundo; la Escritura dice que en la cruz de Jesucristo el mundo me ha sido crucificado a mí.
Cuando una persona vive sustentada por el Espíritu de Cristo, en el Espíritu de Cristo no tiene parte el mundo; el mundo es extraño al Espíritu de Cristo; Cristo dijo: “el príncipe de este mundo no tiene nada en mí”; el Señor Jesús venció al mundo; y nuestra fe en El es la victoria que vence al mundo. Nosotros no debemos tratar de separarnos del mundo por nuestras propias fuerzas; pero hay Uno que venció al mundo, y cuyo Espíritu mora en nosotros; y el Espíritu de Cristo en nosotros contiene Su victoria sobre el mundo; cuando el Señor derrotó al mundo, y murió el Señor en la cruz, el mundo fue crucificado juntamente con Cristo para nosotros y nosotros para el mundo; y por eso nosotros, al vivir por el Espíritu de Cristo, estamos también crucificados al mundo.
El mundo nos fue crucificado a nosotros, y nosotros le fuimos crucificados al mundo; el mundo ya no puede contar con nosotros para las cosas suyas; pero estamos en el mundo para las cosas de Dios, pero separados del mundo; no somos del mundo, como el Señor no es del mundo; ¿por qué? porque Jesús nos crucificó al mundo. ¡Gloria a Dios!
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