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Del hilo central y unitivo de la revelación divina que es la economía de Dios
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DEL HILO CENTRAL Y UNITIVO
DE LA REVELACIÓN DIVINA
QUE ES LA ECONOMÍA DE DIOS[1]
Panorámica de Prolegómenos
Esta serie de Prolegómenos, o breve panorámica de Prolegómenos a la teología, y que es como una introducción a la introducción, consta de doce capítulos, de los cuales ahora vamos a ver el último que constituye un hilo de unión de todas las ramas que se han visto. Por lo cual conviene hacer un recuento rápido de lo anterior para, así, tener un mejor entendimiento del tema en sí. Vale la pena recordar que Prolegómenos es como una especie de prólogo explicativo o como una introducción a la introducción.
En el capítulo 1 vimos“De los contenidos paulinos de la escuela de la obra”, relativo a la enseñanza de Pablo en Éfeso y qué era lo esencial, lo cual enseñó durante dos años en la escuela de Tiranno en el Asia Menor.
En el capítulo 2 hablamos “De la Teología Natural”, que en esencia es lo que de Dios se puede conocer a través de Su testimonio en la naturaleza aparte de la revelación especial en las Sagradas Escrituras; porque ese es el primer testimonio que el Señor ha dado; y Pablo utiliza ese testimonio (ver Romanos). Entonces Teología Natural es lo que de Dios se conoce por medio de Sus hechos aparte de la revelación especial contenida, como ya dijimos, en las Sagradas Escrituras.
En el capítulo 3 tratamos acerca “De la Transición de la Revelación General a la Revelación Especial”. La revelación general tiene que ver con lo que Dios ha revelado a través de la naturaleza, y tiene que ver con la Teología Natural; pero hubo una revelación especial ya que no fue suficiente que Dios dejara Sus huellas en la creación, en lo creado, sino que también fue necesario que hablara, actuara de una manera redentiva, y explicara lo que Él hizo, e inspirara palabras; y eso es lo que se llamó“Revelación Especial”. Este tercer capítulo trata, entonces, de la transición que tuvo que haber entre la revelación general a la revelación especial; que es el lenguaje que suele usarse normalmente en la Teología.
En el capítulo 4 vimos “Del Lugar de la Bibliología”. Ya que la revelación especial se registró en un documento, entonces debemos conocer las raíces de ese documento, conocer su historia, conocer cómo se formó y en quéépoca; conocer el proceso de registro y formación del Canon en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento; en todos sus aspectos tales como su origen divino, su transmisión, etcétera. De esto se ocupa la Bibliología antes de la exégesis, que es considerar el mensaje del documento; pero es necesario conocer también su origen, su inspiración, su transmisión.
En el capítulo 5 vimos “Teología Exegética y Bíblica”. La exégesis es la consideración del mensaje divino en sus textos, estudiándolo autor por autor, libro por libro, pasaje por pasaje, verso por verso, frase por frase, y si es necesario, palabra por palabra, e incluso raíz por raíz de cada palabra clave. Así es como conocemos qué es el mensaje de Dios en ese texto específico. Además debe tenerse en cuenta la situación de los autores. Entonces, cuando ya tenemos toda la exégesis de los textos de un autor, tenemos la teología de ese autor, ya sea de Pablo (paulina), de Pedro (petrina), de Juan (juanina), etcétera, hasta tener la de todos los escritores del Nuevo Testamento, teniendo así la Teología del Nuevo Testamento; es decir, de qué es lo que trata el Nuevo Testamento. De igual forma se hace con el Antiguo Testamento hasta tener la Teología Bíblica, de qué es que trata la Biblia. O sea que la Bibliología estudia la historia, procedencia, inspiración, etcétera, mientras que la Exégesis estudia de qué tratan esos documentos y su mensaje; después de la Exégesis se tiene la Teología Bíblica.
Llegamos así al capítulo 6. Después de la Teología Bíblica sabemos de qué es que está hablando Dios a través de los hombres, a través de esos documentos; entonces se descubre que Dios trata ciertos temas claves; y por eso vemos la “Teología Dogmática y Sistemática”. La Teología Dogmática estudia los dogmas, o sea las grandes verdades. Así como la Exegética estudia los textos, la Dogmática estudia los temas; porque del estudio de los textos se descubren los temas; pero resulta que esos temas habían sido tratados en distintos textos por diferentes autores de la Biblia; entonces ya no se hace la exégesis del documento sino que después de que ya se conoce de qué tratan los documentos, se ve que los distintos documentos tratan de diversos temas; y se identifican algunos temas claves como Dios mismo, como Sus planes, como Su creación, como los ángeles, como los hombres, como la rebelión en los cielos, como el pecado en la tierra, como la salvación de Dios por medio de Cristo y su aplicación por medio del Espíritu Santo; y cómo resulta la Iglesia, y cómo todo se encamina a una consumación. Aparecen los grandes temas, los cuales llegan a ser verdades dogmáticas. Eso se llama Teología Dogmática. Ahora, si tomamos todos esos temas y los ponemos en un orden lógico y coherente, que ya tiene un sistema, entonces llegamos a la Teología Sistemática; pero primero debe haber la exégesis, para que pueda haber la Teología Bíblica; de la misma manera debe haber primero Teología Dogmática para poder llegar a la Teología Sistemática.
Tenemos entonces el capítulo 7, capítulo que trata de “De la Teología Histórica”. Esta estudia por procesos, no necesariamente por textos, aunque sí los incluye junto con los temas; pero resulta que la Biblia no apareció de un día para otro, ni los temas se hablaron todos a la vez; sino que los documentos mismos fueron amontonándose, como hemos leído en las lecturas del sílabo, en la clase de Bibliología, durante un período mínimo de 1500 a 1600 años. Todo eso demoró en acumularse esa santa biblioteca llamada hoy día la Biblia. Fue todo un proceso. El proceso de revelación, el proceso de registro de esa revelación, el proceso de recolección de esos registros, el proceso de reconocimiento de ese Canon y el proceso de entendimiento de ese Canon; primero en la época de los judíos, y luego en la época de la Iglesia cristiana. Entonces la Teología Histórica estudia por procesos, así como la Exegética por textos y la Dogmática por temas.
Después en el capítulo 8 tratamos “De la Teología Apologética”, que trata de la modalidad defensiva; porque la Palabra del Señor nos dice que defendamos Su Palabra, que presentemos apología, que estemos preparados para presentar defensa y razón de nuestra esperanza, debido a que hay ataques. Recordemos que a veces se puede proclamar la verdad; eso es Kerigma; se puede enseñar, eso es Didaqué; pero en algunas ocasiones, no sólo hay que proclamarla sino también defenderla; hay que responder a los ataques y deshacer las mentiras y colocar la verdad en su lugar; entonces la apología es la modalidad de considerar la Palabra de Dios delante de otras voces y en contra de ellas; por eso se le llama defensa. Recordemos que Pablo fue puesto también para la defensa y confirmación del evangelio. Esto es de lo que trata la Palabra de Dios, pero en modalidad de defensa; es decir, respondiendo a los ataques del enemigo, de la incredulidad o del error, y redarguyendo; por eso se llama Teología Apologética.
Más adelante en el capítulo 9 tratamos de la“Teología Mística”, la cual trata principalmente con la experiencia de Dios; no solamente de una manera intelectual sino como corresponde al Dios único y verdadero que se revela en el Espíritu. A Dios se le conoce en el espíritu, lo cual puede ser experimentado y aprehendido. No solamente aprender sino también aprehender a Dios, asir a Dios, tener a Dios en el espíritu. Se relaciona esto también con todo el proceso de la iluminación vivificante de la revelación de Dios y su tratamiento con nuestro ego, con nuestra alma; lo que los místicos llamaban “la noche oscura del alma” por la cual nos guía el Señor, porque la paloma guía al cordero; y así cuando nos entregamos a Cristo, Él también nos va conduciendo al altar y en el altar se vuelve ceniza el cordero. La Teología Mística tiene que ver, pues, con la experiencia de Dios y de las cosas espirituales; de la guianza de Dios, de la unión con Dios, del morir con Cristo, de vivir con Cristo, de estar sentado con Cristo en lugares celestiales; y todo lo que en otras partes puede ser un poco más teórico, aquí deja de ser teórico y pasa a ser intensamente práctico.
Realmente yo considero a la Teología Mística como una columna vertebral. Todo lo otro es importante, pero la Mística es la realidad de lo que lo otro habla; todo lo otro es para producir una experiencia con Dios; para eso se hace la exégesis, para enseñar a Dios; se hace Dogmática y Sistemática, para entender a Dios. Pero, ¿para qué conocer y entender y para qué comprender todos los procesos y defender? Pues para tener una experiencia con Dios; pero resulta que esa experiencia espiritual no tiene que quedarse solamente en el espíritu, sino que a partir de la vivencia con Dios tiene que iluminar todos los círculos concéntricos, desde dentro hacia afuera, de nuestra realidad. O sea que la intención de Dios es que de todo lo que de Él recibimos en nuestro espíritu, pase a nuestra alma, pase a nuestro cuerpo, pase a nuestro medio; de lo contrario nos quedamos solamente soñando.
Pero El Señor quiere que sea aplicado; o sea que de lo espiritual pase al alma, al ámbito de la moral práctica de la que trata la Teología Moral; y también que pase a la razón, y por ello debe llegarse también a tratarse “De la Teología Especulativa”, que fue nuestro capítulo 10. Esta Teología es la que trata de las razones; es decir, responde a las indagaciones racionales del hombre; muestra cómo la revelación es racional y es razonable; aunque a veces supera la razón. Es una aplicación de la experiencia mística a su interpretación, a su intelección y a todas las preguntas del ser humano, y pasa de aquello que es experiencia privada a demostrar que es algo lógico y normal para responder las preguntas de los hombres, de toda clase de hombres; de académicos, de academias. Entonces hay una especie de Teología llamada Especulativa que tiene que llenar ese vacío, porque también tiene lugar en la realidad íntegra del hombre creado por Dios, además de tratarse de esos asuntos en la Palabra de Dios. Fíjense que es Dios el que le ha dado ese lugar. Cuando nosotros vemos que dice la Escritura: “El espíritu de los profetas está sujeto a los profetas”, ahí se muestra el lugar que Dios le dio a los profetas. Nosotros pensaríamos quizá que serían los profetas sujetándose a sus espíritus, pero Dios inspiró diferente; los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. El profeta íntegro como persona íntegra, como persona racional, es el que tiene que escoger y saber atender su propio espíritu; porque a veces el espíritu del hombre, no el de Dios, se va, se sale de sus medidas, como dice Ezequiel 13 respecto de aquellas personas que andaban detrás de su propio corazón y andaban en pos de su propio espíritu; y lo considera Dios, no como una cosa buena, sino como una cosa peligrosa. O sea que Dios nos dio el espíritu humano para que perciba a Dios, pero Él quiere que la decisión la tomemos nosotros ejerciendo nuestra razón y nuestra voluntad; sin caer en la pasividad y sin dejar de ser personas normales. Dios quiere que nosotros examinemos y juzguemos toda manifestación del espíritu humano.
El Espíritu de Dios utiliza el espíritu del hombre; pero a veces nuestro espíritu se va hacia la fantasía, de manera que Dios dispuso de una parte para contrabalancearlo, que se llama la razón; y por eso es que dice que los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas y que los profetas pueden esperar el turno si algo les es revelado; además, lo manifestado desde el espíritu es sometido al juicio de la iglesia y así hay un orden que se guarda. Por eso se habla de culto racional; o sea, es un equilibrio de todas las cosas, puesto que somos muy complejos y tenemos muchas partes en nuestro ser, y tenemos que aprender el equilibrio de todas esas partes según la Palabra de Dios. Ese es el lugar de la Teología Especulativa. Yo sé que puede sonar un poco desagradable, dependiendo de la tendencia de las personas; pero la Palabra le da cierto lugar; por eso dice que presentemos razón de la esperanza, y además habla de culto racional y también habla de los profetas sujetando su propio espíritu; de manera que vemos el lugar de la Teología racional.
Ahora, la intención de Dios es que lo que conocemos de Él, y Él mismo, sea aplicado en toda nuestra vida y que no se quede solamente en el plano espiritual, no sólo en el plano religioso, escatológico y para el cielo, no. Dios planeó la vida del hombre en la tierra; Dios quiso al hombre con los pies en la tierra; Dios quiere al hombre señoreando, gobernando, administrando, poniendo en orden su medio ambiente; y para eso se necesita ciencia, economía, administración, política; por ello es que hay un área de la Teología que corresponde a nuestro capítulo 11, y que se llama: “De la Teología Política”. Esta tiene que ver con la aplicación de la revelación de Dios al orden social; la aplicación al orden social pasajero pero insalvable; no lo podemos saltar; y según caminemos aquí es que vamos a cosechar allá. Así es que la Teología Política tiene su lugar en la revelación de Dios. La Palabra del Señor nos enseña cómo ser salvos y también cómo ser ciudadanos, además de revelarnos cómo tener una nación que funcione bien; son principios de orden económico, político y social, que están revelados en las Sagradas Escrituras según Dios.
Ahora, muchas veces hemos dejado las cosas como tan místicas solamente, que parece que no tuviéramos que ser ciudadanos, parece que no tuviéramos que constituir o ser partícipes en instituir un estado que funcione correctamente como dice la Biblia. El Estado es de Dios, por una parte, y por otra, es una institución humana; también es parte nuestra porque Cristo es cabeza de todo varón, de todo principado y potestad, cabeza dado a la Iglesia sobre todas las cosas, y soberano de los reyes de la tierra. Entonces en la historia de la Iglesia, no una vez, sino muchas veces, le ha tocado a la Iglesia poner en orden el desorden del mundo; a veces lo hizo bien; a veces lo hizo mal; en ocasiones no supo medir bien y se fue al otro polo, y hubo errores de la Iglesia en este aspecto y por eso no debemos descuidar este punto. Tenemos que conocer las medidas de la revelación para no pasarnos por un lado ni quedarnos cortos por el otro. De eso es que trata la Teología Política, que es la que pone en práctica aquí en la tierra, digamos, de una manera integral, lo que Dios tiene que decir no sólo para la salvación futura del hombre, sino para la salvación que comienza a ser efectiva aquí; perdonándonos nuestros pecados, regenerándonos en nuestro espíritu, renovando nuestra alma y enseñándonos a movernos para el cielo, aquí en la tierra en forma integral, enfrentando toda clase de desafíos personales y colectivos que los hombres, de parte de Dios, tenemos que enfrentar. Amén.
Ahora llegamos al último capí
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