|
(4)
Beneplácito divino.-
En Efesios, capitulo uno, verso 9, seguimos leyendo: "dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo…". Vamos a para allí antes de continuar.
Nos habla este pasaje de "el misterio de la voluntad de Dios", lo que Dios tiene en Su corazón, lo que Dios eternamente ha querido, lo que Dios está decidido a hacer; y nos dice aquí que el misterio de Su voluntad es también según Su beneplácito. Es muy interesante ver que el misterio de la voluntad de Dios es según Su beneplácito. El beneplácito de Dios se refiere a lo que a Dios le place, lo que ha Dios le gusta, lo que es el deleite del corazón de Dios, exactamente aquello en lo cual Dios se deleita. El Señor, a los Suyos, desea darnos a conocer el misterio de Su voluntad; es decir, aquello en lo cual Él se complace.
No solamente debemos ser hijos de Dios salvos; Dios sí quiere que seamos salvos; pero no solamente para que nos deleitemos muy superficialmente en la salvación. La salvación tiene el propósito de recuperarnos para que logremos el beneplácito de Dios. Hay cosas que a nosotros nos placen, pero que todavía no placen a Dios; hay cosas en las cuales nosotros ya nos sentimos contentos, satisfechos, y creemos que es suficiente, pero que todavía no llenan la medida de Dios. Lo que nos debe interesar es cuál es la medida de Dios, qué es lo que a Dios le agrada, qué es lo que a Dios le place, qué es lo que Dios quiere, cuál es el misterio de Su voluntad según Su beneplácito; y acrecienta Pablo aquí: "…el cual se había propuesto en sí mismo". Dios es un Dios que no solamente tiene deseos, pero que se va a quedar frustrado con esos deseos; no, no, no; Dios es un Dios todopoderoso, un Dios que sí sabe lo que quiere, un Dios que sí sabe a dónde va, un Dios que no le tiene miedo al enemigo, un Dios que conocía que habría enemigos, que habría dificultades, que habría problemas, pero que se decidió concretar el deseo de Su corazón, Su beneplácito, Su voluntad; por eso dice que se lo ha propuesto en Sí mismo.
Dios tiene una meta definida, y todos los hijos de Dios que hemos llegado a ser salvos por la gracia de Cristo, recibimos también gracia para ir conociendo qué es lo que Dios quiere y para qué fuimos salvados, para qué estamos siendo recuperados por Dios; es para colaborar con Dios en lo que El se ha propuesto.
|
|