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El Padre revelado por el Hijo.-
En la carta a los Hebreos, en el capítulo 1, leemos una expresión preciosa acerca del Hijo.
Cuando consideramos a Dios como fuente y orígen de todas las cosas, y como Aquel que está desarrollando Su programa, en el cual nosotros, Su Iglesia, tenemos parte, debemos detenernos en la consideración de la revelación exclusiva de Dios.
Cuando hablamos de Dios, no podemos hablar de un Dios impersonal, de una cosa por allá que resume el todo; no, no, no; no estamos hablando de un elemento meramente filosófico, no estamos hablando de panteísmo, que es confundir las cosas con Dios; ¡no!; Nos referimos a un Dios trascendente, un Dios que es distinto, diferente, de Su creación, un Dios que es eterno, anterior a todas las cosas creadas, un Dios que es personal, que tiene conciencia de Si, que se ha revelado como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que se ha declarado a los hombres a través de Jesucristo, encarnándose aquí en la tierra.
Entonces, por eso leemos en Hebreos esa preciosa expresión acerca de quién es Jesucristo; se nos dice allí que Dios nos ha hablado en estos postreros días por el Hijo; y dice del Hijo: a quien constituyó heredero de todo y por quién así mismo hizo el universo.
Aquí vemos al Hijo como el Principio y el Fin, el Heredero de todo; Este es el Fin, el Sentido; y por quien así mismo hizo el universo; Este es el Principio, ¿amén?; y dice más: el cual, este Hijo, siendo, ¿Quién es este Hijo? el resplandor de Su gloria y la imagen misma de Su sustancia, dice esta versión aquí; el original dice hipóstasis (upostasis), esa es una palabra que hay que entenderla muy bien y no confundirla; es la imagen misma de su hipóstasis y que sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder.
Vemos, pues, aquí que Dios el Padre se revela a través del Hijo; el Hijo es la expresión, es la imagen del Dios invisible, como se nos dice también en Colosenses 1:15; allí dice que Él es el primogénito de toda creación, la imagen del Dios invisible. Y como dice también en segunda a los corintios, capítulo cuatro, donde escribe el apóstol Pablo que Cristo es la imagen de Dios.
Dios se hace conocido a través de Su Hijo; por eso dice que el que ve al Hijo, ve al Padre; si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; ¿por qué? porque el Padre se revela a través del Hijo; el Hijo es la perfecta expresión, el Hijo es el Verbo de Dios, el Hijo es la palabra de Dios. Dios se conoce a Sí mismo, y cuando Dios se conoce y se expresa, dice: "Yo soy el que soy"; El se expresa, El se revela; esa revelación de Dios es Su verbo, esa es Su imagen, esa es Su expresión, es la Sabiduría misma de Dios, es el Poder de Dios; es el Padre revelándose a través del Hijo, conteniéndose en el Hijo y manifestando Su gloria a través del Hijo, que es el resplandor de Su gloria, la imagen misma de Su hipóstasis, o sea, de Su subsistencia; es el Hijo de Dios. En el Hijo conocemos al Padre; El ha venido para que conozcamos al Verdadero; y estamos en el Verdadero, en Su Hijo Jesucristo.
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