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Primogénito.-
Mientras el Señor Jesús estuvo sepultado, y fue sepultado para enterrar con El las cosas negativas, las cosas que El vino a destruir del diablo en la cruz, el Señor estuvo en el Tártaro, y predicó a los espíritus encarcelados que desobedecieron en los días de Noé, vivificado en espíritu. También predicó el evangelio a los muertos en el Hades, a aquellos que habían muerto en la esperanza del Mesías que había de venir, confiando en Dios; predicó el evangelio a los muertos; eso está en 1 Pedro 4:6: “ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”. También estuvo en el paraíso; allí, pues, fue con el ladrón que creyó en El cuando El murió, y que murió a su lado.
Ahora bien, si la palabra del Señor nos dice que el Señor descendió a las partes más bajas de la tierra, y que Su alma no fue dejada en el Hades, también vemos que la Palabra nos dice que El llevó cautiva la cautividad; el Señor tomó a todos aquellos que estaban esclavizados, o que estaban en aquella situación, y tomó a los que esperaban en El. El Señor resucitó, ¡y oh, que cosa preciosa!, aquí damos comienzo a la apertura en la continuación del plan de Dios; hubo una crucifixión, hubo una sepultura, pero también hubo una resurrección, hubo una liberación; la resurrección del Señor Jesús introduce muchas cosas buenas y positivas; en primer lugar, en relación a Su propia persona, el Unigénito se convierte ahora en Primogénito; el momento de la resurrección es considerado como el momento en que el Padre engendra al Hijo en un sentido (Hchs.13:33,34).
Antes de la fundación del mundo, el Verbo de Dios, la Sabiduría de Dios, fue engendrada inmanentemente por Dios sin principio, en el conocer eterno de Dios; el Verbo estaba con Dios; ese es un aspecto del engendramiento. Engendrado, no creado.
El otro aspecto es el aspecto del Espíritu Santo engendrando en el vientre de la virgen María al Señor Jesús como hombre; eso es otro aspecto; pero vemos otro aspecto que está en el discurso que el apóstol Pablo nos dio citando el salmo segundo, y está en Hechos, capítulo trece; podemos leerlo desde el versículo treinta y tres: “la cual (promesa) Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.” Así que el apóstol Pablo está utilizando este salmo segundo con el verso: mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, relacionándolo a la resurrección.
Cuando Cristo es resurrecto, en ese momento es convertido en el Primogénito; antes de la fundación del mundo El era el Unigénito, El era el único Hijo de Dios; pero El se hizo carne y llegó a ser el Primogénito; es decir, a partir de Su resurrección El puede dar cabida para muchos hijos de Dios, participantes de la naturaleza divina, por la vida de Cristo y Su Espíritu comunicado a ellos.
Continuaremos viendo algunas de las provisiones en la resurrección de Cristo para nosotros.
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