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De la teología apologética
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DE LA TEOLOGÍA APOLOGÉTICA[1]
Introducción
Vamos a ver lo relativo a la Teología Apologética. Como siempre, hacemos primero un ligero repaso. Estuvimos viendo a vuelo de pájaro las distintas maneras, en forma muy introductoria, de acercarnos al depósito del Señor, lo que el Señor ha entregado como revelación, la Teología Natural, lo que de Dios se conoce a partir de la naturaleza, de la creación, de la conciencia humana, aparte de la revelación especial, de la intervención divina en la revelación explícita y en la Palabra a través de las Sagradas Escrituras; la Teología Exegética en cambio se ocupa de encontrar el sentido de la revelación en los textos; estudia por textos, autor por autor, libro por libro, pasaje por pasaje, verso por verso, frase por frase, palabra por palabra, y si es necesario raíz por raíz, para entender el sentido del texto. Si se tiene todo el sentido del texto en un libro, y de todos los libros de un autor, se puede tener la teología de ese autor, por ejemplo, la paulina, la petrina, la juanina, la jacobina, etc.; si se tiene toda la coordinación de todas esas teologías apostólicas, se puede tener la Teología del Nuevo Testamento; si se hace lo mismo con el Antiguo, se tiene la Teología del Antiguo Testamento; y si se tienen las dos en coherencia, se tiene la Teología Bíblica. Dios da testimonio a través de la creación y esos datos los estudia la Teología Natural; de la Teología Exegética resulta la Teología Bíblica, y de ahí se pasa a la Teología Dogmática, que estudia ya no por textos, sino por temas las grandes verdades sobre Dios, sobre el propósito de Dios, sobre la creación de Dios, sobre el origen del mal, sobre los ángeles, sobre la caída de Satanás, sobre el hombre, sobre la caída del hombre, sobre el pecado, sobre la salvación, sobre Cristo, sobre el Espíritu, sobre la Iglesia, sobre las últimas cosas. Esos son los grandes temas y esos temas han sido revelados por Dios; Dios ha hablado acerca de esos temas, y la verdad sobre esos temas es lo que suele llamarse dogma. A diferencia de la Teología Exegética, que estudia por textos y autores, la Teología Dogmática estudia por temas, usando distintos textos y distintos autores, incluso los datos de la Teología Natural.
Cuando con esos dogmas se hace una cosmovisión coherente, se puede tener un sistema, y a ese sistema se le llama Teología Sistemática. La Sistemática descansa en la Dogmática, y ésta descansa en la Bíblica y en la Exegética, junto con los datos de la Teología Natural. La Histórica, en vez de estudiar por textos y por temas, enfoca el depósito de la revelación divina por procesos, estudiando el desarrollo de la revelación divina, el desarrollo del registro de los acontecimientos, de la formación del Canon y de los temas que aparecen, pero en un proceso histórico. Eso lo ha venido interpretando la Iglesia en distintas épocas, y no sólo la Iglesia, sino también Israel en su período.
Defensa de la verdad
Entramos ahora a ver la Teología Apologética. Apologética viene de la palabra griega apología, que quiere decir defensa. Es una palabra que aparece en la Biblia y de la cual surgió la palabra apologética. Hay un verso clásico que nos habla de su lugar y de la necesidad de la Apologética dentro del pueblo cristiano. Es común dentro de los libros que no son conservadores en teología, menospreciar la apologética; inclusive, cuando ellos descubren lo que ellos llaman ánimo apologético, lo menosprecian. ¿Por qué? Porque ese menosprecio es una apologética de ellos; pero realmente no es ese el sentido de la Biblia; por eso no debemos dejarnos asustar cuando encontremos ese menosprecio al ánimo apologético. Se puede tener un ánimo apologético y ser verdadero al mismo tiempo; tener la verdad y tener la intención de defender la verdad. No necesariamente se es falso por tener un ánimo apologético; al contrario, si se tiene la fe de la verdad, frente a los ataques del enemigo nos toca defender la verdad.
Vamos al verso clásico que está en 1 Pedro 3:15; este es un verso inspirado por el Espíritu Santo en esta primera epístola del apóstol Pedro, que nos exhorta a hacerle lugar a la Apologética; entonces vamos a hacerle ese lugar. “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Esa primera parte, obviamente está hablando a creyentes que tienen al Señor en su corazón y deben santificarlo, deben reservarse para el Señor. La razón por la cual es válida y legítima la apologética, es porque hay un enemigo que quiere arrastrarnos con él; entonces el Espíritu celosamente nos atrae hacia Dios y nos dice: "Santificad a Dios en vuestros corazones"; es decir, separarnos del mundo, separarnos del error, separarnos de la mentira y reservarnos para el Señor y Su testimonio. No solamente santificar al Señor en el corazón, sino“estad siempre preparados”. Note esa palabra del Espíritu por Pedro, "estad siempre preparados". Aquí habla de la palabra preparados, preparación; “preparados para presentar apología”. La palabra que aquí aparece como defensa, es la palabra que en el original griego dice apología, de donde viene la palabra apologética; es decir, que hacer apología es hacer defensa. Dice: “Siempre preparados para presentar defensa”. Hay que estar preparados espiritual y apologéticamente; preparación espiritual y apologética. Ese es el lugar aquí de la exhortación del Espíritu: estar siempre preparados para presentar defensa; esa es una preparación espiritual y apologética y nos dice que lo estemos en todo momento, porque Satanás no duerme, y es muy astuto, tiene mucha experiencia. Gracias a Dios que el Espíritu Santo tiene más, y mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.
La ciencia y la fe
"Presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Esto ya es una exigencia bastante fuerte. Aquí no dice estar preparado espiritual y apologéticamente sólo frente a cierto sector, digamos, más fácil de manejar, más manejable, menos preparado, quizá más popular, no; aquí habla de toda clase de seres humanos, incluso los eruditos, los académicos, los ateos, que pretenden ser científicos en su ateísmo. La ciencia no es atea, ni es incrédula; la ciencia más bien presenta datos; y los científicos, unos son creyentes y otros son ateos frente a los mismos datos. El problema no son los datos, sino las personas. Hay personas que interpretan diferente los mismos datos; unos son creyentes y otros son ateos. Sí, hay muchos científicos ateos y también muchos científicos creyentes; y de hecho, los verdaderos padres de la legítima ciencia, de aquello que es comprobable, que no es una manipulación, han sido creyentes. Boyle, el padre de la química, era creyente; con el 90% de sus entradas compraba Biblias y las regalaba. Isaac Newton también era creyente; inclusive su famoso libro de filosofía, "Principios Matemáticos de Filosofía Natural”, que es la obra clásica de Isaac Newton, fue escrito como jugando para él; a él le interesaban más los problemas de teología, y escribía sobre las profecías de Daniel y todo eso; solamente que a algunos no les interesa esos escritos de Newton, pues les interesa más lo que él tenía por hobbie, que eran los principios matemáticos de filosofía natural.
Fleming, el descubridor de la penicilina, también era creyente. Maxwell, descubridor del asunto del magnetismo, era también creyente. Marconi también era creyente; grandes hitos de la ciencia eran creyentes cristianos. Algunos eran creyentes judíos como Albert Einstein. Vemos, pues, que no es incompatible la ciencia con la fe; hay muchos científicos cristianos que saben las mismas cosas que otros que son ateos, y sin embargo aquellos primeros son creyentes. Así es que no debemos dejarnos “meter el gol” de que los científicos son ateos por el hecho de conocer; no, eso no es por ahí, porque hay muchos creyentes que conociendo las mismas cosas siguen siendo creyentes y más creyentes todavía.
Por eso dice aquí: "Presentar defensa con mansedumbre y reverencia...”. Esto es realmente una exhortación de la Palabra a estar preparados espiritual y apologéticamente con el más alto nivel posible; porque miren lo que sigue diciendo:“Ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Preparados espiritual y apologéticamente para dar razón de la esperanza. Nosotros tenemos esperanza, pero esa esperanza es atacada; el Señor no quiere que nosotros solamente tengamos esperanza y no sólo lo santifiquemos a Él en el corazón, sino que presentemos también razón de la esperanza. Hay personas que tienen esperanza y tienen una experiencia religiosa legítima y consideran que eso es suficiente para ellos en forma subjetiva, pero se olvidan que una de las características, y de las funciones de la Iglesia, es la de ser testigos, ser testimonio. La fe de la Iglesia no es una fe ciega; es una fe inteligente, es una fe que nace de un testimonio de Dios, es una fe que nace de la realidad; solamente que la realidad ha sido mal interpretada por los hombres, y los hombres son pecadores, los hombres tienen que hacer una opción moral: unos son creyentes, otros son ateos. Ahora, el Señor no quiere que solamente tengamos fe y que tengamos santidad y que tengamos esperanza, sino que también estemos preparados espiritual y apologéticamente al más alto nivel posible para satisfacer al que demande razón; o sea que el Señor quiere que presentemos razón de nuestra esperanza. Así es que está bien que tengamos fe, esperanza y amor, pero también el Señor quiere que tengamos la capacidad de presentar razones. Aquí dice que estemos preparados.
La Iglesia del Señor tiene hijos en los más altos niveles de todas las ramas de la ciencia, del saber, de la filosofía y de la academia, y que están ahí por providencia de Dios y que cumplen su función, y ponen su función al servicio del Cuerpo de Cristo, y conviene que vayamos conociendo algo del aporte de estos miembros del Cuerpo de Cristo en la historia de la Iglesia; porque no estamos en vacaciones, no estamos en recreo; estamos en guerra, y una de las armas que usa Satanás es la argumentación. Nuestra fe no se basa en argumentos o sabiduría humana; nuestra fe se basa en el poder de Dios, en el testimonio que Dios da, haciéndose Él mismo y Sus obras evidentes a nosotros; pero eso tiene su explicación, y eso puede expresarse en forma argumentada y razonada; la fe es razonable, la revelación es racional.
Derribando argumentos
Leemos en 2 Corintios 10:3-5: "3Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Usa el verbo militar y la palabra milicia, de donde nos damos cuenta de que estamos en un terreno de guerra; está hablando de milicia y de militar. “Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. Ahora, ¿cuáles son esas fortalezas? Ustedes saben que la misma Palabra del Señor nos enseña que los demonios son mentirosos y engañadores, y que Satanás, el engañador de las naciones, engaña por medio de doctrinas, por medio de pensamientos, por medio de sistemas intelectuales, con explicaciones mentirosas; y esa argumentación mentirosa de Satanás y sus demonios es lo que llega a convertirse en fortaleza al ser aceptado en la mente de los seres humanos, y por eso es que a continuación dice el verso siguiente: “Refutando argumentos..." Cuando habla para la destrucción de fortalezas, dice: "refutando argumentos"; es decir, que esas fortalezas son a través de argumentos. Satanás habla mucho, los demonios hablan mucho, muchas cosas; no quieren dejar de hablar y quieren confundir y argumentar y argumentar.
A una mentira, para derribarla, no es suficiente exorcizar al demonio de mentira; es necesario desmentir a la mentira con la verdad. Sí, tú puedes expulsar un demonio de mentira, pero el argumento queda en la mente, el lugar para ese demonio está otra vez ahí; así que no es suficiente con exorcizar un demonio de mentira; se necesita desdecir la mentira, desmentirla; no importa cuán grande es ese castillo de naipes en el aire que presente Satanás, se tiene que mostrar dónde está su falsedad, se tiene que exponer públicamente. Una de las cosas que el Señor Jesús hizo fue exponer en público a los principados y potestades; Él no se dejó engañar en nada; Él siempre los mantuvo a raya y siempre los sindicó y mostró el carácter del mundo y de Satanás. Así también esa es una responsabilidad de la Iglesia; la iglesia tiene que saber desmentir las mentiras de Satanás; no es suficiente decir: no creo en eso. ¿Qué van a decir de ti? Que tienes una fe ciega, pero lo que sucede es que no quieres entender la racionalidad; porque esa es la jactancia con que algunos de ellos hablan; se necesita desmentirles sus argumentos; es decir, derribar sus argumentos; no sólo derribar los demonios, sino los argumentos, porque ellos dicen mentiras y hay que desdecir la mentira. Solamente de esa manera una persona se libera de un demonio más plenamente.
Hay personas que han aceptado mentiras, que han aceptado una explicación diferente a la de Dios; y a menos que se les muestre y se les demuestre que está equivocada la persona y se le desdiga esa mentira, la persona no va a ser liberada. Podemos orar por ella, claro; eso tiene su lugar; se puede exorcizar el demonio, pero si hay una mentira hay que demostrar el error de la mentira, hay que derribar el argumento, no sólo echar fuera el demonio. “Refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Eso demuestra que hay pensamientos que no obedecen a Cristo, no obedecen la Palabra de Cristo, no piensan como Cristo, entonces no son cristianos, no son discípulos de Cristo; son discípulos de aquel que dijo ese pensamiento, del demonio que sea y a través del filósofo o teórico que sea. Hay personas que se mueven dentro de la cristiandad que son discípulos de teólogos o discípulos de filósofos o discípulos de místicos, pero no de Cristo; mas el pensamiento debe ser llevado cautivo a Cristo; cómo pensaba Cristo, cómo interpretaba Cristo, cuál es la mente de Cristo, esa debe ser la mente de los cristianos.
Si en alguna cosa no podemos concordar con Cristo, o Cristo está equivocado o es usted. Ahora, Cristo resucitó de entre los muertos, por lo tanto no creo que esté equivocado; yo creo que los equivocados somos nosotros; hay algún demonio por ahí que nos tendió una trampa y no le hemos descubierto dónde está; pero hay que descubrir al demonio y echarlo y deshacer la mentira; entonces por eso se habla aquí de una guerra en el área del pensamiento, en el área de la argumentación. "Estar siempre preparados para presentar apología con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razones de vuestra esperanza”.
Entonces, por favor, no nos dejemos deslizar a un fideísmo barato. Vuestra fe no es barata; creemos en el Señor; lo que quiere decir que a veces somos irresponsables y hacemos lo del avestruz, lo que se le achaca a las avestruces, que abren un hueco en la tierra y meten la cabeza; como no ve nada, piensan que a ellas no las ven tampoco. Como yo no veo el problema, el problema no existe. El problema sí existe; hay problemáticas, pero esas problemáticas han sido superadas por el Espíritu en la Iglesia, como Cuerpo; y nosotros debemos también aprender a presentar razones y presentar defensa.
Defensa y confirmación del Evangelio
Leamos ahora Filipenses 1:16-17: “16Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio”. Esa expresión es importante; no sólo el anuncio del evangelio, sino la defensa del evangelio. En los versículos 6 y 7 del mismo capítulo, Pablo dice a los Filipenses: "6Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 7como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia”. ¡Aleluya! Pablo dice que le es justo a él sentir eso acerca de los filipenses. Se habla de una gracia de Dios dada a los apóstoles y también de la cual participa la Iglesia, que es una con los apóstoles; una gracia para la defensa y la confirmación del evangelio.
Aquí vamos a tener en cuenta tres palabras distintas. Una de ellas es la palabra kerigma, que significa proclamación o podríamos decir predicación. Es una palabra profética en donde la verdad, como viene de parte de Dios, es anunciada, es proclamada, la crean o no la crean. Lo que Dios dice es esto; eso se llama kerigma, la doctrina apost
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