|
(90)
Renovaos en el espíritu de vuestra mente.-
En el numeral pasado, después de haber recordado la regeneración del creyente como provisión de Dios, por la sangre de Cristo, en la resurrección de Cristo, porque la sangre trae el perdón, pero el Espíritu del Cristo resurrecto introducido al espíritu del creyente trae la regeneración,
pues bien, después de haber recordado la regeneración, mencionamos también, y comenzamos a ver, la renovación.
La regeneración, repito, tiene que ver con la introducción de la vida divina, la vida de Cristo, en el espíritu del creyente, con el nuevo nacimiento; pero la renovación es una etapa posterior, también en virtud de la provisión de la resurrección de Cristo; Cristo resucitó, no solamente para regenerarnos, sino para que en base de esa vida de regeneración, nuestra alma comience a ser renovada; renovar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, que estaban rebeldes a Dios; ahora comienzan a ser sujetados a Dios, y a palpitar a la par con el Espíritu de Dios, que ha venido a morar en el espíritu del creyente desde el día en que fue regenerado, y nació de nuevo recibiendo a Cristo.
Continuemos, pues, considerando algunos versos que nos hablan de la renovación, como paso continuado, como paso siguiente a la regeneración. Leemos en la carta a los Efesios, capítulo cuatro, que nos dice del verso veintidós al veinticuatro: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
En este pasaje se nos hace el contraste entre el nuevo hombre y el viejo hombre; el viejo hombre tuvo comienzo con la concepción en nuestros padres; cuando fuimos concebidos ya en el vientre de nuestra madre, comenzamos a tomar parte del ser adámico, y ya participamos del viejo hombre. Cuando recibimos al Señor Jesús en nuestros corazones, la vida divina entra en nuestro espíritu, y comienza una nueva creación en nosotros; esa es la regeneración. Ahora nos dice aquí el verso 23 de Efesios 4: “y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
El nuevo hombre participa de la justicia, de la santidad y de la verdad, y está en el espíritu del hombre, cuando él recibe a Cristo; pero la renovación consiste en el paso de la vida de Cristo desde el espíritu hacia el alma, hacia la mente; por eso dice el verso 23:”renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Continuaremos en numerales sucesivos, Dios mediante.
|
|