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Tentado en todo, pero sin pecado.-
Hemos estado considerando en los numerales anteriores, la concepción, el nacimiento, el desarrollo del vivir humano normal, como hombre verdadero, del Señor Jesús, el Verbo de Dios encarnado, el Hijo de Dios e Hijo del hombre. Muy bien, consideremos otro aspecto importantísimo de este gran trabajo del Señor Jesús a favor de la humanidad.
En Hebreos, en el capítulo cuatro, leemos desde el verso 14 al 16: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión, porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado; acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
Que tremenda declaración ésta del verso 15; aquí en Hebreos 4 dice: “Uno (el Hijo de Dios, hecho hombre, el Verbo de Dios encarnado, Jesús) Uno que fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Esta es otra gran verdad; no solo que El creció, se desarrolló en estatura, en gracia, en sabiduría, como los demás hombres, se santificó para santificarnos a nosotros, aprendió la obediencia, fue perfeccionado; sino que todas estas cosas las hizo dentro de los marcos de la tentación satánica; o sea que Su crecimiento y Su desarrollo no fue nada fácil; El fue sometido a prueba como nosotros somos sometidos a prueba.
La palabra nos dice: Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. El Señor Jesús fue tentado como tú eres tentado, como yo soy tentado, pero El no pecó; El venció la tentación, El venció a Satán, y por eso es que nos puede socorrer; y que precioso que dice acá: “Un sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades, por cuanto El mismo padeció siendo tentado”; ¡Que precioso es esto! que el mediador nuestro no es solamente un Jesucristo Dios, sino un Jesucristo hombre. Ciertamente El es Dios, pero El también es hombre; El nos comprende, El sabe lo que hay en el hombre; El fue tentado, como el hombre fue tentado, y venció la tentación, y no le somos extraños, El nos comprende, nos compadece, porque El también aprendió la obediencia con sufrimiento, y por eso es que El nos puede ayudar, porque El venció; Sus victorias las comunica a nosotros el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo; y toda tentación puede ser vencida en virtud de este victorioso Jesús el Cristo.
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