Puntos cruciales de la Cristología Bíblica

   
 


 

 

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Carne y naturaleza pecaminosa

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Las trasgresiones y el pecado

La ley del pecado en mis miembros

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Cristología y soteriología

Cristología, soteriología y pneumatología

Encarnación del Verbo Divino

Kenósis y concepción virginal

Desarrollo humano del Verbo de Dios

Vivir humano santificante y perfeccionante del Hijo

Tentado en todo, pero sin pecado

En semejanza de carne de pecado

Preámbulo a la soteriología

Introducción a los variados aspectos del sacrificio de Cristo

Ofrenda por las trasgresiones y ofrenda por el pecado

Perdón y liberación

Ofrenda de paz y reconciliación

Liberación

Hecho maldición por nosotros

Dos aspectos de la santificación

La Cruz entre el mundo y nosotros

La cabeza aplastada de la serpiente

El grano de trigo

Vivificado en espíritu

Sepultado

Primogénito

Declarado Hijo de Dios por la resurrección

Cristo, nuestra justificación y santificación, por la resurrección

Regeneración y nuevo nacimiento

Regeneración y renovación

Renovaos en el espíritu de vuestra mente

Transformación por la renovación

Recapitulación pro configuración

Conformación a Cristo

Vivificación y glorificación del cuerpo

La Vida de Jesús en nuestros cuerpos mortales

Adopción, transformación, resurrección y glorificación de nuestros cuerpos

Ekklessía

Cristo magnificado en el cuerpo

Colofón

Bibliografía de "Edificación"

ANTICIPACION PROFETICA MESIANICA

LINAJE MESIANICO

EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO

ISAGOGIA DE QOHELET

 


     
 

 

PUNTOS CRUCIALES DE LA
CRISTOLOGÍA BÍBLICA[1]
 
La torre que desciende y asciende

Vemos un cuadro a manera de una torre, que hacia el lado derecho sube y al lado izquierdo parece descender. En el lado izquierdo se desciende de la Teo­logía Propia a la Teleología, y luego a la Cosmolo­gía; es decir, de la materia que trata de Dios, y de aquella que trata de los planes de Dios, a la materia que trata de la crea­ción, que es la Cosmología. De ésta a su vez surgen y se desarrollan dos materias fundamenta­les, que son: la Angelolo­gía y la An­tropología; pero por cau­sa de que entró el peca­do, tanto en­tre los ánge­les (una parte de ellos) co­mo entre los hombres (to­dos ellos ex­cepto el Señor Jesucristo), entonces surgió la materia que trata del pecado, la Hamartiología. Por eso es que al lado izquierdo de la ilustración se coloca una flecha que desciende mostrando que hay un proceso de descenso desde la Teología Propia, la Teleología, la Antropología, hasta que llegamos al punto de la Hamartiología, que corresponde a la caída. Ahora, pues, comienza el proceso de salvación, de recuperación, y es por eso que la torre comienza desde abajo hacia arriba, por el lado derecho; debido a eso, la flecha que está al lado de la torre ascendente, se dirige hacia arriba.

Tenemos el fundamento, de nuevo la Teología, porque Dios es el fundamento de todo. Así como de Dios proviene la creación e incluso el permiso al pecado, asimismo de Dios proviene la salvación, los medios y todo lo relativo para ella. Entonces en la Teología descansa la Cristología, que trata acerca de Cristo; en la Cristología descansa la Pneumatología, que trata acerca del Espíritu; en la Teología, la Cristología y la Pneumatología descansa la Soteriología, que trata de la salvación; y sobre la Soteriología la Eclesiología, que trata acerca de la Iglesia. No puede haber Iglesia sin salvación; no puede haber salvación sin la obra del Espíritu; no puede haber la obra del Espíritu sin la obra de Cristo, y no puede haber la obra de Cristo sin Dios mismo.
¿Por qué hacemos el contraste de lo ascendente y lo descendente ? Porque estas materias (en descenso) tratan de la historia que termina en la caída, pero las cosas no terminan en forma final allí; donde parte de los ángeles y el hombre resultan en la condición caída (tanto los ángeles que no tienen redención [los caídos], como el hombre), porque el hombre caído sí tiene redención en Cristo.
Vamos a ubicar una materia que no está ni abajo ni arriba, sino que aparece a lo largo, como transversal; una parte abajo de la columna descendente y otra parte arriba de la columna ascendente, porque la Escatología trata de la consumación de las últimas cosas, y hay cosas que se consumarán abajo en el lago de fuego y hay otras cuya consu­mación ocurrirá arriba en la Nueva Jerusalén.
Estas materias son los puntos cruciales, y las hemos llamado así porque en el presente curso de Teología General, donde apenas se tocan los principales capítulos, se ve el panorama, se perfilan los puntos cruciales, sin entrar a fondo en ellos.
 
Definición y subdivisiones de la Cristología


El término Cristología se deriva de dos palabras griegas: Cristo y logos, Cristo y la palabra, o la palabra de Cristo, o la doctrina de Cristo, porque es la materia que trata acerca de Cristo. Las principales subdivisiones de la Cristología tienen que ver con las dos naturalezas de Cristo; es decir, la Cristología estudia, por una parte la divinidad de Cristo, y por la otra Su humanidad. Cristo es una persona con dos naturalezas. Entonces a grandes rasgos, la Cristología se subdivide en:

1.       Sus dos naturalezas:
a) Su divinidad, que es la primera parte de la Cristología; es decir, todo lo relativo a la divinidad de Cristo.
b) Su humanidad, que trata todo lo relativo a Su naturaleza humana.
2.       Profecías mesiánicas. La Cristología también estudia las profecías mesiánicas y la tipología acerca de Cristo en el Antiguo Testamento, porque en la Biblia hay enseñanza simbólica acerca de Cristo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
3.       El desarrollo histórico de la verdad acerca de Cristo y de su lucha con la mentira en la historia de la Iglesia.
a)      La ortodoxia cristológica, que es la línea correcta del desarro­llo acerca de Cristo y la historia de la Iglesia.
b)      La heterodoxia cristológica, que es la que enseña las herejías cristológicas, no para que las repitamos, sino para que las conozcamos y las refutemos. A lo largo de la historia han surgido herejías acerca de Cristo; es decir, doctrinas diferen­tes o equivocadas.
Las anteriores constituyen las grandes subdivisiones -macro- de la Cristología. Entrándonos un poco más a fondo en el estudio, tenemos que en lo referente a las dos naturalezas de Cristo, lo que trata sobre Su divinidad y Su humanidad, se subdivide en:
 
La divinidad de Cristo
La divinidad de Cristo se ocupa del ser, la esencia y la naturaleza divina de Cristo. Aquí aparece la palabra 'esencia', que en griego es ousía. Esta palabra se ha traducido también como 'sustancia'; pero a su vez la palabra sustancia también es traducción de otra palabra que se llama hipóstasis; y resulta diferente 'sustancia' como traducción de ousía, que 'sustancia' como traducción de hipóstasis.


También trata de la personalidad. En su esencia y naturaleza, Cristo y el Padre no se distinguen; o sea, la sustancia esencial divina del Padre es la misma del Hijo, y la misma del Espíritu Santo; pero esa misma sustancia subsiste en tres Personas distintas; de manera que el Padre se distingue del Hijo en persona, no en sustancia-esencia, no en naturaleza. Al estudiar más a fondo la personalidad de Cristo, es necesario entrar a hacer una consideración fundamental en la Cristolo­gía: qué es el Verbo de Dios, y todo lo relacionado con El, dentro de la divinidad. Al estudiar Su divinidad en Su ser, en Su esencia, en Su naturaleza, y también las características distintivas de Su personalidad en relación con el Padre y con el Espíritu Santo (el por qué el Padre es la primera Persona, por qué el Hijo la segunda persona, por qué es Hijo, qué relación hay entre el Padre y el Hijo, entre el Hijo y el Espíritu), hay que entrar a estudiar qué es el Verbo. Al estudiar lo que es el Verbo, es preciso ver Su preexistencia; es decir, Su existencia antes de la creación, y también la coexistencia del Verbo con Dios. Asimismo la coinherencia de las divinas Personas. Ya no es solamente que estaba con, sino que estaba en. El Padre en el Hijo, el Hijo en el Padre. Hasta aquí son las consideraciones principales básicas de la Cristología acerca de la divinidad de Cristo.

Qué sabio es el Espíritu Santo al hablarnos en el primer capítulo del evangelio de Juan de la preexistencia y la coexistencia del Verbo. La preexistencia nos dice que El era antes de todas las cosas. Eso lo dice también el capítulo 8 de Proverbios. También leemos en la Palabra que  "Sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho"[2]; es decir, que El estaba antes de todo y El es el vehículo por medio del cual el Padre ha creado todas las cosas; es el creador de todo juntamente con el Padre. El es el principio de la creación no en el sentido de que El empezó, sino que a través de El se dio comienzo a todo. La coexistencia significa que el Padre estaba con el Hijo, y el Hijo con el Padre antes de la fundación del mundo.
"Con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo" (Proverbios 8:30).


Era con. Coexistencia del Verbo con Dios y El era Dios; se trata de la divinidad del Verbo. El era Dios, pero El también era con Dios. Si solamente decimos la mitad de la verdad, podríamos desviarnos para uno u otro lado. Si decimos que el Verbo es Dios, declaramos una verdad; estamos hablando de Su esencia, de Su naturaleza, de la sustancia divina de Su persona, que es la misma del Padre. Pero cuando hablamos de que el Verbo que era Dios, era también con Dios, estamos mostrando la distinción de Personas en la Trinidad, no de esencia. La esencia es una sola, es la divina. Pero la esencia divina subsiste en la persona del Padre, en la persona del Hijo y en la persona del Espíritu Santo; por lo tanto son tres Personas distintas que coexisten en el mismo Dios, que tienen la misma esencia pero distinta persona. Cuando San Juan dice: "En el principio era el Verbo"; ahí se está refiriendo a la preexistencia; y cuando dice: "Y el Verbo era con Dios", se refiere a la coexistencia, la cual muestra la distinción de Personas. Sí, el Verbo era Dios en esencia, pero también era con Dios; es decir, tenía una Persona distinta al Padre delante de Sí: al Hijo. Debido a eso el Padre dice al Hijo: "Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy"[3], y "Yo soy en el Padre, y el Padre en mí"[4], y en eso vemos la distinción de personalidad, no de esencia.

La coinherencia significa que el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre. "...como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti"[5]; no sólo con, sino uno en el otro. ¿Cuál es el error del arrianismo? Que niega la divinidad del Verbo. ¿Cuál es el error del unisismo, del sabelianismo? Que niega la distinción de Personas en Dios. Por eso San Juan decapita las dos herejías principales de la Cristología, al decir: "El Verbo era Dios"; ahí decapita al arrianismo, y cuando dice: "El Verbo era con Dios", decapitando de esa manera al sabelianismo.
 
La humanidad de Cristo
Entre la consideración de la divinidad de Cristo y Su humanidad, es preciso que no ignoremos que hay una consideración intermedia que se llama la kenosis o despojamiento. El se anonadó, pues siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios para retenerlo.
"...el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo" (Filipenses 2:6-7a).


La palabra "despojó" en griego es kenós, y de ahí viene la palabra kenosis. La Cristología también estudia la kenosis de Cristo. La doctrina de la kenosis en Cristología es la que trata el despojamiento del Señor. Cuando el Verbo se iba a encarnar "se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo". Siendo en forma de Dios se despojó y tomó forma de siervo. Eso es algo interno; es decir, es una operación íntima, por la cual pasa de la condición exclusivamente divina, a someterse a una condición humana. Ese despojamiento, ese autoanonadamiento del Señor, es lo que se llama kenosis, lo que a su vez viene del verbo ekenosen. Y eso es totalmente lo contrario de las pretensiones y deseos del diablo, el cual no era Dios y pretendió hacerse Dios, y dijo: "Seré semejante al Altísimo"[6]. Por el contrario, el Señor, siendo en forma de Dios, se despojó.

 
La encarnación del Verbo.
En este punto nos es de mucha utilidad lo que tratamos en los puntos cruciales de Antropología Bíblica. En ésta, se estudia no sólo el origen del hombre y su misión, sino también la naturaleza, la composición, las partes del hombre. El Señor no solamente se hizo carne, como lo declara Juan, sino que Filipenses dice: "se hizo semejante a los hombres"; y estando en la condición de hom­bre..."(2:7,8). Eso significa que el Verbo no solamente asumió un cuerpo humano -esto es una herejía-, sino que también tomó lo humano y lo espiritual. El Señor dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu[7]". El asumió una humanidad completa con espíritu, alma y cuerpo. La encarnación es completa. Dentro de la encarnación hay que ver varios aspectos:
1.    Su ascendencia genealógica. Trata de Su línea de Abraham, de la tribu de Judá, de la simiente de David.
2.    La concepción, o sea la verdadera inmaculada concepción; no de María sino de Cristo en el vientre de la virgen María.
3.    El nacimiento. Su nacimiento en Belén de Judá.
4.    El vivir humano. Su crecimiento, Su aprendizaje, Su perfeccionamiento, Sus tentaciones. La Biblia dice que El crecía en gracia, en estatura, en sabiduría. Su aprendizaje como hombre, porque como Dios no tenía nada que aprender. La Palabra dice que aprendió la obediencia por medio del sufrimiento. Su perfeccionamiento, pues habiendo sido perfeccionado por aflicciones, vino a ser el Autor de la eterna salvación[8]. Sus tentaciones: que fue tentado en todo confor­me a la naturaleza humana.
5.    Su muerte.
a) Su predicación en el Tártaro; es decir, a los espíritus encarcelados, aquellos ángeles caídos, que desobedecieron en el día de Noé.
b) El descenso al Hades ("No dejarás mi alma en el Hades"[9]).
c) La predicación del evangelio a los muertos, que dice en 1 Pedro 4:6. El mismo les anunció el evangelio a los muertos, porque antes de venir Cristo, muchos estaban creyendo que habría de venir el Mesías, pero no sabían quién era, cómo se llamaba, y estaban esperándolo. ¿Dónde se encontraban los que murieron con la esperanza de la venida del Señor? Estaban en el Seol; solamente que el Seol estaba dividido en dos por una gran sima: una de esas secciones era el lugar de tormento, donde estaba aquel rico que no ayudó a Lázaro; y la otra era el seno de Abraham. En el capítulo 2 de Hechos, el apóstol Pedro hace una cita referente al Salmo 16, donde dice: "No dejarás mi alma en el Seol", o Hades. Cuando se cita en el Salmo, dice en hebreo, "Seol"; pero cuando Pedro lo traduce al griego, es "Hades". Quiere decir que el Hades y el Seol son lo mismo, es el mismo lugar; pero son diferentes del Tártaro y de la Gehena.
d) La ida al Paraíso ("Hoy estarás conmigo en el paraíso"). Todo esto está relacionado con la muerte del Señor.
e) La resurrección corporal del Señor.
f) La ascensión de Cristo.
g) El Sumo Sacerdocio de Cristo, Su mediación como hombre. Dice la Biblia que "hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5). De manera que El, como hombre que es, es intercesor, porque El ascendió para ejercer como Sumo Sacerdote y como mediador, como abogado.
h) El señorío de Cristo. Otro aspecto de la obra y de la realidad de Cristo es ser el Señor, porque El se sentó a la diestra del Padre y fue hecho Señor y Cristo, esperando que todos Sus enemigos fuesen puestos bajo Sus pies. Ejerce también como Señor, como Cabeza de todo varón, de la Iglesia, de todo principado y potestad, y Cabeza de todas las cosas. Así se le llama en la Biblia. Por eso se le llama también Rey de Reyes y Señor de Señores, soberano de los reyes de la tierra.

i) La segunda venida de Cristo. Otro punto relativo al Señor es Su retorno, la segunda venida de Cristo, en la segunda sección donde aparece Profecías Mesiánicas.

I. En el primer bloque vimos Su divinidad y Su humanidad.
II. En el segundo bloque vienen profecías y tipologías. En esta parte vemos profecías del Antiguo Testamento relativas a Su ascenden­cia, Su nacimiento, Su vida, todos los aspectos de Su muerte, etcétera.
- Simiente de la mujer.
- Simiente de Abraham.
- Simiente de la tribu de Judá.
- Simiente de la casa de David.
- Nacido en Belén.
- Enseñó parábolas.
- Manso y humilde.
- Hizo milagros.
- Fue traicionado.
- Vendido por treinta piezas de plata.
- Crucificado.
- Tenido por maldito.
- Menospreciado.
- Enterrado en sepultura de rico.
- Resucitado al tercer día.
- Sentado a la diestra del Padre.
- Vendrá en las nubes del cielo.
Hay más profecías, pero estas son las más comentadas. En la tipología se puede mencionar todos los sacrificios antiguos, los materiales del arca, y también detalles históricos de personajes bíblicos como José, David (que son tipos de Cristo), Salomón.

III. En la tercera sección se trata de la ortodoxia y la heterodoxia. En la ortodoxia está la Cristología normal, que es la bíblica, la cual ha sido bien entendida por la Iglesia a lo largo de los siglos. El Espíritu Santo ha estado guiando a la Iglesia a lo largo de toda verdad. El Espíritu Santo glorifica a Cristo ante los ojos de la Iglesia; es decir, que en la historia de la Iglesia se preveía que se daría un conocimiento cada vez más profundo de Cristo, pero según la Biblia y la ortodoxia.
 
Herejías cristológicas
Las principales herejías cristológicas que debemos considerar son:
- Ebionismo
      - Docetismo
- Gnosticismo
- Arrianismo
- Sabelianismo
- Adopcionismo.
Son parientes del Sabelianismo las herejías cristológicas que relacionamos a continuación:
- Monarquismo
- Modalismo
- Patripasionismo
- Subordinacionismo
- Apolinarismo
- Nestorianismo
- Monofisismo
- Monotelismo
- Racionalismo
- Espiritismo
- Liberacionismo, etcétera.[10]


[1]Enseñanza dada en la localidad Rafael Uribe Uribe, Santafé de Bogotá, D.C., Colombia, el 3 de Agosto de 1991
[2] Juan 1:3b
[3] Salmos 2:7
[4] Juan 14:10
[5] Juan 17:21
[6] Isaías 14:14
[7] Lucas 23:46
[8] Referencia a Hebreos 5:8-9
[9] Hechos 2:27
[10]Proporcionamos un breve comentario de las principales herejías cristológicas que anota el autor:
Ebionismo. Los ebionitas pertenecían a esas minorías judaizantes en la iglesia del siglo I, que entre otras cosas negaban la filiación divina de Jesús, considerándolo un mero hombre, un profeta, un vocero de Dios humano al igual que los profetas hebreos del pasado. También, sobre todo los ebionitas gnósticos, negaban el nacimiento virginal del Señor, y que al bautizarse en el Jordán, fue cuando Cristo descendió sobre el hombre Jesús, que se alejó de Él antes de la crucifixión y resurrección. Sólo aceptaban el Evangelio de Mateo; y, claro, la copia que ellos usaban de este Evangelio se diferenciaba del ortodoxo debido a que tenía ciertas desviaciones típicas ebionitas, como la de que Jesús era hijo de José y María. Es probable que su nombre se derive de Ebión, judío de Samaria del siglo I, o que se derive del hebreo ebyon (pobre) y que guarda alguna relación de origen con la iglesia de Jerusalén anterior al año 70 d. C., fecha en que fue destruida por los romanos.
Docetismo. Para el docetismo, el Hijo de Dios realmente no se hizo carne sino sólo en apariencia; de manera que el Verbo no es verdadero hombre sino en apariencia. La palabra docetismo viene del griego doceiko, dokeo, “apariencia”, “parecer”. El docetismo, al negar la verdadera encarnación, está negando la expiación y la resurrección. Su principal exponente fue el judeocristiano Cerinto a finales del siglo I. Es interesante anotar la mención que hace Ignacio de Antioquía al referirse a esta herejía: “... y los sufrió verdaderamente, así como verdaderamente se resucitó a sí mismo, no según dicen algunos infieles, que sólo sufrió en apariencia. ¡Ellos sí que son la pura apariencia! y, según como piensan, así les sucederá, que se queden en entes incorpóreos y fantasmales” (Ignacio de Antioquía. Carta a los Esmirniotas. II, 1, BAC, 1985). Contra esta herejía el apóstol Juan escribe, entre otras cosas: “Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:3).
Gnosticismo. Para los gnósticos, el Señor Jesús no es el unigénito Hijo de Dios, el Verbo eterno, sino apenas uno de los eones o entidades que emanan del Ser Supremo, uno de los más conspicuos, sí, pero sólo una emanación de Dios. Tienen a Cristo como un mero maestro que vino a salvar a los hombres, no con Su sacrificio expiatorio, sino a través del conocimiento (gnosis) que trajo de parte de Dios. Al negar una auténtica encarnación del Verbo, lo hacen alegando que eso no podía darse debido a que la materia es intrínsecamente mala. La gnosis es altamente sincretista; es decir, es una amalgama de creencias y dogmas de origen oriental y filosofías griegas, bajo un barniz bíblico. Creen en la reencarnación, pues sus raíces y fuentes se alimentan de la astrología babilónica, el dualismo persa, la cábala judía y el hermetismo, de Hermes Trimegisto de Egipto. Sus principales gestores son Simón el Mago de Samaria, Cerinto de Asia Menor, Basílides de Alejandría, Bardesanes, Valentino de Alejandría, Marción del Ponto, Ptolomeo y Heraleón. La carta de Pablo a los Colosenses y la primera epístola de Juan, combaten el gnosticismo.
Arrianismo. Arrio afirmaba que Cristo, aunque de naturaleza superior a la mera humana, había sido creado, negando así Su eternidad y Su igualdad y consustancialidad con el Padre y el Espíritu Santo. Arrio fue un presbítero de Alejandría, en tiempos (318 d. C.) en que Alejandro era el obispo de la ciudad, y Atanasio aún un mero diácono. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Nicea, Bitinia, en 325, y su gran oponente fue Atanasio, como defensor de la divinidad de Cristo. Los actuales seguidores del arrianismo son los llamados “Testigos de Jehová”.
Sabelianismo. Deriva su nombre de Sabelio, su más famoso exponente. Niega la distinción de personas en la Trinidad, afirmando que Dios se auto-revela en tres modos diferentes. Noeto de Esmirna, en el tercer siglo enseñaba que el Padre nació en la persona del Señor Jesús, queriendo significar que el Padre vino a ser el Hijo, muriendo y resucitando de entre los muertos. Para ellos, el Hijo era una manifestación del Padre. Hoy se conoce esta doctrina como unitarisno, y reconocen sólo a Jesucristo; de ahí que también se les llame “Sólo Jesús”.
Adopcionismo. Esta herejía niega la divinidad de Jesucristo al afirmar que el Señor Jesús fue un mero hombre pero de vida inmaculada, santidad y sabiduría, a quien Dios adoptó como hijo por la gracia. Aceptaban Su nacimiento virginal, pero afirmando que el Espíritu Santo descendió sobre Él con ocasión de Su bautismo, y que fue deificado después de Su resurrección. Entonces, como lo afirmaba Elipando, arzobispo de Toledo, uno de sus principales expositores, ellos enseñaron que el Logos, el verdadero Hijo del Dios eterno, había adoptado la humanidad en la naturaleza. Se concluye que las raíces de esta herejía se desprenden de las ideas de Cerinto, quien rechazaba la unión de Dios a un cuerpo material.
Son parientes del Sabelianismo las herejías cristológicas que relacionamos a continuación:
Monarquismo. El monarquismo está íntimamente relacionado con el sabelianismo, por cuanto designa a los unitarios o antitrinitarios, por el énfasis que le dan a la unidad numérica y personal de Dios. La palabra monarquismo fue usada por Tertuliano (150-220 d. C.). Los monarquistas racionalistas, como Pablo de Samosata, negaban la personalidad del Logos y del Espíritu Santo; y consideraban a Cristo como un mero hombre lleno del poder divino.
Modalismo. También se le llama monarquismo modalista. Doctrina que, no haciendo distinción entre persona y esencia, enseñaba que Dios voluntariamente se auto-limitó, haciéndose hombre. Negaban al Hijo, pues enseñaban que el Hijo es el Padre revelado en carne. Su más conspicuo exponente es Praxeas, oriundo de Asia Menor, pero radicado en Roma en tiempos del emperador Marco Aurelio (161-180). Se le enfrentó Tertuliano.
Patripasionismo. El patripasionismo está relacionado con el monarquismo modalista, por cuanto en esa doctrina se enseñaba que el Padre había encarnado en el Hijo, y por ende era el Padre el que había tomado la tarea de la redención, sufrido el sacrificio de la cruz y resucitado.
Subordinacionismo. Tertuliano (150-220) sostenía que en Cristo estaban unidas la completa naturaleza divina y la naturaleza humana. Sin embargo, enseñaba una especie de subordinacionismo, en el cual Cristo estaba subordinado al Padre.
Apolinarismo. Doctrina que negaba la perfecta humanidad de Cristo. Apolinar (310-390), obispo de Laodicea, se fue al otro extremo de Arrio, pues Arrio negaba la perfecta deidad de Cristo. ¿Cómo entendía Apolinar la persona de Cristo? Decía que Cristo asumió el cuerpo humano que poseía el alma como principio de la vida, pero que el Logos divino tomó el lugar del espíritu o la parte racional más elevada del ser, negando así que Cristo tuviese un espíritu humano. Según él, Cristo tenía naturaleza divina, pero naturaleza humana imperfecta. ¿Cómo podía Cristo salvar a todo el hombre si era un hombre imperfecto? Los grandes oponentes de Apolinar fueron los capadocios (Gregorio Nacianceno, Gregorio de Niza y Basilio el Grande). El apolinarismo fue anatematizado en el Concilio de Constantinopla del año 381 d. C., concluyendo que Cristo es una Persona divina que tomó para Sí naturaleza humana.
Nestorianismo. Nestorio, presbítero y fraile de Antioquía, llegó a ser en 428 patriarca de Constantinopla; pero en las disputas de carácter cristológico se opuso a los que se referían a María como “madre de Dios” (theotokos), proponiendo a cambio la expresión “madre de Cristo” (Christotokos), dando por sentado que Nestorio no comprendía bien el significado de la unión de las dos naturalezas (la divina y la humana) en la Persona de Cristo; y se opuso a la idea de que el Logos divino pudiera participar en sufrimientos y debilidad humana, y a la larga el nestorianismo degeneró en la herejía que sostenía que Jesús no había sido sino sólo un hombre, que lo divino y lo humano en Cristo formaban en él dos personas distintas: Cristo, el Logos divino que se unió voluntariamente a Jesús, el hombre nacido de María. Esta controversia fue definida en el Concilio de Calcedonia.
Monofisismo. El monofisismo viene del griego monofusis, que significa una sola naturaleza. Esta herejía fue originada por Eutiques (378-454), en una reacción en contra del nestorianismo, que dividía a Cristo en dos personas. Eutiques fue guiado a ese error por la incapacidad de distinguir entre naturaleza y persona en Cristo. Él decía que en Cristo la naturaleza humana se había fusionado con la divina, de manera que vivía en una sola naturaleza. Y a la final esa cristología eutiquiana estimaba que Cristo no era ni verdaderamente Dios ni verdaderamente hombre. Esta herejía fue condenada en el Concillio de Calcedonia del año 451.
Monotelismo. Esta palabra proviene del griego monos, solo, sin compañía, y thelo, escoger, actuar por voluntad. El error monotelista consistía en que Cristo sólo tenía una voluntad. Esta controversia cristológica se inició con Sergio, patriarca de Constantinopla durante el gobierno del emperador de oriente Heraclio (610-641). Sergio, tratando de solucionar el conflicto monofisita que aún persistía en el imperio, y con base en ciertos escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita, aconsejó al emperador que publicase un documento expresando que Cristo obraba acciones divinas y humanas por una sola energía divino-humana. Eso terminó en un nuevo error cristológico consistente en que todos estuviesen de acuerdo en que en el Verbo encarnado había dos naturalezas, pero una sola operación y una sola voluntad (thelema) divino-humana. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Constantinopla del año 680-681. Pero, ¿qué dice la Biblia? Que el Hijo al tener la misma esencia del padre, tiene la misma voluntad divina del Padre; y al ser perfecto hombre, tiene voluntad humana. Hebreos 1:3; Mateo 26:39; Lucas 22:42; Juan 6:38.
- Racionalismo.
- Espiritismo. Doctrina según la cual los seres vivos pueden comunicar con los espíritus de los muertos a través de los médiums, especialmente. Como todas sus enseñanzas son contrarias a la Palabra de Dios, se desprende que ellos se oponen a Dios, niegan la personalidad de Dios, pues son panteístas; pero la Biblia declara que Dios tiene todas las características de una persona. Dios habla, oye, piensa, se entristece, ama (Juan 3:16), y todo eso se manifiesta también a través del Verbo encarnado. Los espiritistas niegan que Jesucristo es Dios, afirmando que sólo es un médiums de rango superior; pero la Biblia afirma que el Verbo es Dios y que se hizo carne (Juan 1:1; 1:14; Romanos 9:5; Juan 20:28; 1 Juan 5:20).
- Liberacionismo, etcétera. Nota de Editor.
 

 
 

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