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Triplicidad.-
En numerales anteriores estábamos ya comenzando a considerar Romanos, capítulo siete. Continuando en esta consideración, observamos, en un sentido, como tres tipos de “vidas” en el hombre que ha caído, incluso el redimido.
Habíamos, pues, visto en numerales anteriores que el ser humano es tripartito; tiene tres partes: espíritu, alma y cuerpo; habíamos visto qué le pasó a estas tres partes del hombre con la caída; el espíritu murió y se separó de Dios, el alma llegó a gobernar al hombre entero como un ego al que se deslizó el yo incapaz de vencer por sí solo al poder del pecado, y el cuerpo del hombre llegó a ser meramente carne; también el hombre íntegro llegó a estar sometido a la carne, a la carnalidad.
De manera que en el ser del hombre, si este hombre caído recibe al Señor para ser salvado, entonces queda convertido en un campo de batalla, donde interactúan tres clases de “vidas”, que vamos a identificar, con la ayuda del Señor, en este numeral.
En el espíritu del hombre regenerado, cuando este hombre, que ha caído como todo ser humano, recibe al Señor para ser salvado, al recibir el Espíritu de Cristo, entonces en su espíritu tiene la vida divina; por eso es que en Romanos ocho se nos dice que el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.
Así que en el espíritu del hombre regenerado, habiendo recibido a Cristo, está la vida divina; pero claro está que no solamente la vida divina está en el hombre que es un hijo de Dios ahora, el que ha recibido a Cristo; ahora está también, y continúa estando como lo estaba antes de recibir a Cristo, la vida humana, la vida natural, en su alma, en su propio yo, en su propia personalidad; esa persona sigue siendo un hombre normal, un hombre natural; así que, además de encontrar la vida propiamente divina, la naturaleza divina por el Espíritu de Dios en el espíritu del hombre, encontramos también la vida humana, la vida psíquica del hombre, su personalidad, su vida natural. La vida de Dios es una vida sobrenatural en relación al hombre, es una vida increada, es una vida eterna; en cambio, la vida natural del hombre es una vida creada, es una vida que tiene sus limitaciones en comparación con la vida divina
Pero vemos también que hay algo en la carne del hombre; algo que se llama el pecado y la ley del pecado en mis miembros, como dice Pablo; y que él lo llama el cuerpo de muerte; y como dice en Romanos ocho, en este cuerpo de muerte vemos que ahí está operando el pecado; y el pecado es la naturaleza típica de Satanás, es la participación de Satanás en el hombre adámico; el hombre caído está vendido al pecado, y el pecado es la naturaleza del mal; es el mal en mí que tuvo su origen en Satán.
Entonces, vemos el mal en nuestros miembros, en nuestro cuerpo de muerte, como dice aquí el apóstol Pablo; vemos también la vida humana natural, creada por Dios en el hombre en el principio; y la vez, en los hijos de Dios, en los regenerados, vemos la vida increada y eterna
de Dios; estas tres luchan, interactúan y convierten en un fenómeno a los hijos de Dios, en un fenómeno de lucha espiritual.
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