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Vida y edificación.-
En el libro del Génesis nosotros encontramos varias cosas importantes; encontramos a Dios y al hombre en el huerto, y en medio del huerto encontramos el árbol de vida, y encontramos también un rio que fluye del huerto para regar el huerto, y que nos lleva a una tierra donde hay materiales preciosos; y el hombre está en aquella situación.
Al final de la Biblia, en el libro del Apocalipsis, cuando vemos ya la consumación del plan de Dios, del programa divino, encontramos también al árbol de vida, encontramos también al rio de vida, encontramos también a Dios y al hombre; pero encontramos, además del paraíso, una ciudad, la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén de Dios y el hombre, la morada de Dios con los hombres, el Tabernáculo de Dios con los hombres
Vemos, pues, un desarrollo desde el libro del Génesis hasta el libro del Apocalipsis; y a lo largo de la palabra del Señor nos encontramos con un tema que se repite constantemente y que se va desarrollando progresivamente; nosotros vemos a Dios preparando una edificación.
Vemos, pues, la vida divina dirigida hacia una edificación de parte de Dios, donde Dios y el hombre lleguen a ser una morada mutua; vemos esa línea central en la palabra del Señor.
La palabra clave en la Biblia, en el Antiguo Testamento, es la palabra vida, la vida divina; es Dios revelado como vida, como árbol de vida para alimento del hombre, para que el hombre se alimente de Dios, y Dios pueda edificarse una casa para Sí mismo, donde El pueda ser contenido, donde El pueda ser expresado, donde El pueda ser representado, donde El pueda tratar con Su enemigo.
Entonces, la otra palabra clave, es la palabra que vemos también en el Nuevo Testamento: es la palabra edificación; la palabra edificación es otra palabra clave; la palabra vida y la palabra edificación son dos palabras muy importantes en las Sagradas Escrituras. Dios, por medio de Su vida, está desarrollando una edificación.
Ese es el programa divino, esa es la administración divina, hablando a grandes rasgos, en forma muy somera y muy panorámica.
Debemos, pues, hermanos, aprender a centrarnos en todo aquello que nos vivifica de parte de Dios, y que nos edifica en comunión corporativamente; porque lo que comenzó en el Génesis, terminará en el Apocalipsis; y lo que se está desarrollando a lo largo de la palabra del Señor, nos lleva hacia esa meta y hacia ese objetivo.
Eventualmente todos los hijos de Dios estaremos haciendo parte de aquella grande edificación de Dios, de la gran ciudad de Dios, de la Nueva Jerusalén de Dios; esa será la consumación de la edificación de Dios.
Dios, con Su vida, edificando con el hombre rescatado, la Iglesia, un solo cuerpo, un solo y nuevo hombre, una casa, un edificio para morada de Dios en Espíritu.
Vemos allí que, por una parte, el hombre es una casa para Dios; por otra parte, vemos también que Dios es una casa para el hombre. Dios y el hombre juntos es el programa de Dios.
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