|
(87)
Cristo, nuestra justificación y santificación, por la resurrección.-
Gracias a la resurrección del Señor Jesús, el Unigénito de Dios, el Verbo de Dios llegó a convertirse también en el Primogénito, en el Hijo primogénito de Dios. Primogénito quiere decir que ahora tiene hermanos semejantes a Él, y que Él es el Primero de ellos; ¡Que cosa preciosa! Quiere decir que la resurrección del Señor Jesús introdujo las cosas nuevas, las cosas positivas, la nueva creación; y vamos a estar considerando algunos de los ítems conseguidos para nosotros por la resurrección del Señor Jesús; vamos a estar mencionando algunos en forma panorámica en este numeral, para considerarlos un poco más despacio en numerales sucesivos.
A través de la resurrección del Señor Jesús, nosotros pudimos ser justificados; la justificación viene también a través de la resurrección; eso podemos leerlo en Romanos 4:25; dice del Señor Jesús: “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”; resucitado para nuestra justificación.
Así que la justificación requería también de la resurrección del Señor. Solo por la resurrección comprendemos que Él verdaderamente es el Hijo de Dios, el Mesías, y que su sacrificio expiatorio fue acepto a nuestro favor. Si hubiera quedado muerto, no tendríamos base para la fe.
Por una parte, además, la cruz nos provee el perdón, nos limpia de todo pecado; pero la intención del Señor nos es solamente perdonarnos; necesitamos, además de ser perdonados y liberados, etc., también ser renovados, ser regenerados, ser hechos justos en naturaleza, recibir una naturaleza también justa; no sólo justificados posicionalmente; es decir, declarados inocentes porque la deuda fue pagada y la culpa borrada; sino que también necesitamos recibir una nueva naturaleza; por eso nos dice la palabra del Señor que el nuevo hombre ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24).
Aquí nos acercamos también a otro aspecto conseguido para nosotros en la resurrección: la santificación. Habíamos visto en numerales anteriores un aspecto de la santificación conseguida en la cruz, como leíamos en Hebreos, de que por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo fuimos santificados; eso quiere decir, separados para Dios de las cosas negativas; pero la santificación no es solamente una separación de las cosas negativas; se necesita un elemento positivo: la naturaleza santa del Señor, la nueva creación, que tiene origen en la resurrección de Jesucristo; es creada, como dice Efesios, en la justicia y en la santidad de la verdad; o sea, la naturaleza divina es justa, y la naturaleza divina es santa, y es verdadera; y nosotros, al recibir al Señor, la vida del Señor por la resurrección de Cristo, por la suministración del Espíritu, nosotros recibimos también entonces la justicia de Dios infusa, en una manera disposicional, no solamente imputada posicionalmente; Su naturaleza obrando en nosotros. Por eso es que Él es también la santificación; nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención es Cristo (1Cor.1:30).
Obviamente, la regeneración también es posible para los hijos de Dios, gracias a la resurrección del Señor Jesucristo. Si Él hubiera muerto, pudiéramos ser perdonados; pero si no hubiera resucitado, entonces ¿cómo ser regenerados?
Continuaremos, Dios mediante, en numerales sucesivos considerando las riquezas de la resurrección de Jesucristo para nosotros.
|
|