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Conformación a Cristo.-
La configuración del creyente a la imagen de Cristo, es solamente posible, gracias a la resurrección del Señor Jesús, a Su ascensión, y al envío de Su Espíritu, para regenerarnos, renovarnos, y yendo transformándonos hasta configurarnos a la Imagen del Hijo de Dios, hasta conformar a Cristo dentro de nosotros.
Si Cristo no hubiera resucitado, esto no sería posible; por eso era necesario que Cristo viniera, muriera y resucitara, para incluir una salvación completa; una salvación que incluye no solamente el perdón, sino que incluye también la liberación, la limpieza del pecado y de la mancha del pecado, la reconciliación con Dios, una plena salvación; eso, gracias a la cruz, y también la regeneración, la justificación, la santificación, la renovación y la configuración a la imagen de Cristo; hay otras cosas más, pero estamos deteniéndonos en la configuración a la imagen de Cristo.
Es muy importante comprender que nuestra salvación tiene un propósito. Dios no nos ha salvado para que seamos solamente creyentes salvados; es como si una persona comprara un montón de piedras, o de ladrillos, y los dejara amontonados en un lote; el propósito de esas piedras, y esos ladrillos, no es formar montones en lotes; la intención de Dios es edificar con ellos una casa.
Así es Dios con nosotros; él nos ha salvado con la intención de configurarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo; es el verso que leíamos en el mensaje de la vez pasada, y que volvemos a leer en esta vez, porque es sumamente importante, porque determina el objetivo que Dios se ha puesto para con nosotros, y que nosotros debemos también ponernos, en colaboración con el propósito de Dios.
Romanos ocho, verso veintinueve: “A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Esta configuración, esta conformación a la imagen de su Hijo Jesucristo, ya no tiene que ver solamente con el ámbito de nuestro espíritu, sino que tiene que ver con el resto de nuestro ser; la vida del Señor, que recibimos por la fe, gratuitamente, cuando recibimos al Señor, cuando Su sangre nos limpia, y cuando recibimos su Espíritu, entonces nos regenera, y nos va renovando, nos va transformando para ser configurados; ya no tiene que ver sólo con nuestro espíritu, sino con el resto de nuestro ser, con el resto de nuestras disposiciones, con nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, con nuestra voluntad, nuestras decisiones, como lo hemos estado repitiendo insistentemente en numerales pasados. Esta es ahora el alma; el alma tiene que ser ganada para el Señor; el espíritu es regenerado en un instante, en cambio el alma tiene que ser renovada durante toda la vida; toda la vida debe someterse nuestra alma a la renovación por el Espíritu de Cristo.
De esa manera somos configurados, y Cristo se va formando en nosotros; la intención de Dios es formar a Cristo en nosotros; Pablo hablaba, no solamente de que Cristo fuese revelado a nosotros, ni de que Cristo solamente morara en nosotros, sino de que Cristo fuese formado en nosotros, lo cual consideraremos un poco mas lentamente en numerales sucesivos, Dios mediante.
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