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Transformación por la renovación.-
Continuando con la serie de los numerales anteriores, estamos recordando el tema importante de la renovación por el Espíritu Santo, conforme a la expresión de Pablo a Tito, en su carta, en el capítulo tres; y en el mensaje pasado habíamos leído Efesios, capítulo cuatro, donde nos exhorta a ser renovados en el espíritu de nuestra mente. La renovación, pues, repetimos en este numeral, consiste en la transmisión de la vida divina desde el espíritu del hombre regenerado hacia el exterior de su ser; desde la parte mas íntima de su ser, que es el espíritu, la vida divina comienza a tomar lugar, a establecer sus guarniciones en el alma del hombre, en sus pensamientos; por eso dice: renovaos en el espíritu de vuestra mente.
Una persona puede ser regenerada en su espíritu, pero sus pensamientos pueden estar aún vagando de aquí para allá, o sus emociones pueden ser inestables, suben y bajan, o su voluntad puede estar en contra de la dirección interna del Espíritu. Entonces, se necesita, no solamente ser regenerados, sino también ser renovados; traer nuestra alma, mente, pensamientos, emociones y voluntad, a la obediencia a Cristo; y esta es la renovación por el Espíritu Santo.
Por eso en Efesios 4:24 se nos hablaba también de vestirse del nuevo hombre. El nuevo hombre tiene su origen en la resurrección de Cristo, que viene, por el Espíritu de Cristo, a nuestro espíritu, en el nuevo nacimiento; pero tenemos que vestirnos del nuevo hombre; esa vida divina que nos ha sido provista, y que ya la tenemos de una vez por todas en nuestro espíritu, tiene que ir siendo aplicada a nuestro hombre exterior; por eso es que se dice: “vestíos del nuevo hombre”.
Algo similar a esto escribe Pablo en la carta a los Romanos, y leemos en capítulo dos, en el verso dos: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
En este pasaje vemos, pues, que se nos habla de la transformación por la renovación del entendimiento. Primeramente, por gracia, sin obras, por recibir al Señor, por la fe, somos regenerados; pero ese es el comienzo de la nueva vida; ahora, ese es el comienzo de una transformación paulatina, por una renovación del entendimiento; ahora la vida divina va compenetrándose dentro de nuestros pensamientos, los va dirigiendo, los va ordenando; y a nuestras emociones inestables, que suben y bajan, que se descontrolan, la vida divina las va controlando, las va trayendo a sujeción; y así el alma comienza a ser el transmisor de la recepción de la vida divina en el Espíritu, que pasando por el espíritu del hombre, comienza a abrirse paso en el alma del hombre, conformándolo a Cristo. Esta es, pues, también provisión de la resurrección de Cristo.
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