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XXI
CARTA ACERCA DE
LOS “SÓLO JESÚS”
La doctrina "sólo Jesús" es un rebrote en este siglo de algunas antiguas herejías de los primeros siglos del cristianismo, las cuales ya han sido debidamente refutadas. Noeto, Epígono, Cleómenes, Práxeas y Sabelio fueron sus propulsores iniciales principales en la edad llamada "patrística". Durante la Reforma Protestante sostuvo ideas parecidas Miguel Servet.
Su error principal consiste en despersonalizar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ellos, los sabelianistas, utilizan estas palabras pero con contenido diferente. Dicen que Dios es una persona que cambia de máscara según la ocasión; es decir, por ejemplo, que el Hijo es la persona del Padre en un tabernáculo de carne; que el Espíritu Santo y el Padre son la misma persona. Así, de esa manera, aunque se hable de "sólo Jesús", sin embargo, muy sutilmente se está negando al Hijo, lo cual es una mentira del espíritu de anticristo para confundir a la Iglesia.
Se debe reconocer que el Hijo es el Verbo que estaba con el Padre (Juan 1:1,2) y que compartía en Él la gloria antes de la fundación del mundo (Juan 17:5). El Verbo no significa precisamente el Padre. El Verbo es el Dios Unigénito, el Resplandor de la gloria Divina, y la Sabiduría que acompaña al Padre desde la eternidad; es igual a Él. El Padre en cambio no es Unigénito; al contrario, el Padre es quien engendra; es el Padre del Unigénito. Aunque la substancia esencial divina es la misma en el Padre y el Hijo, sin embargo, subsiste de manera diferente en el Padre y en el Hijo. En el Padre subsiste engendrando al Unigénito y exhalando al Espíritu; mientras que el Verbo subsiste como Unigénito, como expresión y revelación. El Padre es invisible; en cambio el Hijo es la imagen del Invisible, el Resplandor de Su gloria (Juan 1:1,2,18; 2 Corintios 4:4; Colosenses 1:15; Hebreos 1:1‑3).
De la misma manera el Espíritu Santo, aunque igualmente Divino como el Padre, subsiste, sin embargo, en forma diferente, pues el Espíritu Santo procede del Padre (Juan 15:26) y del Hijo (Juan 14:18,20,23,26; 16:7,14,15, en cambio no se puede decir del Padre que proceda. He allí la diferencia. El Padre exhala al Espíritu; en cambio el Espíritu subsiste como exhalado, es decir, procedente.
Además, cuando vemos al Hijo orando al Padre, o intercediendo a la diestra del Padre, aunque es verdaderamente un hombre, sigue, sin embargo, siendo Aquel Verbo que estaba con el Padre y que tenía con el Padre la gloria antes de la fundación del mundo, y que luego, para nuestra salvación, se hizo carne, hombre semejante a nosotros. Y ese hombre, Jesucristo, el Hijo del Hombre, verdadero hombre, es, sin embargo, también la misma persona del Verbo de Dios; así, pues, Divino‑humano. No se trata, pues, como dicen los "sólo Jesús" de Él, de tabernáculo humano meramente orando a la Divinidad, pues así niegan la Divinidad de la persona del Verbo Divino encarnado que ora e intercede como hombre, pero continuando Verbo aunque encarnado. Ruego a Dios por Jesucristo que el Espíritu Santo nos ilumine y nos haga comprender lo que realmente dice.
De manera que cuando los "sólo Jesús" dicen que el Hijo es meramente la persona del Padre en un tabernáculo de carne, están, primeramente, negando al Hijo, pues ellos presentan al Padre como Hijo, en vez de lo correcto, que es el Padre en el Hijo que es el Verbo Divino encarnado. Jesús dijo: "Tú en mí"; ese "Tú" es la persona del Padre; ese "mí" no sólo es un tabernáculo de carne sino que es la persona Divino‑humana del Verbo que estaba con el Padre y se hizo carne tomando condición humana.
Segundo, cuando los "sólo Jesús" dicen que el que ora e intercede a la diestra del Padre es sólo un tabernáculo humano, están negando la Divinidad de Jesucristo, pues olvidan que aquel tabernáculo no es sólo un hombre, sino que es el Verbo Divino que tomó forma humana. Es por eso que ellos dividen a Jesucristo en dos: Jesús el hombre, y Cristo el Verbo o la unción. Pero eso es mentira, pues la verdad es que Jesús es el Cristo (1 Juan 2:22). Cristo no significa "unción" sino "Ungido". La Unción es el Espíritu; en cambio el Ungido es la persona Divino‑humana del Verbo encarnado; ese es Cristo y Su Nombre es Jesús: la misma persona.
El espíritu de anticristo procura engañar si fuere posible aun a los escogidos; es por eso que hay preciosos hermanos confundidos en su mente; pero si en el espíritu tienen al Espíritu Santo verdaderamente, y si logran ser honestos consigo mismos, entonces yo creo que cuando escuchen la exposición eficaz y espiritual de la verdad, pueden ser libertos. Es urgente orar por ellos, y mejor es evitar discusiones carnales y acaloradas. Pidamos a Dios por su iluminación y liberación, y esperemos en Él para que prepare las condiciones propicias por Él planeadas, pues "el fruto de justicia se siembra en paz". Mientras tanto, nosotros y nuestra casa, debemos velar en guardia para no dar la bienvenida a ningún espíritu que pretenda negar al Hijo.
(El anterior ha sido un extracto de una carta personal, que se incluye como apéndice por tratar del tema que trata este libro).
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