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Cristo magnificado en el cuerpo.-
Antes de considerar el importantísimo capítulo de la eclesiología dentro del consejo de Dios, debemos hacer un resumen preparatorio, basado en algunos versos de la carta a los Gálatas, de este proceso de salvación, que el Señor ha hecho y sigue haciendo con nosotros.
En la carta a los Gálatas, en el capítulo uno, en el verso diez y seis, Pablo habla de Dios revelar a su Hijo en él. Este es un primer aspecto de la salvación, Cristo revelado en nosotros; sin embargo, como lo estamos sosteniendo, eso no es el todo; en el capítulo dos, en el versículo veinte, el apóstol dice: con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Entonces, ya no solamente Cristo le es revelado a la persona, y no solamente Cristo murió por cada uno, sino que ahora nosotros morimos con Cristo, y ahora Cristo vive también en nosotros, y nosotros vivimos en Cristo; esto es ya algo más avanzado; primero era Cristo revelado en nosotros, pero ahora es Cristo morando en nosotros, y nosotros muriendo con Cristo, y viviendo por la fe del Hijo de Dios.
Pero en el capítulo cuatro ya encontramos algo más avanzado todavía; Gálatas cuatro, versículos diez y nueve y veinte: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.
Quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros”.
La perplejidad de Pablo no era por la salvación de ellos; ellos ya eran salvos, ya habían sido perdonados, ya habían sido regenerados, ya Cristo moraba en ellos; pero Pablo seguía trabajando, seguía con dolores de parto, porque él quería que Cristo fuera formado también en ellos.
Hemos estado hablando del perdón, de la liberación, de la limpieza, de la justificación, de la santificación, de la regeneración, de la renovación y de la configuración a la imagen de Cristo; o sea, Cristo revelado en nosotros, Cristo morando en nosotros, y también Cristo formado en nosotros; esto corresponde a la configuración de Cristo en el creyente.
Ahora bien, en la carta a los filipenses, en el capítulo uno, en el versículo 20, dice así: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”.
Aquí Pablo da un paso más adelante; nos habla de Cristo magnificado en nuestros cuerpos; Cristo revelado en nosotros, Cristo viviendo en nosotros, Cristo formado en nosotros, y Cristo magnificado en nuestros cuerpos.
Magnificar quiere decir engrandecer; o sea que nosotros debemos darle lugar a Cristo, para que El se abra paso desde el interior de nuestro ser, donde El mora, porque le hemos recibido, y se vaya imprimiendo en nuestras almas, y en nuestros cuerpos mortales, y sea magnificado en nuestros cuerpos hasta el día de la completa redención.
Esto es en relación al individuo, pero continúa la provisión en relación al cuerpo de Cristo.
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