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Sepultado.-
Entre la cruz y la resurrección está la sepultura del Señor Jesús. Vemos que eso es muy importante; El murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, fue sepultado, y resucitó al tercer día, también conforme a las Escrituras.
Fue sepultado; el Señor Jesús fue sepultado; el Señor Jesús descendió para enterrar todas las cosas que tienen que ser enterradas, y que tienen que ser sepultadas en el universo. Ahora bien, esa sepultura no fue sino, como decíamos la vez pasada, el abrir de la cáscara, para que también el germen de vida pudiera ser liberado a favor de todos nosotros.
El Señor Jesús murió en la carne, pero fue vivificado en espíritu, y ahora la Escritura dice algo más: que vivificado en espíritu, también fue y predicó a los espíritus encarcelados que en otro tiempo habían desobedecido; eso está en 1 Pedro; 3:18-20.
Notamos, pues, entonces, en este pasaje, y en otros pasajes, que cuando el Señor Jesús murió y fue sepultado para enterrar juntamente con El todas las cosas negativas, El también realizó un obra en aquella región de ultratumba, después de la muerte. Por una parte, el Señor le había dicho a aquel ladrón que moría con Él, y que le recibió y creyó en Él, y que le dijo: Señor, acuérdate de mi cuando vinieres en tu reino; entonces el Señor le dijo: “de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Si el Señor le dijo eso, es porque eso realmente aconteció así.
También aquí en Pedro dice que fue y predicó a los espíritus encarcelados; y en esta misma carta, en el capítulo cuatro, el versículo seis, nos dice: “porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan es espíritu según Dios”. Muchos creyentes en el Mesías que habría de venir, que confiaban en el sacrificio de los carneros, de las ovejas que se ofrecían en el Antiguo Testamento en figura de Cristo, estaban esperando la venida del Mesías. Cuando el Señor Jesús vino, murió, fue sepultado, entonces vemos esta visita que el Señor hizo; el Señor hizo una triple visita mientras estuvo sepultado; su cuerpo estaba allí en la tumba de José de Arimatea, pero El estuvo en el paraíso con el ladrón.
El también predicó el evangelio a los muertos, a aquellos que antes del Señor venir habían creído, y habían muerto en esperanza del Mesías. El fue y predicó el evangelio a los muertos también.
Y también fue y predicó a los espíritus encarcelados; esto se refiere a aquellos ángeles, aquellos hijos de Dios rebeldes que habían pecado en los días de Noé, tomando mujeres y engendrándoles gigantes, y que habían sido echados al Tártaro. Tártaro es la palabra que aparece por una única vez traducida como infierno, pero que aquí en la segunda carta de Pedro, capítulo 2, versículo 4, se refiere a la prisión de oscuridad de aquellos ángeles reservados a juicio. Jesús se identificó ante ellos como el Juez y Señor.
Esto lo hizo el Señor en Su descenso, cuando fue sepultado.
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