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Jesucristo y gracia a nuestro espíritu.-
En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el capítulo cuatro, el último versículo, el veintidós, leemos esta preciosa expresión del apóstol: "El Señor Jesucristo esté con tu espíritu, la gracia sea con vosotros. Amén."
Vemos aquí en esta expresión uno de los lugares en que el apóstol ubica a Jesucristo; dice: "el Señor Jesucristo esté con tu espíritu"; obviamente, el Señor Jesús, como hombre resucitado y glorificado está a la diestra del Padre en el cielo, pero Su Espíritu se comunica con el espíritu nuestro. Nosotros hemos recibido el Espíritu de Cristo; si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal todavía no es de El; por lo tanto, el que se une al Señor, un Espíritu es con El; como dice en primera a los Corintios 6:19; ahora es precioso, entonces, este saludo final de Pablo, esta despedida: el Señor Jesucristo esté con tu espíritu.
El espíritu del hombre regenerado es el órgano donde el Señor está. Una expresión similar había dicho Pablo a los Gálatas en el capítulo 6, verso 18, de su carta; dice: “hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”.
Con vuestro espíritu; la gracia de Dios viene y se comunica primeramente a nuestro espíritu; el Señor Jesucristo nos trae la gracia; escrito está que la gracia y la verdad, la realidad, vinieron por medio de Jesucristo; ¿y a dónde llegan primeramente? ¿dónde contacta en el hombre primeramente la gracia de Dios? Entonces dice Pablo: "la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”, “el Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu”.
El Espíritu Santo viene tomando todo lo que es de Cristo, y Cristo vino trayendo todo lo que es del Padre; y el Padre vino en Cristo; entonces el Padre en Cristo, y el Padre y Cristo por el Espíritu, trayendo el toque y la experiencia de la gracia a nuestro espíritu, mediante la fe.
El espíritu del hombre es de suma importancia para Dios; Dios se comunica directamente con el hombre en su espíritu; el Espíritu de Dios viene al espíritu del hombre; Dios es Espíritu y se comunica con el espíritu del hombre. Por eso, para conocer al Señor, debemos distinguir nuestro propio espíritu, diferenciarlo en lo que somos nosotros mismos, de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de la esfera exterior de nuestra alma. Tenemos espíritu, tenemos alma y tenemos cuerpo; pero el espíritu del hombre es el recipiente primero y más noble donde el Espíritu de Dios nos comunica la gracia, y de allí pasa a nuestro entendimiento, a la esfera de nuestra alma, fortalece nuestra voluntad, y aún nuestras emociones, y tenemos fuerza, incluso en nuestros cuerpos, y somos sanados; escrito está que un espíritu alegre, inclusive es medicina para los huesos. Pero todo comienza desde Dios fluyendo en amor, en gracia , en comunión, al espíritu del hombre.
El Señor Jesucristo sea con el espíritu nuestro, la gracia del Señor Jesús sea con vuestros espíritus; el espíritu regenerado es el depositario del Espíritu de Dios y de los elementos divinos y de Cristo que El contiene para nosotros.
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