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Piedad y conocimiento de la verdad.-
El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Corintios, en el capítulo cuatro, versos uno y dos, escribió: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio, según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.”
Es importante ver como lo oculto y vergonzoso de nuestro corazón puede adulterar la palabra de Dios. Muchas veces pretendemos acerarnos a la palabra de Dios con intenciones ya establecidas en nuestro corazón; y algunas veces no tenemos conciencia de ello. El salmista hablaba de pedir al Señor perdón aún por los pecados que nos son ocultos. Es importante, para entrar en los misterios de la palabra del Señor, tener un corazón dispuesto hacia Dios. Proverbios 18:1 dice: “Su deseo busca el que se desvía…”; antes de desviarse una persona, e inclusive en su entendimiento, como sigue diciendo: “…y se entremete en todo negocio”. El problema comienza en el deseo de su corazón.
Por eso, para no adulterar la palabra del Señor, para entenderla correctamente, se necesita un corazón limpio, como dice el Señor: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. En cambio, Daniel, en el capítulo 12, verso diez, dice que ninguno de los impíos entendería; los entendidos comprenderán, pero ninguno de los impíos entenderá.
El Señor Jesús, según lo registra Juan, en el capítulo siete, verso diez y siete, había declarado que quien quisiera hacer la voluntad de Dios, conocería si la doctrina de Cristo era de Dios, o no. Vemos que allí el Señor Jesús estableció como requisito para conocer verdaderamente si la doctrina de Cristo es de Dios, el que el corazón decidiera hacer la voluntad de Dios; no importa si uno todavía no entiende algo; lo importante es que el corazón esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios; si el corazón se dispone a hacer la voluntad de Dios, tenemos la promesa del Señor de que conoceremos si la doctrina es de Dios.
Terminamos leyendo un saludo de Pablo a Tito; en su carta expresa Pablo algo muy interesante; le dice: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad”. Esa frase en este saludo es importante: el conocimiento de la verdad que es según la piedad.
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