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DE LA TEOLOGÍA MÍSTICA[1]
La teología y el depósito de Dios
Vamos a ver en forma breve otro de los aspectos teológicos sobre el depósito divino que el Señor nos ha dado y que se ha dado a la historia. No es el único, pero es importante. Lógicamente que no debe tomarse ninguno de estos enfoques en forma solitaria; siempre que uno toma sólo una corriente, pues se desequilibra en una cosa o en la otra. Necesitamos ver siempre los distintos aspectos. Vamos a ver hoy lo relativo a la Teología Mística. Como lo hacemos siempre, vamos a hacer una recapitulación breve y sumaria, pero para tener las cosas frescas y tenerlas presentes. Lo que estamos considerando son las distintas maneras de acercanos al depósito de Dios, a lo que Dios ha revelado. Dios ha revelado muchas cosas; se ha revelado a Sí mismo, ha revelado de Sus planes, ha revelado acerca de nosotros, de nuestra salvación, del mundo visible, del invisible, acerca del mal, del pecado, de la salvación, acerca de Su Hijo, Cristo, del Espíritu, de la Iglesia, de las últimas cosas; o sea, los temas clásicos de la Teología Sistemática. Dios ha revelado muchas cosas y lo ha revelado en textos. Lo que Dios ha revelado acerca de Sí mismo y de Sus cosas, se enfoca desde distintos ángulos, y eso es lo que permite que la Teología General, que es la que trata de todo lo relacionado con Dios, pueda subdividirse desde diferentes ángulos en distintas partes.
La Teología Natural se ocupa acerca de lo que de Dios se conoce a través de la creación, de la conciencia, de la naturaleza, aparte del documento Bíblico. La Teología Exegética, en cambio, se ocupa de los textos, estudia los documentos donde está registrada la revelación; los estudia en forma ordenada, los estudia por autores, por libros, por pasajes, por versos, por frases, por palabras, por raíces, haciendo una exégesis. Una vez se tiene la Teología Exegética de todos los libros que componen la Biblia, pues entonces se tiene también la Teología Bíblica. La Teología Bíblica es Exegética; es, digamos desde mi punto de vista personal, la fundamental, porque es en la que descansa lo demás. La Natural es como para dejar a las hombres sin excusa por no haber buscado a Dios, siendo que Dios ha revelado algo verdadero, pero parcial, acerca de Sí mismo en la creación; pero en cambio los textos contienen la revelación.
La Biblia es la Palabra revelada por Dios, y hay que conocerla, y conocerla con responsabilidad, y de eso es que se ocupa la Exégesis. De allí se establece la base para que tengamos la Teología Dogmática, que ya no se ocupa sólo de textos, sino de temas, porque cuando hemos examinado los textos, aparecen los temas principales y centrales acerca de las cuales Dios habla, de los cuales Dios revela. Cuando empezamos a identificar esas grandes verdades y a definirlas, o a ver la definición de Dios, se tienen los grandes dogmas; y al estudiar por temas, y conocer las verdades reveladas por Dios, se tiene lo que se llama la Teología Dogmática; pero si esos grandes temas se organizan en un sistema coherente, en una cosmovisión integrada, se tiene lo que es la Teología Sistemática. Claro que la Teología Sistemática usa los datos de la Teología Natural, de la Exegética y de la Dogmática, porque de ellas se compone. La Teología Histórica, en cambio, estudia por procesos; estudia el proceso de la revelación divina, estudia el proceso en que los distintos temas se fueron dando, y clarificando en la historia de la salvación y de la revelación y de la dogmática; y no sólo el proceso de los temas. Como unos temas en un principio se habían revelado en parte, luego, a partir de ciertos períodos, se agrandó la revelación acerca de eso. No sólo el proceso de los temas, sino aun de los mismos textos, todo el proceso de la formación del Canon, proceso histórico de revelación, de registro, de colección del Canon, de interpretación del Canon en las distintas épocas por el pueblo judío, y por el pueblo cristiano; o sea, el pueblo de Dios en los dos sentidos. Lo estudia por procesos. La palabra clave ahí es procesos. En la Teología Natural, la palabra clave es naturaleza, no Biblia. En cambio, en la Teología Exegética, la palabra clave es textos. En la Teología Dogmática, la palabra clave es tema, y en la Teología Histórica, la palabra clave es procesos. En la Teología Apologética, la palabra clave es defensa; ella se ocupa de defender, no sólo de proclamar, sino también defender y enfrentar los ataques de la incredulidad o del error.
A veces Satanás ataca en forma abierta y entonces es una incredulidad declarada o un ateísmo confeso; así es que la Teología Apologética defiende y derriba los argumentos que se levantan contra el conocimiento del Señor, pero a veces Satanás ataca en forma solapada, no con una declaración de incredulidad, sino de una credulidad equivocada a través del error, a través de la herejía; y le toca también a la Teología Apologética defender la verdad acerca de todo lo que Dios ha revelado; a veces tiene que luchar en el campo de la ciencia, a veces en el campo de la historia, y en diferentes campos. Pero la esencia de la Teología Apologética es la defensa y confirmación de la verdad, de la revelación y del evangelio. Ahora, esa no es la única manera, o las únicas maneras como debe considerarse el depósito de Dios; hay cosas que se tienen que estudiar ya de una manera o con una intención distinta; intención en el sentido relativo; es la que estamos viendo ahora, la Teología Mística
La experiencia espiritual
La Teología Mística se ocupa de la experiencia religiosa y procura explicarla, y procura conducir a las personas a tener esa experiencia religiosa; no está tan interesada en el conocimiento, sino en la experiencia íntima, en la experiencia espiritual, y eso es algo muy válido también. Necesitamos tener experiencias espirituales con Dios; entonces podemos leer la Biblia, un libro de la Biblia, y leerlo buscando historia, buscando concordancia con la historia antigua, viendo el aspecto arqueológico; podemos hacer una exégesis gramático-histórica. Todo eso es legítimo y debe hacerse, no debe dejarse, pero no es lo único que debe hacerse, porque perderíamos grandes riquezas si solamente estudiáramos la Biblia como un documento histórico o como hacer la exégesis de un texto literario. Realmente, Dios mismo en persona quiere darse a conocer en Cristo, y de Cristo habla la Escritura; y la intención de Dios con la Escritura es llevarnos a conocer a Dios, al Padre y al Hijo en el Espíritu, y tener una experiencia espiritual con Él. Ciertamente que es legitimo un examen histórico, es legítima una defensa de la verdad, inclusive en el más alto nivel académico; todo eso es legítimo, y tiene su lugar y la misma Biblia, como lo estuvimos viendo la vez pasada, nos muestra qué lugar tiene la Apologética. Hemos visto que cada uno de estos aspectos de la Teología, tiene su lugar. Ahora, la intención de la Teología Mística es descubrir a Dios, tener experiencia con Dios, conocer las experiencias espirituales, las experiencias de la persona, las experiencias del ego, de la muerte a sí mismo, del conocimiento de Dios, del conocimiento de los lugares celestiales, del conocimiento de la lucha espiritual con el enemigo en los aires; o sea, que la Teología Mística se ocupa de otros aspectos; pero necesitamos esa y necesitamos la otra.
El equilibrio en el hombre
Es como cuando un niño está creciendo; no le puede crecer una oreja sola o un pie solo; tiene que crecer en todas las áreas; lo que Dios quiso cuando hizo al hombre es al hombre; Dios hizo al hombre completo, hizo un hombre con espíritu, hizo un hombre con alma, hizo un hombre con cuerpo. Dios quiere al hombre con el espíritu unido a él, con un alma funcionando, con su mente funcionando, con sus emociones funcionando, con su voluntad funcionando debidamente, ejerciendo, señoreando. Dios no quiere un trapecista; Él quiere hombres con los pies en la tierra, pero también con el corazón en el cielo, las dos cosas; necesitamos todo esto. Dios trata en todos los aspectos con nosotros; Él quiere hacernos bien equilibrados.
Fíjense que en estos cuatro querubines que aparecían allá en la Biblia, aparecen los querubines con cuatro rostros. Nosotros veíamos que los rostros eran diferentes y ninguno de ellos estaba de espaldas; todos miraban siempre adelante. Cuando leemos en Ezequiel la descripción de estos seres vivientes, que los hay querubines y serafines, en el caso de Ezequiel son seres vivientes querubines que tienen cuatro rostros. Allí aparecen ellos con un rostro de hombre y a la vez un rostro de águila, y a la vez un rostro de león, y a la vez un rostro de becerro. Y a veces el Espíritu dirigía esas ruedas que aparecen ahí en Ezequiel hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia el norte, hacia el sur, hacia cualquier lugar que sea; ellos estaban siempre de frente. Dice que ellos no se volvían cuando andaban. ¿Por qué? Porque cuando había que moverse en el área del becerro, que representa el servicio, el trabajo arduo del sacrificio, pues iba de frente; pero a veces era el león. Es muy distinto un león que un becerro, y a veces el Señor actuaba como becerro. El evangelio de Marcos nos presenta al Señor sirviendo, cuidando, sanando, atendiendo; donde más aparecen milagros y menos enseñanzas es justamente en Marcos. Allí aparece el siervo, ese aspecto de Dios. En otras partes aparece el león, como rugiendo, el rey, el que ruge y los demás se callan, mostrando ese aspecto del reino, el aspecto de la Palabra. Justamente Mateo, por ejemplo, es el que más habla del reino, del reino de los cielos. De hecho, esa expresión "el reino de los cielos”, solamente la encontramos en Mateo; es un aspecto diferente el del león que el del becerro. Tenemos el hombre, tenemos el águila; el hombre tiene los pies en la tierra, tiene una responsabilidad de administración, de dominio, tiene que pensar, tiene que ser realista; Dios lo quiere en esta tierra y tiene en esta tierra cosas que hacer bien hechas para Dios, porque Dios quiere al hombre íntegro; Dios no quiere un hombre solamente espíritu; Dios quiere que ese espíritu tenga un alma y tenga un cuerpo. Dios no quiere solamente un hombre animado, un hombre cuerpo, o solamente un hombre alma, un hombre mente, o tampoco un hombre sin mente; Dios quiere un hombre íntegro, con todas las partes de su ser funcionando perfectamente en Dios; que haya equilibrio. Cuando se necesita algo físico, ahí está; cuando se necesita algo intelectual, ahí está; cuando se necesitan afectos, ahí están; cuando se necesita discernimiento, intuición, ahí esta. Dios quiere al hombre completo, íntegro, y lo quiere en la tierra y relacionado con Dios y con el cielo.
Entonces el águila nos muestra ese aspecto místico, ese aspecto de las alturas al estilo Juan. El evangelio de Juan nos nuestra un conocimiento muy profundo del Señor, como los otros evangelistas no lo presentan tanto; pero necesitamos también a Mateo, Marcos y Lucas. Lucas es más historiador. Algunos, inclusive, habían tenido a Tucídides como el modelo de historiador, por la exactitud de sus fechas y por haber sido comprobado por otros historiadores y por la arqueología. Ahora descubren que Lucas es todavía más exacto que Tucídides. Ustedes se dan cuenta cómo Lucas dice: en el año tanto, en el reinado tal; y ubica históricamente las cosas y averigua. Él dice: bien, pongamos en orden todas las cosas; Lucas es alguien muy ordenado, y sin embargo, vemos en Lucas el afecto de Cristo, la humanidad de Cristo.
Tenemos entonces estos asuntos de los distintos aspectos de la Teología, de la manera de acercarnos a la revelación divina. Dios quiere que seamos equilibrados, y se necesita esta parte mística. Ahora, la tendencia nuestra es que cuando somos muy intelectualoides, como que oramos poco, no luchamos; como que dejamos eso para algunos que consideramos un poco exagerados, un poco fanáticos. Y a veces es al revés; a veces queremos estar solamente orando, solamente ayunando, solamente ejerciendo una vida espiritual; pero a veces hay que barrer la casa, hay que tender la cama y hay que estudiar; y eso es también parte del trabajo del Señor. El Señor nos quiere equilibrar en todas las áreas; Él quiere que seamos equilibrados en todo. No estamos presentando una cosa en desmedro de la otra; necesitamos todo, pero dentro de ese contexto general, la Teología Mística tiene un lugar preponderante. ¿Por qué? Porque es aquella que procura encontrar la experiencia con Dios, a Dios mismo, experimentarlo y vivirlo, y vivir para Dios, y vivir delante del Señor; nos guía a una experiencia espiritual.
La alegoría en la historia
La Teología Exegética no está tan interesada en producir una experiencia espiritual; nos interesa entender lo que Dios nos dice, y lo cual claro que nos puede conducir a una experiencia espiritual; pero fíjese, nosotros podemos leer la historia de los patriarcas, la historia de Israel como una historia; pero podemos también leer entre líneas, percibir el sentido espiritual. Ciertamente que la Biblia tiene un sentido histórico primario. En la Biblia Edom es Edom, Judá es Judá, Moab es Moab, el desierto es el desierto, el tabernáculo es el tabernáculo, las tablas son las tablas, las pieles son pieles; pero todo eso tiene también un sentido místico. Fíjense que Pablo cuando miraba, por ejemplo, la historia de Abraham, la historia de Sara, de Agar, él veía algo detrás de eso. Él dice: "lo cual es una alegoría”, “estas mujeres son los dos pactos”. Ahora, él está percibiendo esa historia que fue una historia legítima, en un sentido místico; eso no quiere decir que no tenga un sentido histórico-gramatical; sí lo tiene. De hecho esa es la base, pero como Dios utiliza eso para señalar realidades espirituales, Pablo percibió las realidades, y por eso existe dentro de la Teología Mística, un uso legítimo de la alegoría. Cuando leemos el Cantar de los Cantares, cuando vemos la misma tipología del tabernáculo, la tipología de entrar al Lugar Santísimo y de lavarse en el atrio, y de todos los procesos y disposiciones para encontrarnos en el tabernáculo con Dios, todas esas son experiencias espirituales, y la Teología Mística apunta a ellas, apunta a entender el sentido espiritual de la Palabra de Dios, sin negar que exista un sentido gramático-histórico; pero su interés como Teología Mística no es el sentido gramático-histórico; por eso los hermanos que en la historia de la Iglesia han tenido una inclinación hacia la mística, a veces incluso han descuidado el aspecto gramático-histórico. Debido a ello, ha sido necesario que otros los equilibren, así como ellos también equilibran a los otros.
Ahora, nosotros procuramos ser inclusivos de todos los hermanos y de todos los aspectos; y que sea el Señor el que nos diga en qué momento hay que ir en la dirección del águila, en qué momento en la dirección del hombre, en qué momento en la del león y en qué momento en la del becerro. Que sea el Señor el que dirija; pero la Teología Mística se ocupa es de eso; esa es su esencia, su esencia es ese camino, esa progresión, esa elevación hacia Dios, esa experiencia con Dios; de eso se ocupa, de conocer a Dios por experiencia, y de todas las experiencias que se tienen en relación con Dios y el camino espiritual. Como estábamos diciendo, el tratamiento del yo, el tratamiento del ego, las experiencias que recibimos, la cruz, todo eso es algo místico. Místico viene de misterio, y misterio es un contenido detrás de las apariencias. Siempre hay una realidad espiritual. La Teología Mística se interesa en eso, y yo pienso que necesitamos de eso. Hay una persona que por ser, por ejemplo, evangelista, tiene la tendencia de estar siempre evangelizando; pues hágalo, pero de vez en cuando estudie, analice, estudie bien, prepárese bien. Evangelice, pero estudie y ore. Ah! es un hermano que le interesa solamente orar y las cosas místicas; de vez en cuando ocúpese de los pobres, atienda a los pobres, sea un poco diácono, sea un poco práctico; no deje esa que es su función en el cuerpo y su principal tendencia, pero equilíbrela, por favor; si tiene una tendencia mística, sea un poco más racional también; sea un poco más práctico. Ahora, si tiene la tendencia a ser muy práctico y nada místico, por favor ore, ore por favor, ore, ayune un poco, apártese a buscar a Dios un poco, esté a solas con Dios, conozca eso de la lucha espiritual, conozca todo eso de qué es andar en el espíritu; de lo contrario, se va a ir a un extremo. Necesitamos el equilibrio; si la persona es dada a una cosa, por favor no olvide la otra, tómese la sopa que no le gusta; no le gusta orar, ore; le gusta ser muy práctico, ore por favor; o solamente le gusta orar, haga otra cosa: estudie, sea práctico, ayude a los hermanos necesitados. A algunos solamente les gusta estudiar y hacer investigaciones, pues también ore, y también sea práctico. Entiendan, hermanos, eso es el asunto.
El péndulo entre Esmirna y Pérgamo
Ahora, el lugar de la Teología Mística, pues, se recarga en el aspecto de la experiencia interior, la experiencia con Dios, el interpretar las circunstancias de la vida, inclusive la cruz, en sentido de Dios, en sentido de relación con Dios. El aporte de la Teología Mística es muy importante. Yo pienso que es quizá el más importante, pero es apenas una parte; el hombre que Dios quiere es un hombre íntegro; pero lógicamente que Dios quiere un hombre que ame a Dios, que conozca a Dios, que conozca lo que es la experiencia espiritual, que no sea solamente un racional o solamente un emocional, o alguien demasiado práctico en ayudar en lo social, en todas las cosas, pero que no conoce a Dios. Dios nos quiere con experiencia en todas las áreas. Ahora, lógicamente que en la historia de la Iglesia ha habido vertientes y ha habido hermanos que se han ido a un extremo, y por eso Dios permite que los otros a veces se vayan al otro extremo, pero es para que haya equilibrio. Por ejemplo, de pronto después de la época de los mártires, profetizada en el mensaje a Esmirna, durante los primeros tres siglos del cristianismo, los emperadores romanos se dieron cuenta de que con la persecució
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