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La ley del pecado en mis miembros.-
Continuamos, Dios mediante, en el presente numeral, con el tema de el pecado; habíamos visto tres niveles del pecado: las transgresiones, o pecados en plural, o actos de desobediencia a la lay divina, o a la voluntad de Dios.
Consideramos también a grandes rasgos, ya no en plural, los pecados, o las transgresiones a la ley, sino el pecado en singular; es decir, la naturaleza pecaminosa adámica, la carnalidad. Ya no solamente el problema es con lo que hacemos, sino con lo que somos por naturaleza; ya no se trata solamente de que hacemos males, sino de que somos malos; el hombre es malo; necesita, por eso, ser perdonado, regenerado y liberado, y muchas otras cosas que, Dios mediante, se estarán considerando más adelante; pero estamos deteniéndonos en un diagnóstico a grosso modo de el pecado.
Ahora bien, la carta a los Romanos, en el capítulo siete, nos muestra qué es lo que opera en el hombre, qué es lo que hace al hombre malo; entonces nos encontramos con este nuevo nivel más profundo del pecado, que es lo que la palabra de Dios lo llama una ley: la ley del pecado y de la muerte. Vamos, entonces, a estar considerando esto en una lectura, primeramente en Romanos, capítulo siete; vamos a leerlo desde el verso 14: "Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el (el, el, el, en singular) el pecado que mora en mí".
Este es el nivel de la naturaleza de pecado; ya no son meramente actos, sino que es el pecado morando en el hombre; y sigue Pablo; "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, (en mi carne) no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí". Volvemos a encontrar esta expresión: "el pecado que mora en mí”.
Ahora llegamos al verso 21 de Romanos siete, y dice así: "Así que queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley…"; ahora sí que la cosa se pone seria, porque ahora es una ley de la naturaleza caída; ya no es solamente un acto, sino que es una naturaleza en la cual opera una ley, el pecado y la muerte; dice: "hallo esta ley, que el mal está en mí”, el mal está en mí como ley; es una cosa terrible. Gracias a Dios por la redención en Cristo que también incluye esto. Seguimos leyendo: "Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí!, ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro."
Así que Jesucristo es el que nos libra de las transgresiones, del pecado y de la ley del pecado. La ley del pecado es el nivel más terrible de la situación caída del hombre.
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