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Para la obra del ministerio de edificación del cuerpo.-
Recordamos que en la Palabra hay una administración divina: Dios, Su gracia y Sus misterios se administran. Lo administra Cristo, Su Espíritu, Sus apóstoles, Sus obispos y en general a todos Sus santos. Se administra a todo hombre, a la casa de Dios, y en la casa de Dios los santos unos a otros; se administra la multiforme gracia de Dios, para Su gloria. Se administra también conforme al servicio o ministerio del Nuevo Pacto, en el Espíritu.
Muy bien, habiendo, pues, visto, que hay una economía divina, en qué consiste, que es lo que se administra, quien lo administra, a quien se administra, cómo se administra, debemos ver también para qué se administra.
Vamos a ver un pasaje muy importante en Efesios capitulo 4, verso 13; pero vamos a leer desde el verso 11: "Y él mismo… (o sea, el Señor que descendió y ascendió) …constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de… (aquí nos muestra el objetivo, la meta para la cual Dios ha constituido apóstoles, etc.) …a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
Vemos, pues, que el Señor administra para algo especifico; Dios se ha puesto una meta; y la meta que Dios se puesto, para la cual se ha hecho un arreglo administrativo, debe ser también la meta de todos los que hemos sido salvados y llamados a colaborar y a participar en la administración divina, y en el reino del Señor.
Vemos, pues, que los apóstoles son constituidos para la edificación del cuerpo; también los profetas, también los evangelistas, etc.; ningún siervo del Señor está fuera del programa administrativo de Dios. Cada uno de nosotros, los que Dios ha llamado y nos ha involucrado en esta tarea y en este objetivo Suyo, en esta meta, está dentro de este marco. Por eso dice que es para la edificación del cuerpo de Cristo.
Cada apóstol debe preguntarse para qué ha sido enviado; cada profeta debe preguntarse qué es y con qué propósito profetisa; cada pastor debe saber para qué pastorea; cada evangelista debe saber para qué evangeliza; cada maestro debe saber para qué enseña. Es para perfeccionar a los santos; pero allí nos está el punto final. No se trata solamente de perfeccionar a los santos en sentido individual, y ni siquiera solo en lo familiar. Se trata de algo mucho más profundo. Se trata de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio de la edificación del cuerpo de Cristo.
Existe algo que se llama el ministerio; es el servicio que Dios realiza a través del cuerpo de Cristo en general; y todos los santos, como miembros del cuerpo de Cristo, deben desarrollar la obra del ministerio. Y la obra del ministerio es también ¿para qué? No para formar auditorios privados y particulares de líderes. ¡No!; todos los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros están constituidos para la edificación del cuerpo de Cristo; y esa medida no tiene que quedarse a la mitad; es hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a la estatura de la medida de la plenitud de Cristo.
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