|
(59)
Carne y naturaleza pecaminosa.-
Con la caída del hombre el espíritu se separó de Dios; el espíritu del hombre, el espíritu humano, murió en delitos y en pecados. A su vez, con la caída del hombre, el alma del hombre se enorgulleció, llegó a ser el ego, llegó a ser el elemento caprichoso gobernante de la vida del hombre; el hombre empezó a andar según sus propios caprichos, los caprichos de su alma; eso es lo que le pasó al alma, el yo pasó a ser el gran ego.
Ahora bien, ¿qué le pasó al cuerpo? El cuerpo del hombre indudablemente fue hecho bueno por Dios; el cuerpo no era malo; el cuerpo debía ser el instrumento de todo el hombre; el espíritu debería ser como el presidente, el alma debería ser como el mayordomo, y el cuerpo debería ser como el siervo que ejecuta las órdenes del mayordomo, quien a su vez interpreta la voluntad de su presidente.
¿Qué le pasó, pues, al cuerpo del hombre? Encontramos que aparece en la Biblia un nuevo término: "carne". En el Diluvio el Señor declaró: "he aquí el hombre ha llegado a ser carne"; esta palabra “carne” indica ahora una situación bastante seria; porque si hacemos un estudio detenido en la palabra del Señor de lo que es la carne en ese sentido, (porque hay varios), carne en el sentido más amplio, y en el sentido en el que el Nuevo Testamento la expone, el apóstol Pablo especialmente en el capítulo siete de la carta a los Romanos, encontramos que en la carne opera lo que se ha dado en llamar la ley del pecado y de la muerte que está en los miembros, esto es, en la carne.
Así que la concupiscencia del hombre comenzó a obrar en la carne del hombre; la caída descompuso al hombre en todas sus partes: en su espíritu, en su alma y en su cuerpo; no que los separó, sino que los depravó; el espíritu separado de Dios, el alma convertida en un ego monstruoso, y la carne vendida al pecado; la corrupción comenzó a operar en la carne del hombre.
Entonces vemos allí que entró lo que se llama el pecado y la ley del pecado; no estamos hablando aquí solamente de los pecados como transgresiones, sino de la naturaleza de pecado. Antiguamente la naturaleza de pecado estaba fuera del hombre; la naturaleza de pecado obraba en Satán. Satanás es el origen del pecado, y el pecado empezó en el cielo con Satanás; sin embargo, desde la caída del hombre, cuando el hombre comió del árbol de la ciencia del bien y del mal, él se abrió a la influencia de Satán en su ser, y dio paso para que penetrara en su ser la complicidad con la naturaleza del pecado; y la naturaleza de pecado llegó a ser parte del hombre caído.
|
|