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Salvos para el propósito de la voluntad divina.-
En Efesios, capitulo uno, leemos desde el verso 6 hasta el verso 12: "en el Amado, en quien tenemos redención, por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
En el asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo."
En este pasaje de Pablo se mencionan varias cosas; y algunas de ellas quisiéramos observar más detenidamente. Vemos que en el verso 8, se nos dice que Dios ha hecho sobreabundar Su gracia para con nosotros, los redimidos, en toda sabiduría e inteligencia. La gracia del Señor, por una parte, como decía en el verso 6, nos trae el perdón de los pecados; y por medio del perdón de los pecados, y también por la regeneración en el Señor, llegamos a ser salvos. La intención de Dios, no obstante, no es que solamente nos quedemos salvos, sino que seamos salvos para Su propósito. En este pasaje se nos habla del propósito de Dios. Por eso dice que la gracia hizo sobreabundar para con nosotros toda sabiduría e inteligencia. Aquí habla de una sabiduría y de una inteligencia que provienen de la gracia; no es la sabiduría del mundo, terrenal, animal, diabólica, como la que habla Santiago, sino que es una sabiduría e inteligencia que provienen de la gracia, y es en relación al misterio de la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios, lo que Dios tiene planeado en Su corazón, lo exacto de lo que Dios quiere, nos es revelado por medio de la sabiduría y la inteligencia que provienen de la gracia de Dios.
Se les habla aquí a los lectores del "misterio de la voluntad de Dios". La voluntad de Dios para muchas personas es un misterio; para muchos filósofos el universo mismo es un misterio; no saben de dónde venimos, no saben para qué estamos aquí, no saben cómo estamos diseñados, ni para dónde vamos; no saben si hay o no hay Dios; ellos están confundidos; son grandes filósofos, pero no tienen respuesta; esto sigue siendo para ellos un misterio. Sin embargo, dice el pasaje, que el Señor, a los que ha limpiado por Su sangre, a los que ha salvado, por medio de la sabiduría de la gracia le es dado a conocer el misterio de Su voluntad.
Existe, pues, una voluntad especifica de Dios para la cual fuimos creados y para la cual fuimos también redimidos.
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