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La Tanatología y la revelación proposicional
En primer lugar, de lo que sí hay que estar seguro es que la Tanatología es una enseñanza que ha sido controvertida por algunos grupos, especialmente por al adventistas y los llamados a sí mismos testigos de Jehová, que originalmente se llamaban los estudiantes de la Biblia, y luego se dividieron y tomaron rumbos diferentes, pero que en sus orígenes tenían algunas doctrinas iguales, entre ellas la del sueño del alma después de la muerte; es decir, que cuando la persona muere ya no es consciente de nada. Eso es lo que sostienen los adventistas y los llamados testigos de Jehová, afirmando que el infierno no existe, sino que es simplemente el sepulcro, y de que la persona al morir ya no es consciente de sí misma.
Antes de entrar en detalle es necesario tener los versos claros donde consta claramente que el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. Hay que tener en cuenta que la Biblia es una revelación progresiva; es decir, la Biblia no apareció entera de golpe, sino que Dios fue revelando poco a poco. En el período patriarcal Dios reveló algo, luego en el período de la ley Dios reveló algo, en el período de los profetas Dios reveló algo, en el tiempo sapiensal que encierra la época de David, Salomón, Dios fue revelando cosas, en tiempos de Esdras fue revelando más; pero en el Nuevo Testamento se cultiva la revelación que se suele llamar proposicional, o sea la que Dios propone a la fe de Su pueblo.
Entonces, muchas veces, cuando se toman versículos de determinado período, como el patriarcal, en el que Dios había revelado solamente una parte, hay preguntas que todavía Dios no había contestado; por ejemplo las que se hace Job; sin embargo, si se toman esos versos sin tener en cuenta las respuestas a esas preguntas y las aclaraciones posteriores que Dios ha hecho, hay el peligro que se tomen esos versos de una manera aislada de todo el contexto bíblico, y se pueden entender mal.
Por ejemplo, cuando algún pasaje del Antiguo Testamento como de Salomón o de los Salmos, dice: “Los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (Eclesiastés 9:5), algunos lo toman como si esto significare que la persona no está consciente de nada; pero no se puede interpretar así estos versos sin tener en cuenta todo lo que dice la Palabra en toda la Biblia, y toda la revelación progresiva. Entonces es necesario ir directamente al Nuevo Testamento y tener presente la revelación bíblica completa, la cual se completó en el Nuevo Testamento hasta llegar a Apocalipsis, y a la luz de esto se debe interpretar los versos que Dios había revelado en pasajes de períodos anteriores. No es que esos versos no existan.
Por ejemplo, si hablas con los adventistas te van a citar pasajes de los Salmos y otros donde dice precisamente eso, de que los muertos nada saben, que su memoria es puesta en el olvido, y de ahí se basan para atribuir a los muertos el que no saben absolutamente nada. Pero cuando tú tomas el contexto, ves que se está refiriendo a aquí, a bajo el sol, en esta tierra, pues ellos, los muertos, normalmente dejan de tener parte ya en esta tierra. Ellos se encuentran en otro lado; y por eso es necesario completar esa revelación con el Nuevo Testamento.
El alma sobrevive a la muerte
En Lucas 16:19-31 hay un relato. Le llamo relato y no parábola puesto que generalmente cuando se trata de una parábola, el Señor le llama parábola, y anuncia que va hablar en parábola, pero si reparas en los versos anteriores, ahí no está hablando en parábola sino en el contexto inmediato. Por ejemplo, en el verso 16 habla de la ley y los profetas, en el 18 habla del adulterio; es decir, ahí está hablando de las leyes. Luego en los versos del 19 al 31, simplemente relata algo. Los adventistas y los llamados testigos de Jehová pretenden decir que se trata de una parábola simbólica. Pero aun así, si se les concediera que fuera una parábola simbólica, ¿por qué el Señor iba a usar símbolos que confundieran? ¿Por qué iba a decir cosas que eran mentiras? Cuando el Señor usaba parábolas era para declarar verdades, no mentiras; además, aquí no dice que sea una parábola; entonces debemos abstenernos de decir que es una parábola; y si ellos dicen que es una parábola, no debemos permitir que pongan mentiras en la boca del Señor Jesús, o sea el Señor Jesús diciendo mentiras en una parábola. El relato dice así:
“19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus vienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.
Mire cuántas implicaciones hay que tomar de este relato. Primero vemos que el alma sobrevive a la muerte. Si fuera totalmente inconsciente, no diría lo que aquí está afirmando. Por ejemplo, el verso 22 es clave: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado”. No fue el cuerpo de Lázaro el que fue llevado por los ángeles, sino el alma y el espíritu. El Hades es un lugar donde las almas están conscientes. Lógicamente que aquí el Señor está diciendo este relato antes de morir por nuestros pecados, antes de visitar en persona esos lugares después de Su muerte, y antes de resucitar. Pero de todas maneras estamos viendo que el alma sobrevive a la muerte. Detengámonos en otro detalle cuando dice, “murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”; esa palabra llevado implica una cierta distancia que uno no sabe. Significa que entre la salida del cuerpo del mendigo y el seno de Abraham hubo un camino por el cual los ángeles lo llevaron. Tengamos en cuenta ese detalle muy significativo para comprender después otros detalles que hay en la Palabra.
El Seno de Abraham
Referente al rico dice que “en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos”. También en el verso 28 dice: “porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”; es decir, que en este caso el Hades es un lugar de tormento para los perdidos, donde están conscientes, porque dice: “éste (Lázaro) es consolado aquí (en el seno de Abraham), y tú atormentado”. Entonces no es que estén inconscientes, sino totalmente conscientes. Lázaro es consolado ahí. Abraham había muerto muchísimo tiempo antes, y sin embargo ahí lo encontramos viviendo. Cuando dice que vio de lejos, quiere decir al otro lado de la gran sima, porque Abraham le contesto, diciéndole: “26Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros”. Nótese también que se usan los proverbios de lugar aquí y tácitamente allá. Lázaro es consolado aquí, a este lado de la sima, y tú atormentado, o sea en el Hades. La Palabra a un lado le llama el Hades y al otro le llama el seno de Abraham, y dice que en el Hades, en el lugar de tormento, hay una sima que lo dividía con el seno de Abraham.
Siempre en el Antiguo Testamento se decía normalmente que los que se morían se encontraban con sus antepasados, o que se reunían con sus padres. Fíjense que ellos viven en su ambiente judío; se consideraban los descendientes de la simiente de Abraham, puesto que Dios le había hecho promesas a Abraham; entonces quiere decir que ellos realmente volvían a sus padres. En el caso de Lázaro él está en el seno de Abraham; en cambio ese hombre que está lejos, porque lo vio de lejos, lo vio al otro lado de la sima, Dios le permitió conocer que más allá había algo distinto a lo que él estaba viviendo; porque dice que vio de lejos a Abraham, y le dijo: padre Abraham. Enriquezcamos esto por el asunto de encontrarse con Abraham, de que fue llevado al seno de Abraham. ¿Por qué el seno de Abraham? ¿Por qué se le llama el seno de Abraham? Porque Dios mismo había inspirado que se escribiese así en el Antiguo Testamento.
Miremos algunos pasajes en el Antiguo Testamento, especialmente donde aparece la muerte de alguno de ellos. Por ejemplo, en Génesis 35:16-18, donde murió Raquel la esposa de Jacob, en la ocasión cuando nació Benjamín. “16Después partieron de Bet-el y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto. 17Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. 18Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió) (o sea que el alma sale; no muere; el verbo es salir; no se muere el alma en ese momento cuando muere el cuerpo), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín”. En los versos 27-29, dice: “27Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac. 28Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años. 29Y exhaló Isaac el espíritu, y murió (fíjense que cuando la persona muere sale el alma y también el espíritu; porque dice: y exhaló el espíritu, y murió), y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos”. Fue recogido a su pueblo. Abraham había muerto antes que él, y los anteriores a Abraham; pero al decir que fue recogido a su pueblo, significa que su pueblo había partido antes. Él murió, exhaló su espíritu y fue recogido. En cuanto a Lázaro, dice que murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; pero seguramente la experiencia de muerte, de ser llevado por los ángeles al seno de Abraham y ser recogido a su pueblo es la misma cosa. Allí se le llama fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, y la otra fue recogido a su pueblo. Es como si vinieran ángeles, e hicieran que se encontraran con sus antepasados.
Los justos antes de Cristo
Antes de que existiese Abraham ya había un pueblo que componía sus antepasados, el pueblo de Abraham; Noé hacía parte de ese pueblo de Abraham. Noé fue al mismo lugar. Isaac era el hijo de Abraham, pero dice que no solamente fue al seno de Abraham sino a su pueblo, porque junto con Abraham estaban otros.
Ahora, lo curioso es que en el evangelio de Lucas en relación con el seno de Abraham, se enfatiza a la persona de Abraham, porque Abraham llegó a ser el personaje clave; por eso dice que el rico vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro en su seno, pero eso no significa que sólo estaba Abraham, sino que Lázaro estaba junto con Abraham, al otro lado, y además Abraham le dice entre otras cosas: “Una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros”; al decir vosotros, significa que junto con ese hombre que estaba en el Hades, había otros, y cuando dice nosotros, no necesariamente tienen que ser sólo Abraham y Lázaro, sino también los demás. En el caso de Isaac dice que fue recogido a su pueblo. Esto no sólo aparece en estos versos, sino en otros como cuando murió Abraham. En Génesis 25:7-8, leemos:
“7Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. 8Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo”.
Abraham murió y fue unido a su pueblo; Isaac murió y también fue unido a su pueblo. También se puede revisar lo relacionado con la muerte de Jacob. Primero vemos lo que la Biblia revela, para luego a la luz de lo que la Palabra de Dios revela se juzgan las experiencias de algunas personas. Primero se ve lo revelado por Dios, que es el patrón para medir las experiencias, pues no podemos hacer doctrinas de experiencias, sino que la doctrina es la revelada por Dios para juzgar e interpretar esas experiencias.
“25Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. 26Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. 27Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. 28Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera” (Génesis 45:25-28).
Antes Jacob había expresado unas palabras donde se nota una expresión por la cual se ha sostenido que antes de Cristo morir, resucitar y ascender, los justos que habían muerto estaban en el Seol. Desde la muerte de Cristo hubo un cambio. Antes de la muerte de Cristo existía el Seol a donde iban los muertos, y en el cual había una sima que separaba a unos de otros.
“34Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia” (Génesis 37:34-36).
En estas palabras de Jacob se nota la fe de este patriarca en ese tiempo. Él dice, descenderé (no dice subiré) enlutado a mi hijo hasta el Seol. Eso significa que Jacob entendía que al morir, él descendería al Seol, debajo de la tierra. Por eso la Palabra dice que Jesucristo descendió a lo más bajo de la tierra y tomó cautiva la cautividad[2]. Jacob pensaba que al morir él descendería al Seol. En ese lugar debajo de la tierra había una sima que separaba a los perdidos de los que estaban con Abraham; pero, ¿a dónde pensaba Jacob que bajaría? ¿de dónde era que subía Samuel?[3] Eso significa que antes de la venida de Cristo ellos estaban en un lugar; después vino Cristo y llevó cautiva la cautividad, predicó el evangelio a los muertos, tomó a los de un lugar, los del seno de Abraham, y los llevó al Paraíso. Por eso hay que distinguir todo lo relacionado a eso antes y después de Cristo.
El relato que cuenta Jesús en Lucas 16 es algo que ocurre antes de morir Jesús, antes de visitarlos allá después de muerto, antes de resucitar y ascender. El Señor relata aquello cuando aún estaba en Su vida terrenal, y cuenta una cuestión del pasado. Por eso fue que aquel rico vio de lejos a Abraham, pero aunque lo pudo ver, sin embargo no estaban en el mismo lugar, sino que entre unos y otros había una sima, aunque todo aquello era llamado el Seol. En el tiempo anterior a Cristo, en el Seol había una sección donde permanecían los perdidos, donde se encontraba atormentado ese rico, y al otro lado de la sima estaba Abraham con Lázaro. Había una sima que los separaba, pero él pudo ver a Abraham. Recuérdese que dice que Isaac fue recogido a los suyos, y Jacob tiene el mismo pensamiento.
“28Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo. 29Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo” (Génesis 49:28-29).
Lo mismo que se dijo de Abraham, que fue reunido a su pueblo, ahora dice que Jacob fue recogido a su pueblo; es decir, que se encontraron con sus antepasados como Lázaro se encontró con Abraham. Jacob pensaba que él iba a ser recogido con su pueblo, pero ahora él decía que descendería al Seol, y eso significa que el Seol tenía dos secciones separadas por una gran sima, cosa que ocurría antes de la venida de Cristo, antes de que el Señor muriera, visitara esas regiones, hiciera lo que vamos a ver que hizo allá, resucitara y ascendiera, y se estableciera a partir de Él algo diferente, algo modificado, una situación distinta.
Estamos viendo que cuando las personas morían eran conscientes; se iban al Seol, el cual tenía dos secciones: una donde estaban atormentados los que habían vivido una vida mala, pero separados por una gran sima, al otro lado, estaban Abraham, Isaac, Jacob, los antepasados mismos de Abraham que habían sido salvos, entre ellos seguramente Noé, porque dice que fueron reunidos a su pueblo. Eso sucedía antes de la venida y muerte del Señor.
El Hades es el mismo Seol
El Seol y el Hades es lo mismo; se trata de un mismo lugar. Hades es la palabra griega que traduce el término hebreo Seol. Para demostrarlo, y que conste en la Biblia, leemos en Hechos 2:25-28,31, así:
“25Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. 26Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; 27porque no dejarás mi alma en el Hades, mi permitirás que tu Santo vea corrupción. 28Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia. 31Viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción”.
Cuando el Señor Jesús murió, Él también fue al Hades, pero Su alma no fue dejada en el Hades. ¿Por qué estamos diciendo que el Hades es lo mismo que el Seol? Porque esta cita de David es del Salmo 16; allí podemos constatar con nuestros propios ojos que Hades es la traducción griega de Seol. Lo que San Pedro está haciendo en Hechos 2 es una cita de un mictam de David, que es el Salmo 16. Desde el versículo 7 al 11 del Salmo 16, está la traducción española desde el hebreo; mientras que en Hechos está la traducción española desde el griego; pero lo que está haciendo Pedro es citar el Salmo 16 en arameo, y luego Lucas se encarga de copiar la cita en griego.
“7Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. 8A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. 9Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; 10porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. 11Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:7-11).
Vemos claramente que el Salmo dice, “no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”, y en Hechos dice, “porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vez corrupción”; de donde queda claro que Hades es la traducción griega de la palabra hebrea Seol. Es el lugar de los muertos, y allí las almas están conscientes; antes de la venida de Cristo todos iban al Seol, y aun Cristo cuando murió fue al Seol o Hades. Dice con toda claridad, “no dejarás mi alma en el Hades”. Cristo fue al Hades y venció; venció Él y liberó a los justos. La Palabra dice que Cristo tiene las llaves de la muerte y del Hades[4]. Son dos cosas diferentes, porque cuando la persona muere, sale el alma y no entra directamente en el Hades sino que es llevado. Ser llevado es un precio. Hay pues lo que es la muerte o el estado de muerte, y lo que es el Hades.
Los muertos son reunidos a sus padres en el Hades. Jacob dijo que descendería al Seol, pero a la vez dice que él fue reunido a sus padres. Cuando el rico fue al Hades, él vio a Abraham y a Lázaro en su seno, pero había una sima que los separaba.
Saúl y la adivina de Endor
“3Y Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos. 4Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa. 5Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. 6Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas. 7Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación. 8Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere. 9Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? 10Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto. 11La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel. 12Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: 13¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. 14Él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia. 15Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. 16Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? 17Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. 18Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. 19Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos, y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos. 20Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan. 21Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho. 22Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino. 23Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama. 24Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura. 25Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche” (1 Samuel 28:3-25).
Todo este pasaje es motivo de muchas controversias y estudio, y generalmente en los institutos bíblicos se suele poner este pasaje en discusión a fin de establecer si realmente era Samuel el que hablaba con Saúl, o si se trataba de un espíritu. Algunos dicen que era un espíritu, y otros dicen que era verdaderamente Samuel. Pero la cuestión no es interpretar, sino dejar decir a la Biblia verdaderamente lo que dice. Tenemos que tener presente que si el que está hablando es un demonio, entonces se puede dudar del demonio. Si aquí se está poniendo algo en boca de la adivina, entonces se puede decir que es la adivina la que está engañando, y aquí el cronista está registrando el engaño de la adivina, entonces seguramente no era Samuel sino un demonio; pero si no es la adivina solamente la que está siendo citada, sino que es el cronista inspirado por el Espíritu Santo el que está haciendo un relato, entonces ya no es un demonio el que habla sino el Espíritu Santo por medio del cronista.
El Espíritu Santo puede registrar las palabras del diablo, y es inspirado el registro de las palabras del diablo, pero no las palabras mismas del diablo; es decir, el diablo puede decir una mentira y Dios puede inspirarte a que registres esa mentira, pero eso no hace que la mentira sea inspirada; lo que es inspirado es el registro de la mentira, sabiendo que es mentira. Lo mismo sucede acá. Si el que está hablando es un demonio y el Señor inspira que lo que dice el demonio se registre, entonces uno puede establecer que el que habla es un demonio, el cual puede mentir y puede estar haciéndose pasar por otra persona. Pero si el que habla no es el demonio, sino que es el mismo cronista el que está relatando algo, entonces ya lo que el cronista dice es el Espíritu Santo hablando, porque Jesús dijo que la Escritura no puede ser quebrantada[5], y por el Espíritu Santo Pablo dijo que toda la Escritura es inspirada por Dios[6]; pues para dilucidar quién es el que habla, o Samuel o un demonio haciéndose pasar por Samuel, tenemos que leer con cuidado a ver quién está hablando. Si el cronista está explicando las cosas o si solamente está registrando las palabras de la adivina.
Cuando en el verso 7 dice que la mujer de Endor tiene un espíritu de adivinación, ese espíritu se trata de un demonio. Cuando Pablo reprendió a un demonio que tenía una muchacha en Filipos, la Palabra dice que esa muchacha tenía un espíritu de adivinación[7]. De acuerdo al concepto que existía en ese tiempo, en el verso 8 Saúl le dice a la adivina que “me hagas subir a quien yo te dijere”. Ellos sabían que estaba debajo; porque es que el Seol está bajo la tierra; por eso Jacob dijo: descenderé. Hasta el versículo 11 vemos el pensamiento de Saúl conversando con una mujer poseída de demonios. En el verso 12 está hablando el cronista para referirse a que la mujer vio a Samuel. Pero, ¿lo que vio la mujer era verdadero o falso? La mujer dice que ve dioses que suben de la tierra, porque en ese tiempo llamaban dioses a los espíritus, a los ángeles. Vemos que en el verso 15 el cronista le llama Samuel al personaje que vio la adivina. ¿Era verdadero o falso? Lo curioso es que el cronista en el verso 16 le sigue llamando Samuel sin la más mínima señal de que aquello sea un demonio; lo va llamando directamente Samuel. Claro que se trata del Samuel que ella vio, pero el cronista no da indicio de que ella haya visto algo equivocado, sino que él mismo sigue llamándole Samuel en la crónica como si fuera Samuel; cosa que le hace pensar a uno.
En el verso 19 Samuel le dice a Saúl: “Y mañana estaréis conmigo”; es decir, esa profecía de ese Samuel que ella vio subir de la tierra, se cumplió, y que Saúl estuvo con Samuel, pues murió conforme, y la muerte de Saúl se encuentra en el capítulo 31 del mismo libro. Entonces la pregunta es, ¿realmente se apareció Samuel? ¿Quién es el que cuenta todo eso? El cronista es el que está contando. Es como si el cronista creyera que el que la mujer vio es verdadero, porque no da ni las más mínima señal para decir que la mujer estaba engañada. Cuando se lee atentamente el pasaje, allí no da la impresión, y a mí personalmente no me da la impresión de que el cronista esté dudando de la experiencia de ella; pues es una experiencia que se dio, que está prohibida por Dios, pero el hecho de que esté prohibido no significa que no sea real, sino que es peligroso, que es abominación a los ojos de Dios, pero que muchos lo hacen.
Hay experiencias raras entre la gente, que Dios las permite, pero que a Sus ojos son abominación y por eso las prohíbe; pero no hay que confundir prohibición con que no pueda suceder. Si suceden es en contra de lo que Dios quiere, siendo para Dios abominable y es un pecado. Si Dios prohíbe, por ejemplo el adulterio, eso no significa que no exista, aunque sea un pecado. Si Dios prohíbe evocar a los muertos, pues es pecado, pero la prohibición no quiere decir que no pueda suceder; solamente que es abominable delante del Señor. Si una cosa no pudiera darse, ¿para qué prohibirla? Pero si se puede dar, se prohíbe porque es dañina.
Ubicación del Hades
Ya hemos visto que antes de venir Cristo, los que morían iban al Seol. Jacob pensaba ir al Seol al morir, y sin embargo dice que fue reunido a sus padres. Lo mismo ocurrió con Abraham e Isaac. También hemos visto que en el Hades o Seol, aquel rico ve de lejos a otros de los cuales está separado por una sima; sin embargo pueden verse. Pero, ¿dónde está ubicado el Seol? Debajo de la tierra. Lo encontramos en el capítulo 16 del libro de Números, donde se relaciona la rebelión de Coré, Datán y Abiram.
“28Y dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad. 29Si como mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la suerte de todos los hombres, Jehová no me envió. 30Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová. 31Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. 32Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación” (vv.28-33).
Los demás descienden muertos, pero lo nuevo fue que ellos descendieron vivos. ¿A dónde? Hacia abajo de la tierra; la tierra abrió su boca y se los tragó. La Biblia habla del Seol abajo, y de descender al Seol; y aun en el Nuevo Testamento se habla de personas que están debajo de la tierra.
“8Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” (Efesios 4:8-10).
Se refiere a Cristo, después de haber descendido al Hades, ascendió llevando cautiva la cautividad. Antes de ascender, Cristo había descendido a las partes más bajas de la tierra; pero no se refiere solamente a las partes físicas. Claro que en Israel hay partes que están muy por debajo del nivel del mar, como el caso del mar Muerto, pero aquí no se refiere solamente que Él descendió al mar Muerto, sino que descendió a las partes más bajas de la tierra.
“9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2:9-10).
Aquí la Palabra habla de unos que están en los cielos, otros que están en la tierra y otros que están debajo de la tierra.
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:13).
Muchos ocultistas hablan de meterse debajo de la tierra, y los satanistas hacen cuevas; y los relacionados con el esoterismo, los nazis, del cordón dorado y otros, hablan de las potestades inferiores que están debajo de la tierra; y en la tierra funcionan esos dioses invocados, que les ayudan en la guerra. Los esotéricos hablan de ciudades subterráneas, pero nosotros no debemos llamarle ciudad, pues debemos usar el lenguaje bíblico, el revelado por Dios, el exacto, y a la luz de la revelación es que se juzga las experiencias de otros. Dios inspira y revela para manifestar algo. Apocalipsis fue escrito para manifestar. Al morir la persona, su alma es consciente. Antes de venir Cristo, las almas todas descendían al Seol; allí se reunían con su pueblo, pero en el Seol había una sima que separaba a unos de otros: los que estaban en tormentos y los que estaban consolados, pero de todas maneras era en el Seol; y estaban esperando la venida del Mesías.
¿Qué hizo Cristo al morir antes de resucitar?
Hubo varias cosas que hizo el Señor cuando murió en la cruz. Por una parte el Señor descendió al Hades, porque dice: “No dejarás mi alma en el Hades”; también dice que descendió a las partes más bajas de la tierra y que cuando subió llevó cautiva la cautividad. También encontramos en los evangelios que Él fue al Paraíso. Al que murió con Él, le dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”[8]. Pero paraíso es el tercer cielo; o sea que hubo un cambio en el Seol, porque su parte de consuelo, lo que allí le llama el seno de Abraham, fue trasladada al Paraíso. Ahora, desde Cristo en adelante, las cosas son en el Paraíso. Los otros se quedan debajo de la tierra.
“Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4:6).
Aquellas personas que habían muerto antes de que Cristo viniera, ellas murieron en esperanza, en fe, pero en ese tiempo ellos estaban con el temor de la muerte.
“14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham” (Hebreos 2:14-16).
Antes el diablo tenía el imperio de la muerte, ya no lo tiene. Antes la gente al morir no podía salir de ahí, pues el diablo tenía las llaves de ese lugar; pero el Señor venció y ahora Él es el que tiene las llaves de la muerte y del Hades, pero para eso tuvo que vencer, pasar por la muerte, y por medio de la muerte destruir, vencer, paralizar, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. No se crea que la muerte solamente se relaciona con la cruz, no; la muerte encierra toda esa experiencia en el más allá. Y libró a la descendencia de Abraham; no socorrió a los ángeles; los dejó ahí presos. No socorrió a unos, y en cambio socorrió a otros.
El Tártaro
“Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2:4).
Cuando dice que arrojó a los ángeles al infierno, se refiere no al Seol sino al Tártaro, o sea, prisión de los ángeles; prisiones de oscuridad. Según las traducciones bíblicas, la palabra española infierno ha sido mal entendida. Si tomas la versión Reina Valera de 1909, vas a encontrar que donde el original dice Seol o Hades, allí aparece infierno, y donde el original dice Gehenna, tradujeron Gehenna. En cambio la versión Reina Valera de 1960 corrigió a la de 1909, y en donde dice Seol, dejaron Seol, donde dice Hades dejaron Hades, siendo que la anterior traduce infierno; y donde la anterior decía Gehenna, la de 1960 traduce infierno; pero resulta que en 2 Pedro 2:4 aparece otro lugar, el Tártaro, que es algo diferente al Seol o Hades y al Gehenna.
El Tártaro son las prisiones de oscuridad donde los ángeles caídos son reservados para el juicio. En el texto griego de 2 Pedro 2:4 dice que a los ángeles que no perdonó fueron arrojados al Tártaro. En la versión Reina Valera 1960 se traduce infierno, pero realmente allí no dice Seol, ni Hades, ni Gehenna, sino que se trata de una prisión también temporal, porque dice que son reservados para el juicio. El Hades es también temporal porque éstos tienen que ser echados al lago de fuego, que es diferente.
En la cultura griega había una aplicación para la palabra Tártaro. Para ellos el Tártaro era una región debajo de la tierra donde estaban prisioneros aquellos antiguos espíritus llamados Titanes por los griegos, y los gigantes. En Génesis 6, la Biblia también habla que hubo ángeles caídos, o sea que hubo hijos de Elohim que tomaron a las hijas de los adam (hombres), y que como consecuencia les nacieron gigantes (nefilim). Ellos tenían presente todo lo que el libro de Enoc había dicho más acerca de eso, y a eso se refería Pedro. Pedro al escribir tuvo presente al libro de Enoc. Cualquiera que haya leído el libro de Enoc sabe lo que tenía presente Pedro cuando él se refiere a eso. En el caso de los gigantes, Goliat, por ejemplo, pertenecía a los descendientes de los gigantes antediluvianos, los cuales murieron con el diluvio, pero algunas personas sobrevivientes al diluvio portaron los genes de esos gigantes. La genética se trasmite, y hubo descendientes de los gigantes después del diluvio; no las personas, no los gigantes como personas, pero sí la genética.
El Tártaro en Hesíodo
Hesíodo en su Teogonía[9] habla del Tártaro y de los gigantes. También habla de la tenebrosa noche. Dice Hesíodo:
“Y el padre, el gran Urano, apodó Titanes a los hijos que engendrara, maldiciéndolos. Diciéndoles que habían extendido la mano para cometer una gran crimen, del cual tomaría venganza em el porvenir. Parió la Noche al maldito Moros, a la negra Ker y a Tánatos” (que significa muerte).
Urano es la manera cómo en griego se le llama al cielo, como cuando dice “las fuerzas del urano”, las fuerzas del cielo. Hesíodo, con su lenguaje mitológico, habla rememorando todas aquellas cosas antiguas, antediluvianas, pero lo hace ya en el tiempo de los albores de la cultura griega, y lo rememora al estilo mitológico, pero sin embargo tiene los rasgos de la historia antediluviana que aparece en la Biblia. Entonces notamos cómo incluso los poetas de la antigüedad griega tenían esos conceptos. Hesíodo sigue diciendo:
“A los dioses Titanes los precipitaron cargados de duras ligaduras a las profundidades de la anchurosa tierra después de haberlos vencido con sus manos a pesar de su terrible furia, y los sumieron bajo tierra, tan lejos de la superficie como lejos está la tierra del urano, porque es el mismo espacio que hay entre la tierra y el tenebroso Tártaro”.
Note lo que Hesíodo recordaba de las antigüedades, que esos dioses Titanes, como ellos llamaban a los antiguos dioses, fueron precipitados cargados de ligaduras. Aquí vemos que Hesíodo habla de Titanes que fueron sumergidos, enterrados, en el Tártaro; y asimismo Pedro habla de los ángeles que pecaron y que fueron arrojados al Tártaro; sólo que los griegos, en vez de llamarles ángeles caídos, los llamaban Titanes; en cambio a los gigantes sí les llamaban gigantes. Luego Hesíodo entra a describir el Tártaro, así:
“Rodando nueve noches y nueve días, llegaría a la tierra en el décimo día un yunque de bronce caído del Urano, y rodando nueve noches y nueve días, llegaría al negro Tártaro en el décimo día un yunque de bronce caído de la tierra. Un recinto de bronce lo rodea, y la noche esparce tres muros de sombra en torno a la entrada. Por encima están las raíces de la tierra y del mar estéril. Y allí bajo la negra niebla está ese lugar infecto, en las extremidades de la tierra, inmersa por orden de Zeus, que amontona las nubes en que están escondidos los dioses Titanes, que no tienen salida de este lugar, el Tártaro negro. Es una sima enorme”.
Zeus quiere decir Theus, Teos, de donde viene la palabra Dios (del latín Deos), pues los griegos le llamaban Zeus a Dios. Vemos que Hesíodo también usa la palabra sima, abismo. Este poeta griego traía recuerdos de la antigüedad; es decir, que fue creyente sin conocer la Biblia, pero como era de los personajes antiguos, de manera mitológica recordaba aquellas experiencias antediluvianas. Y sigue diciendo:
“Y en todo un año no llegaría a su fondo quien traspusiera sus puertas, sino que sería llevado de acá para allá por una impetuosa tempestad atroz, y hasta para los dioses inmortales es horrible esa sima monstruosa; y allá se hierve la morada horrible de la noche negra toda cubierta de sombrías nubes”.
Este concepto era lo que se llamaba Tártaro, el cual era una prisión de oscuridad donde fueron confinados los ángeles caídos. Hesíodo también lo describe como un lugar lúgubre donde estaban esos dioses Titanes; es decir, que los ángeles caídos eran a los que en la antigüedad llamaban dioses, y eso significa que el antiguo paganismo consistió en la adoración de demonios, pues realmente eran aquellos ángeles que s
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